CAMINO MOZÁRABE (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)






Día 6º: Huéneja - Alquife: 19,13 Km





La noche ha discurrido tranquila, pero antes de que amanezca ya escucho el deambular de José por el baño, así que me espero a que finalice y me levanto para al menos despedirme de él antes de su marcha.

Así sucede, ya que su autobús pasa por la parada antes de que amanezca, por lo que desea estar en la misma con la anticipación suficiente. Aquí termina la breve compañía con el hasta el momento, único peregrino con quien coincido, pero he tenido la suerte de poder compartir al menos unos momentos que siempre son de agradecer cuando te encuentras con una persona que sabe estar respetando el espacio e ideas de los demás, incluso siendo coincidentes. ¡¡Buen Camino…!!

Después de desayunar, recoger mi equipaje y dejar el albergue en perfecto estado para la siguiente visita del próximo peregrino, desciendo hasta la calle depositando los últimos restos de basura en el contenedor apropiado.

Todavía no ha aparecido el sol cuando son las 07:15 horas, pero aprovecho para caminar por el tramo urbano que me aproximará a la salida de la población.

Lo hago por la calle Barrichillo durante 160 metros en dirección norte hasta llegar a la calle Ramblilla, por la que prosigo en la misma dirección hasta llegar 120 metros después al puente que me permitirá salvar la carretera A-4103, por el denominado Camino de la Ermita, ahora en dirección oeste.

El paso por el puente me permite observar la limpieza del horizonte y el despertar de esta población antes de que desaparezca la iluminación de las calles.





En mi despedida de la población, dejo atrás sus últimas edificaciones, entre las que se encuentra la Ermita de la Presentación, construida en el siglo XVI, si bien experimentó varias obras y reformas hasta el siglo XIX, estando constituida por una planta rectangular y dos capillas laterales.





Ya en campo abierto, ahora por pista de tierra, prosigo caminando en dirección oeste durante 220 metros hasta llegar a una primera bifurcación en la que tomo la rama de la derecha de acuerdo con la señalización del mojón y flecha amarilla.







Solo 130 metros después, manteniendo la dirección, la pista desaparece convirtiéndose en una senda que discurre entre tierras de labor y almendros, quedando atrás la población de Huéneja y el “sombrero” de nubes que cubre la sierra de Los Filabres.







La senda deja de ascender y comienza el descenso por la otra vertiente de la colina, caminando ahora por el cauce de uno de los múltiples arroyuelos existentes por la zona, con guijarros sueltos, en busca de la planicie.







La senda continúa zigzagueando entre matojos y almendros, con la siempre presente flecha amarilla que sigue certificando la certidumbre de la ruta seguida.





Abandono el cauce del riachuelo ascendiendo por la ladera de la colina, junto al cartel señalizador del Camino.





Ahora la senda se convierte en una cómoda pista de tierra que discurre a través de una joven plantación de almendros, perdiéndose la vista en el horizonte con un primer plano del parque eólico con decenas de aerogeneradores, acotando el espacio la sierra de los Filabres, coronada por nubes.





Después de caminar 800 metros por esta pista de tierra en dirección noroeste, bordeando una gran balsa de enorme capacidad que facilita el almacenamiento y distribución de agua para el riego de estas tierras, llegamos a una pista asfaltada donde tomaremos hacia la izquierda, ya con la visión de la próxima población.





Sin embargo, el tránsito por esta pista asfaltada apenas dura 100 metros, al cabo de los cuales y con buen criterio, la abandonamos para dirigirnos ahora por una pista de tierra a la población de Dólar, de acuerdo con la señalización del mojón del Camino.





Después de 650 metros, salvamos el cauce de la Rambla de las Viñas y proseguiremos otros 450 metros hasta entrar en el núcleo urbano, discurriendo entre plantaciones de almendros y zonas de huerto.

Desde aquí podemos disfrutar de la maravillosa panorámica que nos brinda la imagen de la población de Dólar y el fondo de la cadena montañosa de Sierra Nevada con la nieve brillando ya en las cumbres, siempre que la inmensa masa nubosa que la corona lo permita.







Serán las 08:30 horas cuando accedo al núcleo urbano de esta población de Dólar, situada por encima de los 1200 metros de altitud y cuyas construcciones se expanden por la falda de la colina en la que se encuentran los restos de un antiguo castillo medieval.

Esta población de aproximadamente 600 habitantes, podría deber su nombre a la palabra “dolaria”, alusiva a lugar de abundante madera, pudiendo tener sentido, puesto que Dólar está rodeada de abundantes bosques.

Nada más acceder por sus calles, me encuentro con el edificio de la Iglesia Parroquial de la Anunciación, construida en el siglo XVII sobre una iglesia anterior más pequeña.

Sin embargo, el patrón del municipio es San Andrés, culto introducido por los colonos que, en el siglo XVI, llegaros desde Baeza, entonces Reino de Jaén.







Desde aquí, callejeando, de acuerdo con la dirección de las flechas amarillas, llego hasta la plaza en que se encuentra el edificio del Ayuntamiento y aprovechando que está abierto accedo al mismo para sellar la Credencial.





Como la hora es temprana y dos de los bares ante los que paso todavía están cerrados, decido continuar caminando y disfrutar de la agradable mañana.

Abandono la población y tomo la pista señalizada que definitivamente me saca del núcleo urbano en dirección oeste.





Solo 200 metros después, llego a las puertas de la ermita de San Antón, construida en 1952.

Para la festividad de este santo, unos días antes, trasladan en romería la imagen del mismo desde la ermita a la iglesia.





Apenas 240 metros después, nos encontramos cruzando la Rambla del Castañar, aunque sin señales de agua en su cauce, por lo que lo salvo sin problemas, continuando en la misma dirección que traía, es decir hacia el oeste.





Continúa el recorrido, bordeando la ladera de una colina, a través de campos de almendros, quedando atrás la población de Dólar.







Ahora comienzo un ascenso en el que la pista por la que caminamos tiene una bifurcación, pero la señalización nos indica tomar el ramal de la derecha, lo que nos permitirá pasar por la vaguada que delimita las dos colinas circundantes, quedando el pinar a la izquierda de nuestro sentido de marcha.







Desde este punto privilegiado durante el ascenso, podemos contemplar el impresionante llano del Marquesado del Zenete, aunque cubierto por una enorme masa nubosa que se hace mucho más densa allá por las inmediaciones y picos de la sierra de Los Filabres.

Este llano que ha migrado de ser en otros tiempos despensa cerealista a generador de electricidad mediante sus campos eólicos, su central fotovoltaica y su gran central termosolar.







Prosigue el deambular entre colinas hasta llegar a las inmediaciones de un castaño centenario, dando una referencia de su tamaño la edificación existente a su lado, que oportunamente tiene sobre su fachada la siempre agradecida flecha amarilla.





Poco después comienza el descenso en dirección a la ya cercana población de Ferreira, hundida en el valle, pero con la impresionante imagen del macizo de Sierra Nevada con sus cumbres bañadas por la nieve.





Ya a las puertas de la población, las inequívocas flechas amarillas insisten en la necesidad del descenso para llegar al núcleo urbano, después de 75 minutos y haber recorrido los 4,5 Km que separan Dólar y Ferreira.





Son las 10:00 horas cuando accedo al núcleo urbano de Ferreira, siendo “mal recibido” por un pequeño chucho que si me descuido consigue morderme, a pesar de la insistencia de su propietaria en intentar atraerlo hacia su domicilio.







Sigo por sus calles el itinerario que marca la señalización del Camino hasta llegar a La Alcazaba, hoy convertida en Centro de Interpretación de la Arquitectura Árabe.

Se trata de una gran torre de alquería de casi 12 metros de lado y 8,5 metros de altura conservada. La torre debía de tener al menos dos plantas y una terraza superior.

En la planta baja existe un pequeño aljibe para uso exclusivo de la guarnición y un silo excavado en roca de 3 metros de profundidad. La segunda planta muestra los elementos propiamente defensivos: cuatro saeteras, una por cada lado.

Tras la conquista cristiana de la torre, fue integrada en la llamada “Casa Grande”, de carácter nobiliario y estilo morisco, construida a mediados del siglo XVI. A partir de este momento fue utilizada como dependencias para el ganado y como granero.

Su reciente restauración la ha devuelto todo el esplendor de su pasado islámico.







Junto a La Alcazaba existe una indicación de la existencia de una Panadería próxima, aunque podrían haberse ahorrado la indicación, ya que el fabuloso olor que hasta allí llega te conduce hasta la puerta del establecimiento, no pudiendo abstraerme al aroma de pan recién hecho hasta llegar a su puerta.







Prosigo caminando hasta desembocar en la Plaza de la Constitución, lugar en el que se ubica tanto el edificio del Ayuntamiento como la Iglesia.

Puesto que el Ayuntamiento está abierto al público, accedo para sellar la Credencial, a la vez que me informo de la existencia de algún establecimiento donde poder desayunar, aunque al parecer el único existente lo he dejado a la entrada de la población.





Esta pequeña población de Ferreira, con aproximadamente tres centenares de habitantes, cuyo topónimo alude a la abundancia del mineral de hierro en la zona.

En el siglo XV, por las capitulaciones de El Zagal se constituyó el Marquesado del Zenete, siendo Ferreira una de las villas que lo integran.

Al producirse sublevaciones entre sus habitantes, entonces eran moriscos, fueron expulsados, siendo repobladas estas tierras por gente peninsular, especialmente gallegos.

La otra edificación existente en esta Plaza de la Constitución es la Iglesia Parroquial de la Anunciación, en la que llama la atención el enorme grosor de su torre, casi tan amplia como el resto de la Iglesia.

Como casi todas las iglesias de la zona de Sened, se construyó sobre la antigua mezquita que se conservó hasta 1500. La actual construcción presenta modificaciones sobre el plan original, tras su parcial destrucción durante la Guerra Civil.

Una gran cruz preside su frontón, manteniendo la construcción de su torre el estilo mudéjar y el ladrillo visto.





Hoy tengo la suerte de encontrar abierta la Iglesia, pudiendo acceder a la misma y contemplar el interior de esta, siendo la edificación más preciada de la población y que la representa como buque insignia de la misma.

En su interior presenta dos naves laterales que conforman su planta basilical, unidas por arcos de medio punto y un cuidado artesonado de madera.





Una vez finalizada la visita a la iglesia, entiendo que es la hora apropiada para desayunar antes de continuar la etapa, así que me dirijo hasta el único establecimiento existente “El Hogar de Ferreira”.

La primera impresión de su ubicación, con la terraza elevada sobre el nivel de la calle y su amplio interior, con apenas una decena de clientes, me permite ubicarme en una mesa situada al extremo de la barra y junto a una ventana.

Mi solicitud es simple, una cerveza y pan con tomate, aceite y jamón. Sin embargo, mi buena impresión inicial se siente defraudada ante la realidad de los alimentos, con un pan duro y quemado en el tostador, además de un jamón que no sabe a nada, todo, incluida la cerveza, por el “módico” precio de 4 €, siendo la cerveza de lo único que pude disfrutar. Debí hacer caso de la primera sensación, cuando la casualidad me hizo no apreciar su existencia al acceder a la población y pasar de largo.

Pero hay que proseguir la etapa, así que retorno callejeando al punto que me incorpora a la ruta del Camino, junto a la fuente de cuatro caños.





Camino en la dirección norte como marcan las flechas amarillas, descendiendo por la calle las Eras durante 90 metros, hasta desembocar en una pista asfaltada denominada Camino del Cementerio, dejando atrás la última edificación urbana.

Después de caminar durante 210 metros por esta pista asfaltada y bordear las paredes del cementerio, tomo el desvío existente a la izquierda para caminar ahora por una pista de tierra ya en dirección oeste rodeado de almendros y dejando atrás Ferreira.







Después de 400 metros por esta pista de tierra, nos encontramos con el cauce de una nueva Rambla, en este caso se trata de la Rambla Barranco Hondo, que cruzaremos perpendicularmente, manteniendo la dirección oeste.







Solo 800 metros después en suave ascenso por esta pista entre almendros llego hasta la carretera GR-5200, justo a las puertas del área de descanso del denominado Mirador de Ferreira.







Desde la cima de este altozano, en el cruce con la carretera GR-5200, podemos contemplar una panorámica de esta población.





En este altozano hay una bifurcación a la que se une esta carretera GR-5200, se trata de la carretera A-337 que en dirección sur inicia el ascenso al Puerto de La Ragua, que con sus 2041 metros permite el paso de Sierra Nevada para descender hacia la costa granadina y almeriense.





En nuestro caso, de acuerdo con la señalización del mojón y la flecha amarilla, cruzaremos perpendicularmente la carretera para continuar por la senda que de allí parte, continuando en dirección oeste.





La senda discurre, inicialmente en descenso, bordeando un pinar por la izquierda y un campo de almendros a la derecha, mientras que en el horizonte resalta la imperturbable imagen de Sierra Nevada con sus cimas “blanqueadas” por la nieve.





Simultáneamente, la panorámica se extiende a la derecha con la maravillosa imagen de la ya cercana población de La Calahorra, presidida por su impresionante castillo coronando la cima del monte en cuya ladera se asienta el área urbana.







Después de 700 metros por esta senda de tierra, abandono la vecindad del pinar para desviarme ahora hacia la derecha en dirección noroeste a través de una amplia pista para cruzar la rambla de Urquiza.







Esta pista me va aproximando a la ya cercana población de La Calahorra, a través del ahora llano en el que resalta la imagen del Castillo como guía y faro del caminante.







Son las 11:30 horas y ya me encuentro en el área urbana recorriendo sus calles y justamente en el cruce con la Avenida del Marquesado (carretera GR-5201) y frente al Hostal Labella, descubro el mojón del Camino que señaliza la mítica cifra del primer centenar de Km recorridos desde el inicio en Almería.





Prosigo callejeando, siguiendo la señalización de las flechas amarillas, hasta llegar a la fuente Califal de los Caños (siglo XI), con nueve caños que vierten su agua sobre un gran pilón.





Aquí me encamino por la calle Los Caños que me llevará directamente hasta su plaza principal, aunque en el trayecto, además de la bonita panorámica que me ofrece con la torre de la iglesia y el castillo, aparece en primer plano la edificación, con un pésimo estado de conservación, denominada Casa Señorial “Casa Grande”, aunque sigue sin perder su belleza externa.





Ya en la Plaza del Ayuntamiento, me dirijo al edificio que da nombre a la plaza para sellar la Credencial. Tuvieron la amabilidad de salir a la puerta del mismo para sellarla, evitando así el acceso y contacto con otras personas (la pandemia sigue obligando).

Consulto la posibilidad de visitar el Castillo, pero me indica que me pueden facilitar un teléfono de contacto en el que me pueden informar de las fechas y horarios de visita.







Esta bonita población, de varios centenares de habitantes, goza de una rica historia. Así, remontándonos a la época de Reino Nazarí de Granada, se consideraba una comarca con una rica actividad económica basada en la ganadería y el cultivo del cereales y moreras, base de una industria sedera.

En diciembre de 1489, durante la conquista del reino de Granada por los Reyes Católicos, Cidi Yahya Al Nayar, caudillo musulmán, entregó a los cristianos algunos lugares de la comarca del Zenete entre ellos La Calahorra.

La Calahorra, con su castillo, aparece como un importante centro de avituallamiento y estancia de las tropas que procedentes de Guadix se dirigen a La Alpujarra por el puerto de La Ragua, siendo el Marqués de Vélez el capitán que más tiempo permanece en el pueblo.

Durante el reinado de Felipe II se produce la segunda sublevación de Las Alpujarras entre los años 1568 y 1571. El final de la sublevación de los moriscos supuso la requisa de bienes y propiedades y su expulsión y distribución por toda la península.

A excepción de las concernientes al castillo es difícil encontrar referencias a La Calahorra después de la expulsión de los moriscos.

La carencia de buenas comunicaciones da una idea de su estancamiento económico. Sería en 1895, con la inauguración del tramo ferroviario entre Guadix y Almería de la línea Linares – Almería y la construcción de la estación en La Calahorra, cuando se facilitan las comunicaciones con el resto de España.

En esta misma plaza del Ayuntamiento también se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación, considerada como una de las más monumentales del Marquesado, ya que su primera estructura mudéjar fue ampliamente enriquecida con aportaciones barrocas.

Su construcción se inició a mediados del siglo XVI, estallando la revolución morisca cuando estaba a medio hacer, cubriéndose provisionalmente y no terminándose hasta bien entrado el siglo XVII.

La torre se terminó poco después de 1774, presentando un claro contraste en estructura y ornato con lo anterior.







Ante la circunstancia de encontrar abierta la iglesia, pude acceder a su interior y comprobar la existencia de tres capillas laterales con interesantes adornos y altares barrocos.

En tanto que la nave principal está cubierta por una sobria armadura con paños de lacería, la capilla mayor sin embargo está cubierta por una cúpula con modernas pinturas que producen un buen efecto.







Es el mediodía y todavía tengo la duda razonable de finalizar la etapa aquí en La Calahorra (aunque no hay albergue) y ascender al castillo para visitar al menos su exterior si no hubiese posibilidad de acceder al interior.

La otra opción es continuar hasta la siguiente población, Alquife, distante aproximadamente 6 Km, donde definitivamente finalizar la etapa.

En esta disyuntiva me encuentro, observando desde la misma plaza de la población como ascienden las edificaciones colina arriba y la figura del castillo coronando la cima de la montaña.





Este monumental castillo, todo un símbolo para la comarca del Marquesado, se construyó a principios del siglo XVI, a petición expresa del Marqués de Zenete, como regalo a su joven esposa (una joven de quince años de quien quedó prendado al enviudar, a quien raptó y forzó a casarse con él).

La historia se remonta al año 1490 cuando los Reyes católicos conceden al Cardenal Mendoza el señorío de estas tierras, que más tarde sería el Marquesado del Zenete, como premio a los servicios prestados.

Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, primogénito del Cardenal, heredó el título del Marquesado, siendo el primer señor de estas tierras.

El Cardenal Mendoza, en su búsqueda de prestigio y reconocimiento, trató de establecer una línea de sucesión entre Rodrigo Díaz de Vivar, “El Cid Campeador”, héroe de leyenda conocido por todos, y su vástago. En este intento de manipulación heráldica, el cardenal llamó a su hijo Rodrigo Díaz de Vivar, además de heredar éste el condado del Cid, situado en Jadraque, Guadalajara.

Tal era el poder del Cardenal y la gallardía demostrada por él en tiempos de guerra, que incluso la Reina Isabel, fiel creyente de la ortodoxia matrimonial cristiana, perdonó sus constantes devaneos amorosos, además de pasar por alto que tenía un hijo. Este Castillo-Palacio era capital del Señorío de la familia Mendoza y, por lo tanto, un majestuoso símbolo de su poder.

El Castillo de La Calahorra se encuentra situado sobre una colina de 1250 metros (sobre el nivel del mar), desde la cual se divisa todo el Marquesado de Zenete. Construido entre los años 1509 y 1512 sobre las ruinas de una fortaleza árabe como prueba de la conquista del imperio Nazarí.

Este Castillo tiene una importancia artística inenarrable. En él aparecen las primeras huellas del Renacimiento en España.

Su exterior está compuesto por torres con base circular, y no cuadradas como era típico en la edad media. Para acceder al Castillo, tan solo se puede entrar por el muro Este, por una puerta de pequeñas dimensiones, que desemboca en la Sala de Guardias.

El estado de conservación de este Castillo es excelente, lo que da buena muestra su consideración como Patrimonio Histórico Nacional.

En la actualidad es propiedad privada, no obstante, su interior se puede visitar, perteneciendo a la Casa del Duque del Infantado.





Después de sopesar las dos opciones probables, finalizar aquí la etapa o hacerlo en Alquife, decido finalmente seguir caminando y finalizar en Alquife, dejando la visita al Castillo para mejor momento.

Salgo desde la plaza del Ayuntamiento, dejando a mi derecha el edificio del mismo, para continuar por la calle San Sebastián durante 90 metros, hasta llegar a la calle las Huertas, donde tomo a la derecha en dirección oeste, quedando a mis espaldas las naves de una bodega.

Camino por esta calle de las Huertas, abandonando el área urbana, con la omnipresente presencia del castillo, mientras van quedando atrás las últimas edificaciones.





Después de 290 metros por esta calle las Huertas, tomo en el cruce existente a la izquierda, dejando ya el pueblo y el castillo a mis espaldas, caminando ahora por una pista de tierra que después de 300 metros me lleva a desembocar en otra pista más amplia, donde tomo a la izquierda, de acuerdo con la indicación de las flechas amarillas.





Sin embargo, apenas 100 metros después, tomo el desvío de la derecha según sigue marcando la señalización de las flechas amarillas.





Y de nuevo otros 100 metros después, un nuevo desvío a la izquierda, para proseguir ahora en dirección oeste, de acuerdo con la tablilla de señalización del Camino.







Esta pista de tierra termina, después de 750 metros, en una senda que unos metros después me deja en el cauce de la Rambla del Benejar, que deberé cruzar perpendicularmente como indica la flecha amarilla.







El amplio cauce de esta rambla, me permite contemplar el puente construido a mi izquierda y que permite a la carretera GR-5104 salvar la rambla.







Al salir del cauce de la rambla, continúo por una pequeña senda durante 110 metros hasta desembocar en una amplia y cómoda pista de tierra por la que camino en dirección noroeste entre campos de almendros.

Al salir a campo abierto observo una gran meseta de tierra, millones de metros cúbicos, como si el tiempo se hubiese encargado de depositarla y conformarla en este lugar.





Un poco más adelante, cuando apenas he recorrido 1,8 Km desde que crucé el cauce de la rambla de Benejar, una nueva imagen me sorprende, ahora se trata de un conjunto de casas semiderruidas en estado de total abandono. Parece un pueblo fantasma.





Instantes después queda aclarado el misterio de esta población fantasma y la causa de la gran acumulación de tierra existente.

Se trata de la denominada Barriada de Minas del Marquesado y las Minas de Alquife, que conforman el Complejo Minero de Alquife, complejo patrimonial más importante de este municipio.

La explotación del mineral de hierro debe remontarse, al menos, a la época medieval, aunque durante toda su historia se sucederían las labores de aprovechamiento superficial o en galería del mineral de hierro existente en el cerro que preside el pueblo y sus alrededores. Pero será a partir del siglo XX cuando la explotación se amplíe con la participación de capitales europeos.

A partir de los años 1960 se inicia una explotación masiva y a cielo abierto que llegaría a ser la más grande de Europa y que cerraría en 1997.

Actualmente los restos conservados son impactantes: un poblado minero construido con una clara influencia de instalaciones inglesas similares a las existentes en otros lugares de Andalucía, un complejo industrial dedicado a la extracción y pretratamiento del mineral, así como una completa infraestructura de transporte por ferrocarril exclusiva de la mina.

Por último, dos grandes pozos quedan como testimonio de la actividad extractiva. El mayor de ellos, parcialmente cubierto por las aguas freáticas que han aflorado desde el fin de la actividad, alcanza casi 200 metros de profundidad. Junto a él, la impresionante colina amesetada formada con los sedimentos extraídos junto al mineral, presidiendo el paisaje del marquesado y que tan sorprendentemente me impresionó durante mi caminata.

El pozo más pequeño, aunque de grandes dimensiones también, todavía continúa ofreciendo un nivel de explotación mínimo, aunque bastante alejado de la magnitud del primero. Todavía se puede observar el movimiento de grandes camiones y maquinaria pesada, que prosiguen extrayendo y transportando el material de las profundidades de este pozo.







Todavía no he llegado a la población de Alquife, así que continúo caminando ahora por carretera asfaltada durante 1 Km bordeando la gran masa de sedimentos procedentes de la mina hasta acceder a esta población.







Ya en el núcleo urbano de esta población de Alquife, con 561 habitantes (2021), asciendo por la calle Lepanto, hasta llegar a la altura de la plaza en que se encuentra su Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación que se comenzó a construir en el siglo XVI, finalizando la construcción en el siglo XVII.

La torre se compone de dos cuerpos, que apenas destacan sobre el conjunto del templo y está rematada por una espadaña de hierro forjado.







Son las 13:30 horas, por lo que decido encaminarme en dirección al Albergue Lacho, de propiedad privada y situado en la parte alta del pueblo.

En el trayecto paso ante el pequeño edificio de la ermita de San Hermenegildo (patrón de Alquife), restaurada en el año 2000.





Van a ser la 13:45 horas cuando llego a las puertas del Albergue Lacho, después de ascender 450 metros por la calle Fuente del Santo que me lleva por la ladera de la colina.





La panorámica que se puede contemplar desde el albergue, situado en el sur de la población, es verdaderamente espectacular, desde donde se puede apreciar parcialmente la proporcionalidad de los sedimentos extraídos de la mina.





Al acceder al albergue, contacto con la única persona albergada en el mismo, no se trata de un peregrino, quien me indica como localizar a Lacho.

Efectivamente, Lacho se encontraba en la planta baja del edificio, tras saludarlo me acompaña al alojamiento y me indica la habitación en que he de pernoctar. Dispongo de una litera y dos camas de las que seré el único ocupante, permitiéndome dormir con sábanas y sin saco, toda una delicia. Hace mucho frío.

Es la hora de comer y como es tarde, Lacho se ofrece a llevarme en su coche hasta el único lugar en que es posible hacerlo, se trata del bar Andrés, situado en el centro de la población, indicándome un recorrido para el retorno al albergue algo más corto que el por mi realizado.





La experiencia gastronómica resultó más que aceptable, fui atendido por Pepi, cuñada de Lacho, sorprendiéndome con una comida totalmente casera.

Mientras tomaba un par de cervezas en una mesa de la amplia terraza cubierta, donde también comí, me invitó a una tapa de lomo de orza, ¡fantásticamente elaborado por ella!





Como primer plato, dada la frialdad del día, disfruté de una fenomenal crema de verduras, toda una experiencia reconfortante.







Y como segundo plato, una no menos espectacular carne guisada con patatas y una copa de vino tinto, que terminaron de rehabilitarme totalmente de la prolongada etapa de hoy.







De postre una ensalada de frutas del tiempo, disfrutando después pacientemente de la sobremesa y una infusión con un poco de anís. Toda una experiencia gastronómica, comiendo lo que hay para ese día. Siempre me ha resultado positivo aceptar la oferta del lugar y además con un precio más que moderado. Muchas gracias Pepi.

Una vez finalizada la comida y sobremesa, decido regresar al albergue, no sin antes hacer un pequeño recorrido por las inmediaciones sorprendiéndome un llamativo mural existente frente al bar donde había comido, dedicado a “La Mujer del Minero”.





También en las inmediaciones se encuentra el edificio multifuncional del Ayuntamiento.





Por último, en la misma calle descubro el sencillo y exclusivo monumento dedicado al “Minero”, sangre y vida de esta población.





Al atardecer ya estoy de regreso en el albergue, hace un frío endemoniado, acostumbrado al clima mediterráneo de la costa almeriense, la dureza de esta cara norte de Sierra Nevada se hace notar, máxime teniendo en cuenta que durante la madrugada pasada se ha “blanqueado” su cima.

No me extraña la incomprensión del otro morador del albergue, se trata de un joven de raíces normandas (norte de Francia) que permanentemente se encuentra “enganchado” al ordenador. Me comenta que no esperaba este clima, puesto que se había venido a España para intentar buscar trabajo, haciéndolo relajadamente desde esta zona que él consideraba cálida. Creo que pude aclararle el equívoco e indicarle que nos encontrábamos en la cara norte de Sierra Nevada, siendo la zona de la otra vertiente la del clima tropical. ¡Quedó sorprendido!

Ya entrada la noche, opté por acomodarme en la mesa redonda existente en el amplio salón común del albergue, usando como abrigo uno de los paños de mi habitación. Así terminé de revisar el posible recorrido de mañana.





Pronto apareció el “normando” embozado en un gabán para evitar el frío y se puso a cocinar la cena en el práctico espacio de cocina unido al salón y únicamente separado por una barra americana, lugar que aprovechó como mesa, aunque sin sentarse a pesar de mi ofrecimiento. Yo mientras tanto tomé también algo de alimento, pero en la mesa redonda.





Después de cenar, opté por ver la programación de TV por si había algo de interés, en tanto el otro huésped se retiró a su habitación, donde al parecer había conectado las estufas que encontró disponibles, originando que en reiteradas ocasiones nos quedásemos sin electricidad, saltando el automático que controla la instalación.

Antes de la medianoche me retiré a mi habitación, disfrutando a pesar del frío de mi amplia cama y de tres buenos paños con los que me arropé, permitiéndome pasar una noche descansada.

Mi sugerencia: Interesantes el castillo de La Calahorra y el complejo minero de Alquife.



Albergues de la Etapa y otros alojamientos:

La Calahorra:
-Hostal Restaurante La Bella
    Localización: Carretera de Aldeire, 1 (núcleo urbano)
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 958 677 363 / (+34) 958 677 000
    Atención Especial para Peregrinos

-Hospedería del Zenete ****
    Localización: Carretera de la Ragua, 1 (núcleo urbano)
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 958 67 71 92



Alquife:
-Casa Albergue Privado Lacho
    Localización: Calle Fuentesanta, 14
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel. (+34) 643 89 63 76
    Atención Especial para Peregrinos