CAMINO MOZÁRABE (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)






Día 20º: Córdoba - Cerro Muriano: 17,79 Km





Hoy es un día especial, tengo un largo recorrido urbano para salir de la población de Córdoba y posteriormente una etapa fuerte, con el ascenso de mayor desnivel del Camino.

Por estas circunstancias madrugo más de lo normal para aprovechar en el recorrido urbano la iluminación eléctrica de la ciudad. Son las 06:15 horas de la madrugada cuando abandono el Hostal La Fuente situado en la calle Feria (San Fernando), descendiendo por la misma durante 220 metros hasta llegar al comienzo de la calle Lucano, donde tomo a la izquierda.

En el recorrido por esta calle Lucano paso junto al triunfo de San Rafael, situado en la cordobesa plaza del Potro, que debe su nombre a la fuente renacentista que la preside, cuyo principal elemento decorativo es un potro.





A partir de aquí, prosigue la calle cambiando de nombre y denominándose ahora calle Lineros durante 200 metros, para proseguir manteniendo la dirección este por la breve calle Don Rodrigo.

El último tramo de este rectilíneo recorrido es de 300 metros por la calle de Agustín Moreno, al cabo de los cuales tomamos a la izquierda por la estrecha calle Rave, caminando ahora en dirección norte, hasta cruzar la calle Alfonso XII para desembocar en la plaza de la Magdalena.

A estas tempranas horas puedo contemplar la fachada de la iglesia de la Magdalena, con la iluminación nocturna, una de las primeras en edificarse y modelo para otras parroquias cordobesas. En su estilo se mezcla tanto el gótico como el románico y el mudéjar.

Su portada principal, situada a los pies, luce un bello rosetón. Sin embargo, de las portadas laterales sobresale la de la derecha, decorada con puntas de diamante, fechada como la más antigua puerta de las iglesias de Córdoba. La torre del siglo XVII, se desarrolla en cuerpos decrecientes.





Prosigo por la Ronda de Andújar y Arroyo de San Lorenzo hasta desembocar en la Plaza de San Lorenzo ya casi al alba. La luz de un farol resalta el mosaico del Camino señalizando la correcta dirección, ante la presencia de un madrugador vecino.







Pero la más bella imagen con la que este amanecer cordobés me sorprende, es la maravillosa fachada principal de la Iglesia de San Lorenzo Mártir, todavía con las calles iluminadas por las farolas y la fachada de la iglesia igualmente iluminada. Se trata de una de las más exquisitas joyas de la arquitectura medieval cordobesa.

A pesar de las remodelaciones, las restauraciones efectuadas a principios de siglo, le han devuelto parte de su primigenia estética.

Su espectacular pórtico de tres arcos que antecede a la entrada principal, situándose en el lado izquierdo la torre, construida sobre el alminar de una antigua mezquita, cuyos restos pueden apreciarse en el cuerpo principal, siendo los tres últimos añadidos en el siglo XVII.

En el centro de esta fachada principal, resalta el impresionante rosetón.







Prosigo caminando por la calle Jesús del Calvario, por el lateral izquierdo de la iglesia de San Lorenzo Mártir, hasta llegar a la plaza de San Juan de Letrán, donde tomo a la derecha por la calle Frailes, en la que ya con el amanecer brillando en el azul cielo, aunque todavía con la iluminación eléctrica de las calles, un nuevo mosaico del Camino vuelve a confirmarme la dirección a seguir.







Esta calle Frailes me conduce hasta la plaza del Corazón de María (más conocida como plaza del Alpargate), ante la colosal fachada de la Iglesia de los Trinitarios, perteneciente al Convento de los Padres de Gracia, de estilo barroco del siglo XVII, destacando su portada, como inicio de las que serán fachadas – retablo.





Prosigo caminando por zona urbana tomando a la izquierda por la Ronda del Marrubial, que abandono inmediatamente para continuar callejeando en dirección norte por las calles Sagunto, Cinco Caballeros, cruzar la Avenida de Carlos III y proseguir poa la calle Blas Infante que definitivamente me saca de las edificaciones urbanas cuando van a ser las 07:30 horas.





Ahora unas flechas amarillas me indican proseguir por el túnel sobre el que discurre la vía del ferrocarril.





Hay que continuar atento a las flechas amarillas ya que, en escasos metros, apenas 80, nos sacarán del asfalto para introducirnos en una suave pista en descenso por la derecha.





Esta pista nos conduce hasta el puente Romano Arroyo de los Pedroches que nos permitirá salvar el cauce del arroyo del mismo nombre.

Formaba posiblemente parte de la antigua vía Corduba – Emerita (unía Córdoba con Mérida), así como de la Cañada Real Soriana, datando su construcción del siglo I a.C.

El puente consta de tres tramos rectos no alineados, disponiéndose el central con tres ojos formados por arcos de medio punto, perpendicular al cauce del arroyo, mientras las rampas aparecen giradas.

Es increíble que esta “minúscula” pero colosal obra, se encuentre perdida y aislada entre la maleza sin una información que la sitúe dentro del rango que se merece. Gracias a las personas y organizaciones que han intervenido en la elaboración de este Camino Mozárabe y no obviar el recorrido a través de esta impresionante obra, tanto por su antigüedad como por el perfecto estado de conservación en que se encuentra.





El cauce del arroyo se puede contemplar desde el centro del puente, aunque escondido entre la abundante vegetación.







Pero nada más que iniciar el descenso mi alegría se torna en preocupación, ya que el tipo de suelo arcilloso que compone estas tierras, cuando está seco se torna liso, sin embargo, cuando está húmedo se vuelve pegajoso y esta última es la situación actual, agravándose mucho más al paso del arroyo de Trinidades.

Me antecede como es habitual y como sucedió en jornadas anteriores la peregrina holandesa, al parecer madruga más que yo.







Ahora caminamos 200 metros en dirección oeste por una senda abierta entre la vegetación que nos conducirá hacia un cruce de pasos elevados bajo los que debemos transitar.





Efectivamente, desembocamos en una vía asfaltada, bajo puentes elevados de carreteras, por la que caminaremos durante 500 metros en ocasiones paralelos a la vía del ferrocarril, pero a distinto nivel. Siendo de agradecer la permanente señalización del Camino incluso con mosaicos del Camino en las cimentaciones de los puentes.





Después de este tránsito por el asfalto, tomamos una senda existente y señalizada a la izquierda que nos conduce en dirección a una cercana construcción agrícola y el cauce del Canal del Guadalmellato.





Ahora, antes de llegar a la edificación para bordearla perimetralmente por la izquierda, cruzamos el canal de Guadalmellato, proseguimos ascendiendo suavemente en dirección norte. Atrás queda la ciudad de Córdoba.





Prosigue el recorrido en suave ascenso, siempre manteniendo la dirección norte y con la compañía de la permanente señalización de las flechas amarillas, a través de esta amplia dehesa con algunas encinas aisladas.







Después de 600 metros por esta senda desde que bordeamos la última edificación agrícola, siguiendo atentamente las indicaciones de las flechas amarillas, llegamos a una pista de tierra donde tomaremos a la izquierda.







Casi inmediatamente llegamos a una zona en la que una barrera transversal impide el paso de vehículos, sin embargo, hay espacio suficiente para transitar peatonalmente y así lo indican las flechas amarillas, por lo que debemos sobrepasarla y continuar caminando.







Estas pistas dan acceso a una macro explotación de canteras, sin embargo, el trayecto está perfectamente señalizado para conducirnos por la pista apropiada durante 700 metros, mediante flechas amarillas y mojones del Camino en dirección norte.





Finalmente abandonamos la pista al encontrarnos con el trazado de la carretera CO-3101, cruzándola perpendicularmente para proseguir por una senda.





Nos vamos adentrando por la senda paralela a la carretera CO-3101, entre las edificaciones de las múltiples urbanizaciones residenciales existentes en las zonas de Peña Tejada y Doña Manuela.





Después de 550 metros, cruzamos la carretera CO-3101 pasando a la otra vertiente, adentrándonos ahora por la senda, entre las edificaciones de la urbanización La Colina.







Continuamos avanzando por las calles Sauce y El Guindo, en dirección norte, hasta abandonar el asfalto y desviarnos hacia una pista de tierra de acuerdo con la indicación de la flecha amarilla.







La pista de tierra nos va conduciendo junto a las paredes de las últimas edificaciones urbanísticas, con algún sobresalto que otro debido a la existencia de perros en algunas de las propiedades, aspecto siempre desagradable ante el temor de que alguno de estos animales encuentre un hueco en las cercas circundantes.







Ya fuera de las zonas edificadas, una senda avanza entre encinas y matorrales manteniendo la dirección norte.





Todavía se pueden apreciar restos de las recientes lluvias con alguna zona encharcada.





Después de 950 metros por estas calles y pistas de salida de las urbanizaciones, nos volvemos a encontrar con el asfalto, en esta ocasión se trata de una estrecha carretera local, por la que caminaremos unos escasos metros en dirección norte según indica la flecha amarilla.





Solo 50 metros después, abandono esta carretera asfaltada por la izquierda, tomando la senda que de allí parte señalizada con un mojón del Camino.





Prosigue ahora la senda con suaves subidas y bajadas entre matojos y chaparros, por esta zona de monte bajo, manteniendo la dirección norte.







Un breve descenso por esta ladera del monte bajo y después de 600 metros desde que la iniciamos, retornamos a la carretera asfaltada bordeando la ribera del Arroyo de Linares.







Desde la calzada de la carretera, puedo observar a mi derecha de la dirección marcha, como entre los ramajes de matojos, pinos y encinas sobresalen las espadañas del campanario del cercano Santuario de Nuestra Señora de Linares.

En plena serranía cordobesa, su construcción se remonta a la época de la Reconquista. La tradición popular afirma que el rey Fernando III el Santo fundó la ermita adosada a una atalaya árabe existente en este lugar.







Van a ser solo 100 metros por esta exclusiva carretera que conduce hasta el cercano Santuario, sin embargo, nada más pasar el cauce del arroyo de Linares, hemos de abandonar definitivamente esta carretera asfaltada y tomar la senda señalizada que sale hacia la izquierda en plena curva.





Aquí se inicia realmente el ascenso que hasta ahora, desde que abandoné Córdoba, se había desarrollado de manera suave por estas estribaciones de Sierra Morena, cobrando mayor importancia la señalización de las flechas amarillas del Camino, siguiendo el trazado de la Cañada Real Soriana.





Después de 550 metros de ascenso entre chaparros y encinas por esta ahora pista de tierra, llegamos a una bifurcación donde seguiremos el ramal de la derecha de acuerdo con las flechas amarillas, ya que el ramal de la izquierda tiene prohibido el acceso por unos portones de hierro.





La pista se vuelve a convertir en senda, aumentando la pendiente del ascenso y apareciendo piedra en su suelo.





El ascenso se torna más abrupto, debiendo estar atentos a las distintas señalizaciones para seguir la dirección apropiada entre las opciones existentes, ascendiendo entre peñascos.







Después de 800 metros desde el punto del camino en que encontramos un portón cerrado en una bifurcación, llegaremos ahora a un portón que realmente es parte de la valla de una dehesa para el ganado, por lo que procederemos a traspasarlo, no olvidando volver a cerrarlo tras de nosotros.







La señalización sigue siendo fiel reflejo del itinerario del Camino, bien con flechas amarillas dibujadas sobre cualquier superficie o con la presencia de mojones de piedra del Camino.







Estamos recorriendo una de las siete grandes Cañadas Reales de la Mesta, esta es la cañada Real Soriana que une Sevilla con Soria en su recorrido por la sierra cordobesa, desde la que podemos apreciar excelentes panorámicas.





El tramo en el que entramos ahora corresponde a una zona bastante abrupta que discurre entre peñas y que en algunas ocasiones fue necesario excavar penosamente en roca, intentando suavizar los fuertes desniveles que por aquí presenta la sierra.





A pesar de lo escarpado del lugar, llego a encontrar a algún ciclista con bicicleta de montaña realizando este recorrido.





Son algo más de las 10:00 horas y entiendo que ha llegado el momento de realizar un descanso y tomar algo de alimento en esta solitaria pero paradisiaca zona conocida como Loma de los Escalones, en la que podemos apreciar la estructura de los distintos plegamientos rocosos.







Después del breve descanso, creo llegado el momento de continuar la marcha, pues la temperatura es excelente y es mejor no apurar demasiado, pues quisiera finalizar la etapa antes de que lleguen las horas fuertes de calor.

La pendiente del ascenso se comienza a suavizar y así hasta llegar a un nuevo portón en el que no se debe olvidar la obligación de dejar cerrado una vez traspasado.







Entramos en una zona de llana meseta con algunas calvicies en su vegetación, lo que permite un leve descanso del ascenso continuado desde Córdoba. El ascenso hasta ahora ha supuesto subir la cota de 0 a 435 metros sobre el nivel del mar.







Rápidamente desembocamos en una amplia pista de tierra que nos irá aproximando a la inmediata carretera N-432a.





La elevada altitud a la que nos encontramos permite disfrutar de unas panorámicas excelentes, donde en la lejanía se puede apreciar todavía entre la canícula la lejana ciudad de Córdoba.





Apenas 1,5 Km después de este rellano y caminando por la amplia pista, se desemboca en la carretera N-432a, a la altura del PK. 255.

Descendiendo unos centenares de metros existe la posibilidad de acceder a un establecimiento hostelero existente junto a la carretera, denominado La Gran Parada.





En mi caso decido continuar y tomo la calzada de la carretera N-432a hacia la derecha, aunque apenas una decena de metros después puedo abandonarla por la derecha. Se continúa por la senda que indica la señalización de la flecha amarilla.







Con el fin de evitar la calzada de esta peligrosa carretera, merece la pena continuar por donde indica la señalización, aunque haya sido necesario acondicionar el paso a través de una zona rocosa.







Después de 600 metros retorno junto al carretera N-432a.







Sin embargo, en esta ocasión no es necesario acceder a la calzada de esta carretera, puesto que existe la posibilidad de caminar por una vereda existente junto a ella, por detrás del quitamiedos.





Pero la tranquilidad no dura eternamente, así que apenas 350 metros después, regresamos al borde de la calzada, siendo necesario en esta ocasión cruzar la carretera en plena curva, lo que debemos realizar con la máxima PRECAUCIÓN para no vernos sorprendidos por el abundante tráfico existente y la velocidad de los vehículos que por allí circulan.





Ya en la otra vertiente de la carretera, en las proximidades del arroyo del Fontanar, observo el lugar y la señalización de la ruta a seguir.





Viendo las perspectivas del próximo ascenso, decido realizar un nuevo y breve descanso antes de acometer el último tramo de la etapa, cuando son las 11:30 horas.





Reinicio la andadura, con la impaciencia de coronar este último tramo de subida, aunque breve, alrededor de 500 metros, habrá que salvar un desnivel de 50 metros, y en este momento de la etapa la distancia recorrida ya se deja notar.





Paciente, pero progresivamente consigo superar esta cota, llegando a la zona desde la que puedo contemplar cómo sobresalen entre los árboles algunas edificaciones de la población destino final de esta etapa.







Una amplia pista de tierra me va acercando a la población que, a pesar de la visión anterior de sus edificaciones, la referencia de la distancia que me separa de ella resulta engañosa, por las continuas, aunque suaves subidas y bajadas de la pista.







Finalmente, es el mediodía, cuando el sol comienza a hacer efectivo su calor, consigo acceder a la población de Cero Muriano.





El mural de recepción del peregrino a la población informa de la distancia que aún resta a Santiago de Compostela, 981 Km.





La etapa la puedo dar por terminada y ya una vez en el destino debo considerar que la distancia recorrida no es representativa de la dureza de la misma, suponiendo una variación de nivel considerable, partiendo del nivel 0 en Córdoba y la llegada a Cerro Muriano se encuentra a 520 metros sobre el nivel del mar. Es la etapa en la que se salva el mayor desnivel de este Camino Mozárabe. Hay que tomarla con toda la prudencia imaginable e intentar evitar la climatología extrema o demasiado alterada.

Inicio el recorrido por la población que se extiende a lo largo del trazado de la carretera N-432a como calle principal, hasta llegar casi a la salida de la población, al hostal donde me hospedaré, puesto que esta localidad carece de albergue.

Se trata del Hostal X. He contactado con su propietario telefónicamente, puesto que el bar restaurante de que dispone hoy cierra por descanso semanal, siendo el lugar habitual en el que recepciona a los hospedados.





Después de ser atendido amablemente por Juan José (propietario), me acomodo en la habitación asignada y me preparo para hacer la colada, pues ante la carencia de un medio apropiado para lavar, no me queda más remedio que recurrir a la bañera, pues no me queda ropa limpia. Para tender la ropa me ofrece Juan José un espacio en el tendedero de su domicilio, detalle que agradezco ante la situación en que me encuentro.

Antes de que sea más tarde me encamino hacia el lugar recomendado para comer, se trata de un bar ante cuya fachada ya pasé, Casa Bruno.

Regreso nuevamente al hostal donde finalizo las tareas de la colada y me retiro a descansar un rato.

Al atardecer decido salir a recorrer algunos rincones del pueblo, puesto que la salida para la etapa de mañana está bastante clara, continuar por esta calle principal (carretera N-432a) en dirección norte.

Se trata de una población situada en un lugar privilegiado como paso importante de rutas comerciales. Realmente es uno de los tres núcleos que configuran el término municipal de Obejo, distribuidos de la siguiente manera: el histórico de Obejo con unos 600 habitantes, la Estación con 60 habitantes y Cerro Muriano con 840 habitantes.

Este poblado neolítico de cerro Muriano se convertirá en más de dos milenios, hasta la caída del Imperio Romano en un imperio del cobre, famoso tanto por la cantidad producida y la calidad de este, como por su privilegiada situación.

Desde la caída del Imperio Romano hasta principios del siglo XX no se tienen noticias escritas sobre Cerro Muriano, siendo a partir de entonces cuando comienzan de nuevo a explotarse las minas de cobre por parte de la compañía inglesa “Córdoba Copper Compsany LTD2”, desde 1.872 hasta 1.929. El yacimiento se localiza en la zona noroeste de Cerro Muriano, siendo fiel testigo los restos de las fundiciones existentes. En el casco urbano también existen algunas muestras de instalaciones de la época, como las vías de ferrocarril usadas para el transporte de mineral y que atraviesan la población.





Con la decadencia de las explotaciones mineras hacia mediados del siglo XX, se produce una notable disminución de la población de esta barriada, aunque será solo transitoria, al tener lugar después los asentamientos de efectivos militares, esporádicos al principio de los años 40 y fijos a partir de la construcción de los centros de instrucción de Reclutas, provocando un nuevo motivo de repoblación en torno suyo, de ahí que no me haya sorprendido la abundante presencia de militares durante la comida.

Su iglesia de Santa Bárbara, ubicada en esta vía principal de la carretera, se cree que debió construirse con la llegada de los primeros mineros ingleses, ya que hay partidas de bautismo fechadas en 1918 y que al lado existía una capilla protestante que era la que utilizaban los ingleses para sus actos religiosos.

Debido al mal estado en que se encontraba, fue derruida en los años 70, ocupando el mismo lugar la actual. Consiste en una moderna y sencilla estructura con vidrieras y ventanales que proporcionan sensación de amplitud y luminosidad.







Ya bien entrada la tarde y antes de que anochezca, regreso al Hostal X para recoger la colada del tendedero. Vuelvo a coincidir con Juan José (el propietario del hostal) a quien vuelvo a agradecer su hospitalidad y solución para secar la ropa.

Comento con Juan José el devenir de las próximas etapas y me indica que no debo tener problema en ellas, después de conocer mi etapa de hoy y el “excesivo” equipaje que transporto, sugiriéndome que para la etapa de Villaharta a Alcaracejos intente disminuirlo al mínimo, lo que me permitiría realizar la etapa completa dada su especial longitud y dureza, de lo que tomo buena nota.

Me comenta que hay hospedadas otras cuatro personas que van haciendo el Camino, aunque no había tenido ocasión de encontrarme con ellas.

Una vez anochecido y después de abastecerme de algunos alimentos para la etapa de mañana, retorno nuevamente a Casa Bruno para hacer una cena ligera con una ensalada y un pincho de langostinos con algunas cervezas.







Aquí puede que coincidiese con la presencia de dos fornidas peregrinas escocesas degustando algunas bebidas. Al finalizar la cena regreso al Hostal X y me retiro a descansar a mi habitación, donde por la decoración existente pude deducir que era la habitualmente ocupada por peregrinos. Gracias Juan José.









Mi sugerencia: Precioso recorrido, para disfrutar, pero sin menospreciar su dureza.



Albergues de la Etapa y otros alojamientos:

Cerro Muriano:
-Restaurante Hostal X**
    Localización: Calle Carretera, 25
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 957 35 01 88 / (+34) 656 836 262
    Atención Especial a Peregrinos
    RESERVAR CON MUCHA ANTELACIÓN