CAMINO MOZÁRABE (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)






Día 27º: Campanario - La Haba: 19,45 Km





Como el Refugio de Campanario está prácticamente a la salida de la población, junto al Camino, no tengo la posibilidad de aprovechar el recorrido urbano con luz eléctrica, en consecuencia, no necesito madrugar demasiado, por lo que no abandono el Refugio hasta que hay visibilidad diurna.

Son algo más de las 08:00 horas cuando cruzo la calle para dejar la llave del Refugio en las instalaciones de la Policía Municipal, de acuerdo con las indicaciones facilitadas el día anterior.





Inmediatamente después comienzo a caminar por la pista existente, junto al lateral de esta avenida de los Emigrantes (carretera EX-115), en dirección suroeste durante apenas 350 metros, al cabo de los cuales tomo el desvío que por la derecha se bifurca de esta pista para proseguir ahora en dirección oeste.





Esta amplia y cómoda pista avanza por terrenos llanos hasta llegar a una primera bifurcación, después de 1,6 Km, donde tomaremos a la izquierda de acuerdo con el mojón señalizador del Camino.







Cruzamos sobre el cauce del arroyo del Molar y aquí se inicia un breve tramo asfaltado que discurre en paralelo al trazado del ferrocarril por el que en estos momentos circula un tren de pasajeros.







Esta pista asfaltada me encamina hacia el paso elevado que me permitirá salvar precisamente la vía del ferrocarril, y desde cuyo puente puedo disfrutar de la espectacular panorámica de la salida del sol por el este y los raíles de hierro que se funden con él en el horizonte.







La panorámica sobre el paso elevado hacia el oeste nos muestra como la vía discurre en dirección a Magacela, cuyo castillo destaca en la cima de la colina.





Prosigo el recorrido por la pista de tierra, ahora dejando a mi derecha el trazado de la vía férrea, a la vez que por momentos me voy separando de ella.





Un poco más adelante, solo 1,6 Km después de cruzar sobre la vía férrea, encuentro un paso canadiense que permite evitar el tránsito del ganado y mantenerlo dentro del recinto.





Prosigo caminando y cuando he recorrido otros 950 metros y me encuentro ya a 5 Km de Campanario, principio de la etapa de hoy, en medio de la soledad de estos campos, una grata sorpresa me espera, se trata del Yacimiento Prehistórico de la Mata.





El complejo constructivo de La Mata se desarrolló entre los siglos VI y V a.C.; un tiempo en que, en el Guadiana Medio, estuvo marcado por un particular proceso de “señorialización del campo”. Tras la caída de los Tartesios o poco antes, surgieron en esta zona estos imponentes edificios que reflejan una sociedad dominada por pujantes “aristocracias rurales”, cuyo poder se basó en la posesión y explotación de la tierra.





El edificio de la Mata del siglo V a.C., excavado y restaurado entre 1990 y 2002 se interpreta como una construcción señorial, residencia de una familia de rango aristocrático que controló la explotación agropecuaria de su entorno. Los estudios realizados han constatado que este edificio se levantó justo en la confluencia de un frondoso encinar y espacios abiertos próximos al arroyo del Molar.

La Mata es una construcción de doble planta y fachada torreada, cercada por un muro de mampuestos, un terraplén y un foso. El edificio, orientado al Este, aún conserva potentes muros de adobe encaolinados y su altura original debió superar los seis metros.







En su interior se han definido tres ámbitos principales: uso doméstico – productivo, otro de almacén y una posible zona residencial. Un corredor transversal sirvió de comunicación entre ellos. En sus extremos, se han localizado un lagar y los restos de la escalera de acceso al piso superior.







Tengo la suerte de ser guiado durante mi visita por la experta presencia de Ana, persona que desempeña su cometido en este Yacimiento, con unos profundos conocimientos de la historia y evolución del mismo. Gracias por tu amabilidad, explicaciones y acompañamiento durante el tiempo dedicado a esta cultural visita.

Llegó el momento de continuar caminando después de esta inesperada lección cultural recibida, así que prosigo la etapa después de despedirme de Ana y contemplar cómo van quedando atrás estas cuidadas y delicadas excavaciones.





Solo 900 metros después hay que estar atentos al primer desvío en el que hemos de tomar inicialmente a la derecha en dirección norte, de acuerdo con la señalización.





Sin embargo, casi inmediatamente, solo 100 metros después de este primer desvío, encontramos otra nueva bifurcación en esta ocasión a la izquierda, en dirección noroeste, también perfectamente señalizado tanto con el apropiado mojón del Camino como con flechas amarillas.





El itinerario prosigue por esta cómoda pista de tierra manteniendo la dirección noroeste en dirección a Magacela, pasando ante los restos de un antiguo horno de tejas y/o calero.





Poco después, abandonamos estas pistas secundarias para incorporarnos al denominado Cordel de Campanario a Don Benito, manteniendo la dirección noroeste.







Este Cordel nos irá conduciendo a través del paisaje granítico de los Berrocales y restos de antiguas explotaciones mineras hasta llegar a la zona baja de Magacela, lugar en el que las indicaciones nos muestran las posibles opciones, bien de continuar directamente hacia La Haba o indirectamente haciéndolo a través del núcleo urbano de Magacela.







En mi caso decido tomar a la derecha y adentrarme en la Zona Baja de Magacela, denominado Barrio de Abajo, siguiendo las indicaciones de las flechas amarillas que me van conduciendo en suave ascenso por sus calles que me irán conduciendo en dirección al verdadero ascenso a la parte alta de la población.







Abandono el Barrio de Abajo e inicio el ascenso en dirección al edificio de su iglesia por la calle de Pedro Valdivia para acceder al núcleo urbano de Arriba.





La Nueva Iglesia Parroquial de Santa Ana, identificada como “nueva” debido a su reciente construcción, a mediados del siglo XX, después de abandonarse el templo primitivo que se encuentra en el interior del Castillo.





Después de un prolongado y duro ascenso por la calle Pedro de Valdivia, llego a la plaza de donde parten las calles Zurbarán y la avenida de la Constitución, punto céntrico de la población.





En este mismo espacio se encuentra el edificio del Ayuntamiento, donde accedo y sello la Credencial, además de informarme de algunas singularidades del lugar.







Esta pequeña población de apenas 500 habitantes, se ubica en la vertiente oriental de la sierra del mismo nombre.

Aunque el topónimo de la localidad se remonta a la época medieval, se puede buscar el origen de esta población en la prehistoria, con muestras como el dolmen asentado en la llanura y la estela decorada de final de la Edad de Bronce. De la época romana también existen testimonios visibles e importantes.

Por otro lado, son numerosos los testimonios y referencias históricas que tenemos con la llegada de los almohades y sus sucesores y enemigos, los cristianos. Es en los últimos años del siglo XII cuando los almohades se hacían fuertes al abrigo de los muros de su fortaleza, aguantando la plaza en un primer momento hasta 1232.

Pero no fue casi con toda seguridad hasta 1234 cuando se logró la desocupación de las tropas musulmanas, según indicios documentales. Será el 24 de abril de este último año cuando esta plaza será donada a la Orden de Alcántara a cambio de Trujillo, constituyéndose en Encomienda y sirviendo como base para la repoblación de la Serena.

Tras la citada reconquista, la población, resguardada siempre en los muros del castillo, se convierte en un crisol de culturas, conviviendo habitantes islámicos junto a cristianos.

El elemento más significativo de la villa, la fortaleza, centro neurálgico de la administración y sede del poder desde tiempos remotos, en 1504 y perteneciendo a la Mesa Maestral recibe una gran cantidad de maravedíes para sus menesteres.

Es a finales del siglo XVI y definitivamente a partir de siglo XVIII cuando la importancia de esta villa deja de ser significativa en la comarca, pasando la localidad totalmente desapercibida para la historia regional durante los siglos XIX y XX, siendo otras localidades las que toman el verdadero protagonismo, dejando a Magacela a la sombra y continua regresión, tal y como se aprecia significativamente hoy en día.

Es ya pasado el mediodía cuando accedo al bar dela población, a escasos metros del ayuntamiento, con los signos inequívocos de su reapertura, lo que no impide ser atendido con suma amabilidad y disfrutar de una refrescante cerveza y unos montaditos.







La panorámica de que se puede disfrutar desde esta parte alta de la población, da por bueno el esfuerzo realizado para efectuar el desvío y posterior ascenso, dada la estratégica ubicación del centro urbano.







En la parte más alta de la población, en la cima de la colina, se encuentra el castillo fortaleza de Magacela. Dado lo avanzado de la hora y el desconocimiento de sus horarios de visita y/o apertura me anima a no seguir ascendiendo y observarlo desde las inmediaciones antes de proseguir la etapa.

Los muros de la obra se levantan en el solar oriental de la cresta de la sierra, ocupando todo el espacio posible y que permite la disposición orográfica del terreno, alcanzando una superficie de más de 250 metros de longitud por 65 metros de anchura máxima.

Las cortinas defensivas se alzan adaptándose a la topografía del terreno, despareciendo incluso cuando la roca puede cumplir la misma función de estas, lo que otorga al edificio un significativo aire de poder.

Los espacios defensivos del edificio estaban distribuidos en tres cuerpos: el principal, donde residían las máximas autoridades, y dos recintos más vulnerables que protegían a este. En el primero se resguardaba la población, conservándose los restos enterrados de lo que fueron los habitáculos y dependencias; así como dos aljibes, de los siete que tenía el Castillo, uno excavado en la roca, y otro de bóveda ojival cerca del cementerio (antiguo patio de armas); y la antigua parroquia, levantada en el siglo XIV sobre la mezquita musulmana.





Van a ser las 13:00 horas cuando definitivamente abandono la población y comienzo el descenso por la empinada pista que parte en dirección suroeste.





Después de 700 metros descendiendo, desemboco en una amplia pista, donde tomo a la derecha en dirección noroeste, de acuerdo con la señalización del mojón del Camino, caminando en dirección al cauce del arroyo de la Jara.





Unos metros más adelante, apenas 400, llegamos a la confluencia con el inapreciable cauce del arroyo de la Jara, solo la presencia en el margen derecho de la pista de una pequeña charca que todavía mantiene algo de agua, denota su presencia.





Un poco más adelante, solo otros 400 metros, caminando junto al cauce del arroyo de la Jara, la presencia de una bifurcación en la que la señalización del Camino nos dirige a continuar por la derecha, no abandonando así el trazado principal.







Según avanzamos, en el margen izquierdo se pueden apreciar los restos de la boca de alguno de los antiguos hornos caleros o de cocción de teja, tradicionales en Magacela, llegando a contabilizarse un total de 29 hornos entre caleros y de teja, aunque solo se conservan en estado aceptable 18 de cal y 3 tejeros.







Proseguimos caminando por esta pista otros 900 metros manteniendo la dirección noroeste, al cabo de los cuales desembocamos en la carretera asfaltada BA-084, retornando así al recorrido del Camino que no incluye la visita realizada a la parte alta del núcleo urbano de Magacela.







Tomaremos a la izquierda para caminar ahora por el pequeño arcén de esta carretera BA-084 en dirección noroeste durante 1,9 Km, manteniendo el cauce del arroyo de la Jara a nuestra izquierda, de acuerdo con el sentido de marcha. Después de 25 minutos y recorridos los 1,9 Km indicados, abandonaremos esta carretera por la izquierda, de acuerdo con las indicaciones del Camino, tomando ahora la dirección oeste.







Un nuevo recorrido de 750 metros por pista de tierra a través de campos de cultivo, nos conduce hasta un pequeño túnel que nos permitirá salvar por debajo el paso de la carretera EX-345.





Después de salvar el trazado de la carretera a través de este túnel, la señalización del Camino, mediante un mojón indica continuar a la izquierda.





Nos encontramos prácticamente en la población de La Haba hasta la que nos ha acompañado el trazado del arroyo de la Jara y de cuya presencia da testimonio la existencia del brocal de un pozo al que da nombre.





En las inmediaciones podemos contemplar las instalaciones de un sencillo y cómodo parque equipado con mesas y asientos, dando acceso la laguna denominada pantanillo de La Haba.





Ya en vía urbana, denominada de Carretera de Quintana (EX-346) caminaremos en dirección norte por esta vía asfaltada, en la que significativamente aparecen los mojones de granito identificándola como VP (Vía Pecuaria).







Solo 550 metros más adelante la presencia de una sencilla cruz de piedra determina la entrada en la población de La Haba, cuando van a ser las 14:15 horas.







Me encamino a través de esta carretera de Quintana hasta llegar a las puertas del Albergue de La Haba, con cuyas gestoras ya contacté telefónicamente y que en estos momentos se encuentran en el establecimiento. Son las 14:25 horas cuando accedo al mismo.







Efectivamente, en el albergue se encuentran tanto Ángela como Marisa, responsables de la gestión del albergue quienes proceden al registro y asignación de una habitación de la primera planta, disponiendo de dos literas con cuatro plazas y siendo por ahora el único ocupante.







Realmente soy el único peregrino, pero no el único alojado, ya que en la planta de abajo disponen de otras habitaciones en las que se encuentran unas recién llegadas, se trata de Ángela y sus hijas Laura y Tania, familia oriunda de esta población y que han venido a celebrar un acto social familiar.

Tanto las hospitaleras como las compañeras de alojamiento, por parte de las primeras ponen a mi disposición el uso de la lavadora, ofrecimiento que me viene maravillosamente, pues ya ando un poco apurado de ropa y por parte de las visitantes se me ofrece compartir comida con ellas en las instalaciones del albergue, un excelente pescado cocinado por la madre. Agradezco profundamente el ofrecimiento, pero prefiero esperar a realizar una cena temprana. No obstante, compartimos una fotografía en la sala común del albergue.







Después de asearme y poner la colada, siendo conocedor de la existencia de un Restaurante Asador en la población, decido salir a recorrer un poco el pueblo e informarme de la posibilidad de disfrutar en la cena de un excelente cordero o cochinillo asado.

Me encamino hasta el Asador Donoso, en el que mientras tomo una cerveza en la barra del bar, frustran mis pretensiones, puesto que el asado, previo encargo, solo se sirve por medios o enteros, cantidad excesiva para una sola persona.

Descartado el asado, me encamino ya a conocer la población y comprobar la ruta de salida de la etapa de mañana.

La Haba, municipio de la provincia de Badajoz, con algo más de 1.200 habitantes, respecto al que existe disparidad de criterios en cuanto a su pertenencia bien a la comarca de la Serena, bien a las Vegas Altas, de hecho, su relieve participa al norte de las características de Las Vegas y en el centro y en el sur del de La Serena.

Al igual que toda la comarca de la Serena, perteneció a la Orden de Alcántara, donde destacaba el priorato de Magacela. Aunque debido a su accesibilidad, hacía las veces de capital de partido Villanueva de la Serena, de la que fue aldea La Haba hasta que, en 1554, el rey Carlos I de España y V de Alemania, le da su autonomía y el título de Villa, previo pago de 1.346.500 maravedíes.

De retorno hacia el centro de la población, puesto que el asador se encuentra a las afueras, en la zona norte, lo hago por la calle Villanueva hasta llegar a la calle Iglesia, descubriendo en su parte alta la fachada de un edificio religioso. Se trata de la Capilla de la Virgen del Carmen, situada en un edificio que fue convento, en el que las religiosas carmelitas gestionaron un colegio que ahora es la Casa de la Iglesia.





Junto a la calle Iglesias encontramos la Plaza Alta, lugar donde podemos contemplar el edificio de mayor relevancia de la población, se trata de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, obra realizada en mampostería y sillares con planta de cruz latina. Sobre elevada sobre el espacio circundante con ámbitos de diferentes alturas.





Su construcción data de 1400, posteriormente en el siglo XVI se añadieron la torre y la gran cúpula sobre el altar mayor.

La que debería ser portada principal del templo, curiosamente se encuentra clausurada, utilizándose como principal la de la Epístola, de diseño clasicista entre contrafuertes.







La otra portada lateral situada en el lado del Evangelio, también del mismo diseño clasicista, aunque algo más descuidada y que apenas se utiliza.







Frente a la fachada lateral de la parte de la Epístola, en la misma plaza, se encuentra el edificio del Ayuntamiento de la población.







Continuando por la calle Condes de Campos encontraremos algunas casas blasonadas, al igual que en la calle Peña, como símbolo de los linajes de la población.





Finalizo el recorrido junto a la Avenida de la Constitución, en la plaza Baja, amplia y moderna, lugar habitualmente concurrido por los lugareños por la existencia de distintos establecimientos hosteleros y comerciales.





Precisamente en la esquina de uno de los edificios existentes detrás de la fuente, aparecen los mosaicos del Camino en los que se señalizan las dos posibles opciones y direcciones, la variante de Villanueva y la variante de Don Benito, siendo esta última la que preveo seguir el día de mañana.





Doy por finalizada la visita diurna a la población y regreso de nuevo al albergue donde paso el resto de la tarde hasta el anochecer, aprovechando para recoger la colada ya seca, gracias al espacio cubierto en que pude tender la ropa gracias a las indicaciones y permiso de las gestoras del albergue.

Una vez anochecido decido salir a tomar algo de cena, lo que consigo en el bar existente a la entrada de la población y que ya había localizado cuando llegué. Se trata del bar La Parrilla que dispone de una espléndida terraza, en la que me aposenté, degustando una excelente tortilla de jamón.

Pero una vez entrada la noche tuve necesidad de trasladarme al interior del local puesto que la temperatura descendió de manera considerable y ya en el interior di cuenta de otra cerveza y una magnífica hamburguesa casera.







Mi sugerencia: Imprescindibles las visitas al Yacinmiento de la Mata y a la población de Magacela.



Albergues de la Etapa y otros alojamientos:

Magacela:
-Apartamento Rural El Cercón
    Localización: Calle Espronceda, 5-7
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 651 67 04 13 / (+34) 924 853 098
    Atención Especial a Peregrinos

-Casa Rural El Cercón de Candelo
    Localización: Calle Felipe Trigo, 52
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 651 67 04 13 / (+34) 924 853 098
    Atención Especial a Peregrinos



La Haba:
-Albergue Municipal de Peregrinos de La Haba
    Localización: Carretera de Quintana
    Propiedad: Municipal; Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 660 795 725 (Ángela)
    Atención Especial a Peregrinos