CAMINO MOZÁRABE (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)






Día 17º: Baena - Castro del Río: 20,64 Km





La previsión que tenía era madrugar bastante y así lo hago, ya que he de descender desde el castillo hasta la plaza de España, zona por donde puedo pensar en desayunar y así aprovechar la luz eléctrica urbana antes de que amanezca.

A mi paso por la plaza de la Constitución, cuando son las 06:45 horas, todavía con luz eléctrica antes de que amanezca, puedo contemplar un aspecto de la misma totalmente distinto del apreciado a mi llegada al mediodía de ayer.





Al finalizar el descenso en la Plaza de España, tomo en dirección norte por la Avenida Castro del Río (coincidente con el trazado de la carretera N-432a), hasta que después de 200 metros llego a una bifurcación con tres direcciones posibles y un bar con terraza a la izquierda, se trata de Casa Juani, donde aprovecho para entrar a desayunar.

Amanece mientras desayuno, así que retorno al Camino encaminándome por la calle de enfrente del bar, cruzando la avenida Castro del Río (carretera N-432a), denominada avenida de Cañete de las Torres (en dirección noroeste), según va marcando la información del Camino.





Después de 500 metros por esta avenida manteniendo la dirección noroeste, llego a una pequeña rotonda, que debemos cruzar perpendicularmente, para ya prácticamente abandonar el núcleo urbano, confirmando la correcta dirección el mojón existente y las flechas amarillas.







Aquí nos incorporamos a la carretera A-3125, con una calzada estrecha y sin arcenes, caminando en línea recta durante 650 metros, al cabo de los cuales la carretera efectúa un giro a la izquierda por donde proseguiremos, despreciando la salida que se abre a la derecha en el inicio de la curva, señalizada perfectamente con baliza y cartel de dirección prohibida.







Otros 400 metros después caminando por esta calzada asfaltada, se llega al paso subterráneo que permite salvar el trazado de la carretera N-432.







Casi inmediatamente después, solo 140 metros, encontramos una pista de tierra a la derecha por donde debemos continuar, según marca tanto la flecha amarilla dibujada en la señal de tráfico como el mojón existente en la bifurcación de la propia pista, abandonando el asfalto por ahora.





Después de un suave ascenso por esta pista de tierra, coronamos una cima desde la que podemos observar el recorrido realizado hasta el momento y las edificaciones de la población de Baena que va quedando atrás.





Sin embargo, la visión que se abre en dirección a mi sentido de marcha (hacia el noroeste) muestra la espectacular soledad del inmenso olivar por el que discurre esta pista de tierra.





Después de un suave y prolongado descenso, encontramos un nuevo ascenso hasta coronar la denominada loma de Morales, desde la que se puede disfrutar de una amplia panorámica y apreciar el recorrido de esta pista a través del inmenso olivar, permitiendo la climatología prolongar la profundidad del horizonte hasta la lejana cadena montañosa.





Después de 3,8 Km caminando entre olivos por esta cómoda pista de tierra y permanente orientación en dirección noroeste, llegamos al cruce con otra pista en la que debemos tomar a la izquierda, como oportunamente indica el mojón del Camino existente, en dirección oeste.





Este cambio de dirección apenas se mantiene durante 150 metros, al cabo de los cuales accedemos a la calzada de la carretera A-3125, volviendo a encontrarme con ella después de abandonarla a la salida de Baena.







Ya junto al asfalto de esta carretera A-3125, la flecha amarilla dibujada tanto en el fragmento de la tubería de hormigón como en el propio mojón del Camino, indican tomar a la derecha, recuperando de nuevo la dirección norte - noroeste.







El zigzagueo de la esta carretera entre el inmenso olivar, bordeando el cauce del arroyo Juan Cobos, me permite sobrepasar el PK. 27 en sentido descendente.





Después de 1,9 Km a través de esta carretera asfaltada, llego al puente que me permite salvar el cauce del río Guadajoz, afluente del río Guadalquivir, que discurre por tierras cordobesas desde su nacimiento en la sierra de Priego.





Nada más sobrepasar el río, debemos abandonar la carretera A-3521, tomando la carretera de la izquierda cuyo trazado discurre junto a la ribera de este río Guadajoz.

En las inmediaciones de estas bifurcaciones se encuentra la denominada Cueva del Yeso, que ocupa el cuarto lugar, en cuanto a superficie, de las cuevas yesíferas existentes en España. Dispone de un recorrido visitable de 200 metros que se puede realizar mediante cita concertada. El desconocimiento de su existencia me ha impedido realizar la oportuna reserva para poder visitarla.





Así que nada más pasar el puente, tomo el desvío de la izquierda, de acuerdo con las flechas amarillas dibujadas sobre ambos quitamiedos que así lo indican, caminando ahora en dirección oeste por esta carretera CP-325.

Aquí existe un establecimiento hostelero denominado Venta de la Maturra, pero que en estas fechas está cerrado.





Esta carretera es bastante estrecha y sin arcenes, por suerte apenas tiene tráfico rodado y su trazado va por el margen derecho del río Guadajoz, por lo que caminamos a favor de corriente, salvando en ocasiones los múltiples meandros que el río describe en esta zona del valle. Pero siempre con la omnipresente presencia de las flechas amarillas.







En ocasiones podemos contemplar la riqueza agrícola de la enorme vega por la que discurre el cauce de este río dando muestra de sus provechosos efectos.







Después de 4 Km por la calzada asfaltada de esta carretera CP-325, un nuevo mojón del Camino viene a tranquilizar y confirmar la idoneidad de la ruta por la que debemos caminar, ya que en ningún momento del tramo que resta de etapa hemos de abandonar el siempre temido e indeseado asfalto.







Un poco más adelante, cuando van a ser las 10:30 horas de la mañana, me sorprende la presencia de Janny, la peregrina holandesa, que ha aprovechado la sombra de un olivo para descansar y tomar algo de desayuno.





La proximidad del cauce del río y sus meandros, llega en ocasiones a hacer peligrar el trazado y firme de esta carretera, pudiendo horadar alguno de sus ribazos por el efecto que el agua de su caudal produce.





Van a ser las 11:00 horas, cuando comienzo a vislumbrar en el horizonte las edificaciones de la población final de etapa, Castro del Río.





Efectivamente, después de 11 Km caminado por este valle del Guadajoz, entro en el área urbana de Castro del Río cuando se aproxima el mediodía.







Me encamino en dirección al albergue Municipal situado en pleno casco histórico que a su vez se ubica en la parte más elevada de la población.

Comienzo un suave ascenso por la calle de Martos que me lleva ante el Castillo Fortaleza de Castro del Río, del que se conservan restos del antiguo recinto amurallado, erigido por los almohades en el siglo XII con fines defensivos.

Tras la conquista cristiana por Fernando III el Santo, se adjunta al recinto amurallado el Castillo Fortaleza de arquitectura cristiana, que quedará en un extremo del mismo. En esencia se trata de una construcción cuadrangular no muy grande, con plaza de armas y torres en sus esquinas, tres prismáticas y otra cilíndrica.

Hay que destacar su aljibe, que ocupa el centro de la estancia con una capacidad de 80 metros cúbicos. El castillo se sitúa en la cota más alta de la población.







Frente a la fachada del castillo, una pequeña plaza, acoge la imagen del Arcángel San Rafael. Se desconoce cómo comenzó la devoción a San Rafael en Castro del Río, pero sí que un grupo de devotos consiguió erigir un “triunfo” en 1762.

La imagen, labrada en piedra y policromada, es un monumento singular del barroco, puesta en un triunfo “para que libre al pueblo de las tormentas”. Se trata del primer triunfo documentado de San Rafael que se erige fuera de la ciudad de Córdoba.







A continuación, a escasos metros, llego a la plaza de la Iglesia, dejando antes, a mi derecha, la denominada calle “Colejio”, cuya grafía me llama especialmente la atención, sin embargo, bajo esta inscripción aparece un pequeño azulejo en el que el nombre aparece como calle Colegio.





Inmediatamente, ya en la plaza de la Iglesia, quedan patentes las fechas en las que nos encontramos, mostrando una florida cruz de mayo.





Preside no obstante la plaza el edificio de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, sin embargo, no me entretengo en su contemplación puesto que he de acceder cuanto antes al albergue, con cuyo coordinador he contactado telefónicamente.

El albergue de Castro del Río, de propiedad municipal, acercándome a la oficina de información instalada en dependencias municipales.





Nada más pasar bajo el arco sobre el que también se encuentran instalaciones municipales, accedo a una plazoleta en la que destaca la decoración de estas fiestas de mayo.





Desde la Oficina de Información me acompaña Antonio, el coordinador, hasta el albergue que también se encuentra a escasos metros, mostrándome sus instalaciones. Soy por ahora el único peregrino.







Me despido de Antonio y quedo en el albergue, ya con una llave asignada e indicándome que actúe con plena libertad en cuanto al uso de la llave, ya que disponen de algunas copias más para entregar a otros posibles peregrinos.

Me instalo en la planta primera en que se encuentran las literas, en una habitación con cuatro plazas.







En la planta baja, además del hall que hace de distribuidor tanto para acceder a las escaleras como el pasillo de salida al patio, también hay un amplio salón en el que se nota la falta de mantenimiento, ya que alguna de las ventanas que dan a la calle carecen de cristales. El largo pasillo que desemboca en un agradable patio, con pila para lavar y unas cómodas silletas en las que descansar y disfrutar del buen tiempo, aunque hoy amenaza lluvia.







Finalmente, después de asearme y dejar preparada la litera elegida con mi equipamiento, decido salir a recorrer la población, pues todavía es temprano.

Camino por algunas de las callejas de este barrio de la Villa, conocido por ocupar la parte alta de la colina, rodeado por un recinto amurallado de la época almohade.

Bordeando la parte posterior de la Iglesia de la Asunción hasta llegar a la calle Pósito, donde se encuentra el edificio denominado Pósito Municipal, que fue determinante en la vida económica de la población, albergando en su interior el grano de la cosecha para garantizar al abastecimiento de la población en los años de escasez.

En la actualidad alberga diferentes espacios expositivos de carácter permanente como Centro de Interpretación de la madera de olivo, Fundación Musical Joaquín Villatoro o el Museo de Usos y Costumbres.





En esta misma calle y frente al Pósito Municipal, se encuentra el espacio conventual de la Antigua Capilla del colegio de San Acisclo y Santa Victoria, fundado en 1790 y regentado hasta su cierre en 1987 por la Congregación Hijas del Patrocinio de María.

Se caracteriza por tener una arquitectura en miniatura. Planta en cruz latina y una portada elegante y ordenada. En la actualidad alberga de forma permanente la obra, pinturas, dibujos y esculturas del Museo Antonio Villa Toro.





Desciendo ahora por la calle Don Andrés J. Criado en la que un nuevo arco, adornado por la hornacina que contiene una imagen religiosa, correspondiente a uno de los accesos a la población a través de la muralla.





Junto al arco, los bajos del Ayuntamiento, acogen en su bonito patio interior, las dependencias de la jefatura de la Policía Municipal y la Sala de Síntesis Histórica, edificación que en otras épocas fue sede de las antiguas cárceles.





Retornando a la calle Pósito, descubro el acceso a la calle Mirador, que finaliza en una terraza abancalada que permite descender zigzagueando a la parte baja de la población.







Ahora ya de retorno hacia la zona del albergue, en el espacio de una pequeña placeta que nace aprovechando el esquinazo del entrante de una edificación en la calle San Juan, puedo volver a contemplar el floreado adorno de estas universales Cruces de Mayo.







Se aproxima la hora de comer y el momento de localizar un establecimiento donde hacerlo. En el encuentro con algunos vecinos, me han sugerido entre otras opciones la posibilidad de comer en el bar Córdoba, sin embargo, a pesar de las indicaciones no consigo encontrar su ubicación, hasta que la amabilidad de uno de los convecinos, además de hacer de cicerone, me acompaña prácticamente hasta la calle en que se encuentra el bar Córdoba.

Durante el recorrido caminamos por las proximidades de la antigua muralla, con zonas en las que se conservan algunos lienzos de la misma, fechados en el siglo XII, en la época almohade, presentando una forma irregular para adaptarse a la configuración del terreno, contando con cuatro torreones que jalonan la muralla que se elevan de dos a tres metros sobre el lienzo de la misma.

Continuamos por la calle Estrella hasta llegar al denominado arco del Agujero.







Descendiendo por la calle Agujero, de empinada pendiente, jalonada de farolas en las paredes, dejo atrás los arcos que aún resisten de las antiguas edificaciones.





Después de agradecer su amabilidad, mi “cicerone” me deja junto a la calle Juan Víctor, que por su breve longitud me deja ya en la calle Córdoba, lugar en la que se encuentra el bar recomendado.

Después de visitar el bar y dado todavía lo temprano de la hora, decido, ya por la parte baja de la población, caminar por los alrededores para llegar al final de la población en dirección noroeste. Aquí me encuentro con un cartel informativo del Camino Mozárabe mostrando la distancia que resta hasta Santiago de Compostela, 1067 Km.





Ya en el bar Córdoba, después de saborear una refrescante copa de vino fino, me dispongo a tomar el menú que me ofrecen, disfrutando en primer lugar de un espectacular estofado de patatas con carne.





Como segundo plato, una ensalada acompañando a una fritura de “choco”, termina de completar esta mi primera comida de hoy.







Ya en la sobremesa, disfruto de un postre e infusión que me permiten reposar pacientemente la comida. Antes de abandonar el local hace acto de presencia la peregrina holandesa Janny para comer, indicándome que se ha alojado en el hostal próximo.

De retorno hacia el albergue, asciendo por la calle Córdoba hasta llegar al cruce con la calle Alta, lugar en el que se encuentra la Iglesia de Madre de Dios, construida en 1430, sufriendo reformas posteriores, según figura en sus portadas en los años 1607 y 1647.

Como resultado de estas obras, encontramos un templo de los más originales y curiosos de tierras cordobesas. Su planta trapezoidal e irregular viene a ser el resultado de dos iglesias perpendiculares con caracteres de distintas épocas, ocupando esta cuña en la confluencia entre dos calles.







En esta confluencia de calles, pero ya en la calle La Tercia, se encuentra un singular edificio y según consta en su fachada, se construyó en 1910, como sede del casino denominado Círculo El Liceo.







Prosigo caminando por la calle Alta en dirección norte, en un parsimonioso recorrido turístico hasta llegar por esta calle comercial hasta la Plaza de Jesús, en la que se encuentra la Iglesia de Jesús Nazareno, inicialmente conocida como ermita de San Benito.

Se trata de un edificio de sencilla arquitectura construido entre los años 1700 y 1733. Su fachada principal, concebida con un paramento rectangular rematado por un frontón con placados geométricos de gran plasticidad.





Ya de nuevo dentro del recinto de las murallas, en el barrio de la Villa, recorro alguna de sus floreadas y decoradas calles, como la calle de Los Dolores, volviendo a recordar la espectacularidad del mes en que nos encontramos.





Regreso al albergue donde permanezco parte de la tarde descansando, hasta que antes de anochecer regreso a las calles de esta población.

Cuando me encuentro ante la fachada de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, vuelvo a rencontrarme con mis conocidos peregrinos franceses que en esta ocasión se han alojado en una céntrica casa rural, en esta misma plaza de la Iglesia.

Decido acompañarles para conocer el recorrido de salida de la población en la etapa de mañana, así que regreso a mi andadura de hoy y callejeamos hasta la denominada Glorieta de la Mecedora, donde se abandona el área urbana cruzando el río Guadajoz para ya proseguir por la carretera C-329 que conecta con la N-432.

Retornamos hacia el centro urbano, interesándose por un lugar donde cenar, comentándoles la singularidad del Bar Córdoba, así que deciden dirigirse allí, pero dado lo temprano de la hora, yo rehúso acompañarlos y me encamino de nuevo hasta la Plaza de la Iglesia.

Aquí solo puedo contemplar la fachada de la esta Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, posiblemente una de las primeras iglesias rurales del obispado cordobés. Con anterioridad a este templo existió otra iglesia cristiana pero dispuesta en sentido transversal a la de hoy. Esta ubicación podría corresponder a la reutilización, durante los primeros años posteriores a la conquista, de la posible mezquita existente según algunos autores. Según consta en la Primera Crónica General se deduce que, en 1240, existía en Castro del Río una aljama musulmana.

Los restos más antiguos localizados en la cabecera del templo, datados a finales del siglo XIII o principios del siglo XIV, hecho avalado por la tradición cristiana de comenzar a erigir los templos por la cabecera. Las columnas adosadas a los pilares del ábside central son reaprovechamiento de fustes y capiteles romanos y árabes. A partir de este momento será cuando se adopte un plan definitivamente mudéjar y un ábside de goticismo tosco.

Será en el siglo XVI cuando el edificio modifique totalmente su aspecto, adoptando se fisonomía actual de características mudéjar.

La portada principal está documentada en 1523 y relacionada con el plateresco, concebida como unidad artística independiente. Sobre ella se alza una torre de estética militar que sirve de base para la torre del campanario, que sería reconstruida en 1613.

Después de múltiples y variadas reformas y ampliaciones a lo largo de los siglos venideros, sería ya en el siglo XX cuando se realizan nuevas reformas en la iglesia, siendo ya en la década de 1990 cuando el estado ruinoso del edificio llevó a la clausura del templo. En 1998 comienzan las obras en la iglesia que ha supuesto la reparación y refuerzos de la cubierta de la nave central y la de la Epístola.





Ya entrada la noche, me encamino nuevamente al bar Córdoba para cenar, me vuelvo a encontrar con Jacques y sus acompañantes que regresan del mismo lugar.

Por mi parte, esta noche limito la cena a una sopa de marisco y un filete de merluza rebozada con ensalada, además de bebida y postre, todo por el módico precio de 8,50 €. Después de conversar con el propietario y agradecer la bondad de la comida y cena, me despido hasta la mañana siguiente para desayunar a mi salida de la población, puesto que me indican que a esas tempranas horas ya estarán abiertos.

Regreso al albergue en el que continúo como único hospedado y me retiro a descansar.



Mi sugerencia: visitar sus callejuelas del barrio de La Villa



Albergues de la Etapa y otros alojamientos:

Castro del Río:
-Albergue Municipal de Peregrinos de Castro del Río/span>
    Localización: Calle Colegio, 7
    Propiedad y Gestión: Municipal
    Tel.: (+34) 652 88 08 94 (Antonio) / (+34) 957 372 377 policía local
    Atención Especial a Peregrinos

-Pensión Casa Antonio
    Localización: Calle Olivos, 15
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 957 372 806
    Atención Especial a Peregrinos

-Casa Rural La Villa
    Localización: Plaza de la Iglesia, 9
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 669 25 14 51

-Hostal A Ka La Sole
    Localización: Calle Álamo, 7
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 618 88 97 21 / (+34) 957 372 435
    Atención Especial a Peregrinos