EL CAMINO FRANCES (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)






Día 17º: Castrojeriz - Boadilla del Camino: 19,05 Km



Comienzo el día a las siete de la mañana, lo que me permite relajadamente hasta desayunar en la cafetería del Mesón atendido a estas horas por Oscar (uno de los propietarios) y comentamos lo fructífero de mi visita a Castrojeriz ya que verdaderamente me dio tiempo a visitar la población y todos aquellos monumentos que estaban abiertos al público a pesar de la jornada festiva. Me hizo también mención al hecho de haber comentado con su madre mi felicitación por la bondad de su cocina y la excelente calidad del lechazo que degusté el día anterior, por lo que agradecía mi reconocimiento a su cocina pero que el secreto estaba en hacerlo “con mucho amor”, verdaderamente no me extraña, porque establecimientos de mucho mas renombre y de precios significativamente elevados en los que he degustado este producto no consiguieron la calidad y buen cocinar que la madre de Oscar ofrece, coincido con ella en que la cocina necesita “mucho amor”, gracias Señora.

Una vez finalizado el desayuno inicio mi etapa, son algo más de las ocho horas y treinta de la mañana cunado recorro la calle Santa Olalla hasta desembocar en la calle del Cordón para después de cruzar la carretera de Villadiego (BU-404) y casi inmediatamente cruzar la carretera Mergal de Fernamental (BU-400) tomar definitivamente una pista de tierra que me irá alejando de Castrojeriz aunque oteando al fondo una fuerte subida que ya con la simple visión me comienza a despertar a la realidad.





Dejándome llevar por la buena señalización de flechas amarillas y carteles indicadores que inequívocamente me conducen al cabo de dos kilómetros hasta un puente peatonal que permite salvar el río Odra u Odrilla







y así dejarnos al pie del Alto de Mostelares que obliga a superar un desnivel de ciento cuarenta metros en kilómetro y medio, realmente la subida es fuerte sobre todo cuando llevas recorridos dolo dos kilómetros, desde luego a mí personalmente estos inicios de etapa me pueden, aunque intento tomarlos con la mayor relajación posible pero la realidad es que los años no perdonan y “el motor” aún no se encuentra a pleno rendimiento, así solo hay que poner voluntad y tiempo.







¡¡Bueno..!! En el ascenso al alto de Mostelares he invertido veinticinco eternos minutos, pero ha merecido la pena y parece ser que no ha sido el único que se ha resentido del ascenso, así que ya en la cima toca refrescarse y recuperar el aliento.







Una vez ya descansado el panorama cambia y es cuando se puede apreciar la maravillosa vista que la cima ofrece hacia la vertiente de Castrojeriz alojado en el cerro que en medio de la vega resalta como una inmensa mole.





Apenas trescientos metros de recorrido por la plataforma que conforma esta cumbre y se comienza un nuevo descenso en dirección a Frómista, pero hay que admirar antes la impresionante vista que se abre ante nuestros ojos de la uniforme llanura de la Tierra de Campos.





Ya en la planicie me encuentro con un grupo de cazadores que “van de mano” a la caza de la perdiz por estos inmensas tierras de labranza, pues según me comentan hoy han abierto la veda en este término municipal y andan desde las siete y media de la mañana recorriendo el campo acompañados de una buena reala de perros, así que con toda prudencia reduzco mi marcha con el fin de evitar pasar por la línea de tiro de los cazadores que en “la mano” que llevan cubren un amplio espacio.





Continuo mi caminar hasta la Fuente del Piojo, a unos ocho kilómetros de Castrojeriz, lugar en el que existe una sencilla zona de descanso que me permite desprenderme momentáneamente de la mochila y recuperar fuerzas con frutos secos y algo de líquido enriquecido con suero, que comparto con unas peregrinas alemanas con las que coincido y que por el aspecto de la única mochila que llevan deben ir soportadas por un vehículo de apoyo, pues su tamaño es mínimo y que lógicamente se nota en la alegría al andar de una manera tan desahogada.





En este punto del abandono la pista de tierra y me incorporo a la carretera asfaltada que me conduce en dirección a Itero del Castillo, última población de la provincia de Burgos que queda situado a unos centenares de metros del trazado del Camino y decido no desviarme para acceder a la misma continuando por la interminable recta que se pierde en el horizonte.



Al finalizar la recta y a escasos metros del río Pisuerga, se encuentra el albergue de San Nicolás sobre ruinas de la antigua ermita y hospital de San Nicolás restauradas por la Confraternidad de San Jacobo de Perusa. Una vez recuperado el edificio ha pasado a ser el Centro Italiano de Estudios Jacobeos y lugar de acogida de peregrinos durante la época estival.





Ahora he de salvar el cauce del río Pisuerga a través del Puente Fitero, siendo este río el límite geográfico entre las provincias de Burgos y Palencia. Precisamente en estas fechas se están realizando unas labores de drenaje y reforzamiento de las cimentaciones del puente por lo que está cortado el paso de vehículos y “casi” el de peatones debido a la ocupación de la vía por maquinaria pesada, lo que no deja de ser un atractivo para el peregrino.





Llama la atención sobremanera la existencia de lanchas y buzos que trabajan en la profundidad de las cimentaciones del puente dada la singularidad del trabajo en estos campos de Castilla eminentemente agrícola.





Nada más cruzar el puente tomamos plena conciencia de encontrarnos en tierras palentinas gracias a la señalización y la existencia de una zona de descanso con un monolito que así lo identifica.





Dejamos la carretera asfaltada tomando el desvío existente a la derecha por una pista de tierra que bordea una chopera como entrada previa a Itero de la Vega.





Son las once horas cuando hago mi entrada en Itero de la Vega, población cuyas raíces se remontan probablemente a la prehistoria, siendo en la actualidad un pequeño pueblo dedicado especialmente a la agricultura y con fuerte raigambre en la ruta Jacobea, como así lo muestra la existencia establecimientos de hospedaje y restauración incluido el Albergue Municipal situado en la plaza de la Iglesia.





Como lugares significativos se puede destacar la existencia del “Rollo de Justicia” que data de 1529 y situado en la confluencia de varias calles con el Camino de Santiago, era un lugar de jurisdicción sirviendo a veces de picota donde se exponían a los reos a la vergüenza pública o se exponía la cabeza del ajusticiado.





Otra edificación significativa es su Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol construida en el siglo XIII, ampliada y reestructurada en la segunda mitad del siglo XVI y parte del siglo XVII.





Aún se puede apreciar su portada gótica única muestra existente de la iglesia anterior del siglo XIII., aunque con un porche previo que realmente se corresponde con edificaciones que se construían adosadas a la iglesia y que se denominan “Paneras”, cuya utilidad era el almacenamiento del grano procedente de los “diezmos” que eran de precepto entregar a la Iglesia. Según me comenta el sacristán que amablemente me mostró la bonita iglesia, el estado de la “panera” es bastante ruinoso y es posible que sea derruido para evitar males mayores, personalmente creo que devolvería la arquitectura a su estado original, aunque circunstancialmente haya contribuido a la buena conservación de la portada gótica.





El interior del templo, presidiendo su presbiterio un retablo barroco del tercer cuarto del siglo XVII, de taller vallisoletano. Es también digno de admirar el pulpito por su bonita construcción en piedra labrada aunque de rasgos más recientes.





Después de agradecer la atención recibida del sacristán decido retomar mi camino cuando es mediodía, abandonando el pueblo por la calle Santa Ana que finaliza tendiendo hacia la izquierda en busca de la carretera P-4311 que he de cruzar para ya adentrarme por las pistas de tierra.

Aquí tuve el encuentro con dos personas que se identificaron como pertenecientes a la Universidad de Castilla León y que estaban realizando un estudio sobre el Camino de Santiago por lo que me solicitaron posar en algunas fotografías para incorporan a la edición que la citada universidad iba a publicar. No hubo objeción por mi parte aunque creo que lo único que llamaba la atención de mi atuendo era el “enorme saco” de dormir que sobresalía de manera impresionante por encima de mi mochila.

Ya mi objetivo definido para hoy es finalizar la etapa en Boadilla del Camino, consecuentemente solo me quedan por recorrer los ocho kilómetros que me separan de esta población y que inicialmente se presentan con una suave pendiente ascendente que se prolongará durante cuatro kilómetros hasta que consigo salvar un desnivel de sesenta metros, dando vista a una inmensa llanura en la que pretendo vislumbrar al fondo la población de mi destino de hoy.





El sol se hace sentir de plano y aunque cada día estoy mas encantado de la maravillosa travesía que supone surcar estos campos de Castilla, hay momentos en los que la visual del punto a que te diriges te ocasiona una ansiedad que has de dominar para evitar la desesperación de la lejanía real a la que se encuentra, así que realizo ocasionalmente alguna que otra parada para hidratarme y en ocasiones “desalojar” la hidratación aprovechando cualquier pequeña sombra que se me ofrece.





Al final la perseverancia triunfa y son próximas las catorce horas cuando entro en la población de Boadilla del Camino con el objetivo de encaminarme directamente al Albergue que en su momento me recomendó Mercedes, la persona que conocí en mi tránsito por Villalbilla.





Quedo encantado con la imagen de dos equinos que plácidamente pastan a la misma entrada del pueblo en la hora tranquila de su comida y que acelera mis jugos gástricos ante la proximidad de la mía y la necesidad de descanso.





Casi inmediatamente localizo mi lugar de alojamiento, Albergue “En el Camino”, de una impresionante sobriedad externa que casi me traslada a las enormes casas manchegas con su entrada de carros o una venta de postas de otros tiempos.





Sin embargo al acceder al enorme patio de entrada que a la vez hace de distribuidor de los distintos accesos internos tanto a zona de literas como a restaurante y vivienda. En el centro tiene una pequeña piscina más que suficiente para refrescarse y darse un chapuzón después de una jornada calurosa por estos campos castellanos, aunque hoy no sea muy apropiado a pesar de la agradable temperatura como para darme un baño en la piscina.





Soy el primer peregrino del día y me atiende Eduardo (hijo de la propietaria) y Hugo que me acompaña a la sala de literas que dispone de una antesala muy coqueta con butacones y una estufa de leña (no obstante el albergue tiene calefacción) en uno de sus lados y con cuatro literas en su otro lado.





Se va haciendo la hora de ponerse a comer y Eduardo me informa que disponen de menú lo que me permitió disfrutar de unas judías blancas y una posterior carne estofada sensacionales, así que no dudé y pasé a la sala comedor como único comensal peregrino puesto que aprecio la existencia de una persona sentada en una de las mesas comunes pasando a hacerle compañía en la misma mesa. Es una persona de edad avanzada al que me pareció ver a mi llegada a Boadilla del Camino llamándome la atención su vestimenta cuidada y un gran número de pines en la solapa de la chaqueta y en la gorra.

Ya en plena comida y durante la sobremesa me comenta que lleva viviendo cuarenta y dos años en Boadilla puesto que trabajó como Guarda del Canal de Castilla pero hace años que se jubiló y habitualmente come en el albergue, como de la familia.

Continuando con sus vivencias rememora sus inicios cuando comenzó a trabajar de Guarda del Canal, siendo el mayor acierto de su vida, puesto que vivía en un núcleo rural a treinta kilómetros al norte, apartado de la civilización y dedicado al pastoreo por lo que durante su primera juventud estuvo prácticamente aislado del mundo, aunque pienso que no por eso menos civilizado, respetuoso y educado. Después de describirme su cometido en el Canal de Castilla así como la zona que a él le correspondía para el control de diques, compuertas y demás menesteres, quedé verdaderamente encantado y gratamente sorprendido de su conocimiento que enriquecía mi falta de cultura sobre el tema.

Después de comer se despidió amablemente y yo decidí tomar un poleo y pacharán en la sencilla terraza existente a la misma entrada de la casa-restaurante, aprovechando para ir tomando anotaciones de mis vivencias durante el día.





La tarde era tranquila y según las perspectivas de Eduardo estaría prácticamente solo en el albergue, no obstante le comenté que en mi camino había visto un numeroso grupo de peregrinos aunque desconocía cuál sería su destino final de etapa. Mis presagios se confirmaron y a media tarde el albergue estaba casi al completo con un noventa por ciento de extranjeros y el resto españoles.

Pasé la tarde visitando esta sencilla población comenzando por el “rollo o picota” existente a la misma puerta del Albergue, fechado entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI, sobre un basamento circular de cinco escalones. El fuste acanalado y decorado con conchas y rosetas, para rematarlo finalmente con una macolla de crestería y un pináculo apiramidado.





Su iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, iniciada su construcción en el siglo XVI y finalizada en el XVII, aunque con importantes reformas hacia 1770. Su planta se levanta en tres naves, con la torre en el lado del evangelio y como cabecera un ábside gótico y otro renacentista.





A pesar de encontrarse la iglesia cerrada, pude localizar al responsable de su custodia y mantenimiento que resultó ser un vecino del pueblo quien muy amablemente me permitió el acceso al recinto sagrado, ocasión que aprovecharon dos peregrinas americanas procedentes de Nuevo México y una de ellas ya conocedora de nuestra tierra, puesto que en su visita anterior, según refleja el libro de firmas del Albergue, vino acompañada de su marido ya desaparecido, por lo que en esta ocasión le acompaña una amiga para que conozca las excelencias de nuestra tierra y rememorar su paso por el Camino a pesar de sus avanzadas edades.

La visita a la iglesia fue un disfrute que nos permitió contemplar la maravillosa pila bautismal de transición al gótico.





En la nave del Evangelio, un retablo renacentista con pinturas atribuidas a Juan Villoldo, así como esculturas de Jesús atado a la columna, el Gólgota, la Piedad y el Padre Eterno.





El retablo de Presbiterio fue realizado por Pedro de Flandes, Mateo Lancrín y Juan de Cambray en 1548 constando de predela, tres cuerpos y ático.





Dentro de la sacristía existe un mueble “cómoda” para el alojamiento de las vestimentas sagradas, construida en madera con filigranas, presidiendo la parte central una hornacina con Jesús Crucificado. Una verdadera reliquia.





Finalizada la visita a la iglesia, decido recorrer el pueblo, pero en esta época está prácticamente deshabitado entre la dedicación a las faenas agrícolas y ganaderas, así como las fechas que todavía no animan a una afluencia masiva de peregrinos y de nativos que retornen a pasar unos días mayormente en la época estival, por lo que decido definitivamente “recluirme” en el Albergue.

Transmito a Eduardo los saludos que me había dado Mercedes (la de Villalbilla de Burgos) para su madre, a quien recuerda plenamente por su distintas estancias en el albergue y el cariño que siente por el Camino, pero su madre lleva unos días algo indispuesta y está en cama, no pudiendo ni atender sus habituales actividades incluidas las maravillas gastronómicas que elabora de cocina realmente tradicional.

La noche se presentó agradable, entre la carrera de Fórmula I que se televisaba en ocasiones pude ir siguiendo en la cocina del albergue, único lugar donde existía un televisor, gracias a la amabilidad de Eduardo y Hugo y la cena en la que compartimos mesa las once personas españolas gracias al buen hacer de Eduardo.

La cena fue muy agradable, compartí mesa con un matrimonio aragonés, dos matrimonios vascos, una pareja formada por un navarrico (que cantaba maravillosamente) y una bella peregrina italiana que se habían conocido en etapas anteriores, una chica valenciana y una chica malagueña. Toda una mezcla sensacional que nos permitió pasar una velada especial hasta bien entrada la noche, así que cuando regresamos a nuestras literas hubo que hacerlo con el mayor sigilo del mundo para evitar que los tempraneros “durmientes extranjeros” elevaran demasiado el nivel de sus quejas.





Albergues de la Etapa y otros alojamientos:

Itero del Castillo:
-Albergue de Itero del Castillo
    Localización: Calle del Sol, 1
    Propiedad: Ayuntamiento de Itero del Castillo; Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 642 21 35 60 / (+34) 697 33 50 12
    Inaugurado en Julio de 2014



Puente Fitero (Itero del Castillo):
-Albergue de San Nicolás
    Localización: A escasos metros de Puente Fitero sobre el río Pisuerga
    Propiedad y Gestión: Confraternità di San Giacomo di Compostela in Perugia



Itero de la Vega:
-Albergue Municipal de Itero de la Vega
    Localización: Plaza de la Iglesia
    Propiedad y Gestión: Ayuntamiento de Itero de la Vega
    Tel.: (+34) 605 03 43 47

-Albergue Hogar del Peregrino
    Localización: Calle Santa María, 17
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tele.: (+34) 979 15 18 66 / (+34) 616 62 93 53
    Inaugurado en Abril de 2013

-Albergue La Mochila
    Localización: Calle Santa Ana, 3
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 979 15 17 81
    Inaugurado en 2010

-Albergue Puente Fitero
    Localización: Calle Santa María, 3
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 979 15 18 22
    Inaugurado en 2010

-Hostal Puente Fitero
    Localización: Calle Santa María, 3
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 979 15 18 22



Boadilla del Camino:
-Albergue En el Camino
    Localización: Plaza El Rollo
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 979 81 02 84 / (+34) 619 10 51 68

-Albergue Municipal de Boadilla del Camino
    Localización: Calle Antiguas Escuelas
    Propiedad y Gestión: Ayuntamiento de Boadilla del Camino
    Tele.: (+34) 979 81 07 76 / (+34) 979 81 03 90
    Inaugurado en 1985

-Albergue Putzu
    Localización: Calle Las Bodegas, 9
    Propiedad y Gestión: Privada
    Inaugurado en 2009

-Albergue Titas
    Localización: Calle Mayor, 7
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tele.: (+34) 979 81 07 76
    Inaugurado en Junio de 2013

-Hotel Rural En el Camino***
    Localización: Calle Francos, 3 (junto a la Plaza El Rollo)
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 979 81 02 84 / (+34) 619 10 51 68