
EL CAMINO DEL NORTE (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)
Día 30º: Ribadeo - San Xusto: 23,48 Km
¡¡Comienza el día lloviendo…!!
Como es habitual soy el primer peregrino que se pone en marcha, así que con el fin de evitar molestias a los demás llevo todos mis pertrechos a la sala de la entrada
donde después de asearme preparo la mochila en la que coloco el saco, útiles de aseo y demás elementos ya de manera ordenada.
Todavía en la tranquilidad del alba, entre dos luces, sigo escuchando los “malditos” golpes de la noche hasta que finalmente descubro la causa nada más salir del
albergue. Al encontrarse el edificio bajo el puente de seiscientos metros de longitud mediante el que salva la autovía la Ría de Ribadeo, cada vez que un vehículo
circula por el mismo y en función de la velocidad y el peso, las juntas de dilatación de la propia autovía y el eco hacen el resto, escuchándose el golpe seco que
los ejes con sus ruedas producen al pasar sobre la junta de dilatación convenientemente ampliado en la profundidad del valle en que nos encontramos. ¡¡Tranquilidad
después de una nueva noche de inquietud…!! Avisados quedan futuros visitantes de este precioso albergue.
Con la capa de lluvia comienzo mi caminar en busca de algún lugar donde desayunar puesto que literalmente tengo que cruzar en diagonal el casco urbano de Ribadeo,
para lo que al final de esta vía llamada Estrada del Faro tomo la Avenida de Leopoldo Calvo Sotelo que me lleva a desembocar en la Rúa de San Roque, donde tomo a
la derecha. Aquí encuentro una cafetería abierta siendo el sitio apropiado para tomar un desayuno ligero, café con leche y unas magdalenas.
La suerte me acompaña, antes de salir observo que cesó la lluvia, así que prescindo de la capa y mantengo mi pantalón de lluvia, camiseta, polar, anorak y mi inseparable
braga, pues la mañana está fresquita.
Continúo por la Rúa de San Roque quedando a mi derecha el Mesón El Portón, donde el día de ayer comí y tan buen recuerdo guardo, pero a estas horas aún está cerrado,
no son todavía las ocho de la mañana.

Camino por esta misma Rúa de San Roque hasta la Ermita de la Virgen del Camino, lugar del que parte a mano izquierda la Rúa de Luz Pozo Garza que continúa por
la Rúa Daniel Cortezón hasta que finalmente desembocamos en la Rúa de San Lázaro que tomaremos a mano derecha. Aquí hay que estar atento a las indicaciones de
la “vieira” y nada más llegar al campo de fútbol, sale un desvío a la izquierda perfectamente señalizado con un mojón que nos irá alejando de Ribadeo dirección
a Ove.
Es importante adaptarse al singular cambio en la forma de señalizar en relación con la existente en Asturias, ya que la parte ancha de la “vieira” es la que indica
el sentido de marcha y colocan los mojones en caso de cruce con varias alternativas, en el inicio de la senda, vía o camino a seguir.

A pesar de estar suficientemente informado y conocida por mi de antemano esta característica, según avanzaba y apenas a tres kiómetros de Ribadeo, cometí el error de la etapa al no
observar la ubicación de uno de los mojones, lo que me originó un desvío y retorno de un par de kilómetros después de caminar un buen trecho por una pista forestal
que se internaba en el monte y sin ninguna señalización. En mi retorno y gracias a la amabilidad de un paisano que me advirtió del tema de la señalización y
hasta me acompañó con sus artes de faena agrícola hasta dejarme junto al mojón señalizador que obviamente yo había me había saltado.
La mañana se está tornando agradable por zonas de bastante arbolado y pistas asfaltadas, salvo pequeños tramos por pistas de tierra y hierba, un verdadero lujo.
Ya con algo más de cinco kilómetros en mis piernas y un pequeño desvío por una pista de hierba que me llevaba ensimismado hasta que el ladrido de un perro me sorprende
con una actitud preocupante aunque no era de mucha envergadura, pero me tranquilicé cuando inmediatamente oigo la voz de su propietario que salió del caserío
llamándolo y reteniéndolo, aunque intenté indicarle que no me encontraba preocupado y que parecía “amigable” a lo que él respondió: “.. la perra es nova e no conozco
que poda facer…” Agradecí su aclaración y me transmitió la alegría que sentía porque el tiempo estaba aclarando después de innumerables días de tormentas y
lluvia permanente.
Me incorporo nuevamente a la carretera ya en las proximidades de Vilela donde hago una corta parada en la zona de descanso que hay junto a la Ermita del Carmen.

Casi inmediatamente abandono esta vía principal a la derecha por un camino asfaltado que permite caminar desentendido del tráfico para llegar, después de unos
quinientos metros, hasta el Albergue de Vilela en cuyas proximidades se encuentra el Bar A Pena que para mi desdicha se encuentra cerrado cuando van a ser las
diez horas.

Por la senda del Camino, apartado de la carretera, transito por tierras de Casas Viejas con una vista de sus campos cuyas siembras brotan con tremenda fortaleza
y verdor, a la vez que se va abriendo el día meteorológicamente hablando.

Al ir por estas sendas, el tiempo va pasando y sigo sin hacer un desayuno como a mí me gusta, además la climatología y la hora se prestan a ello. Encuentro a dos
agricultores que confirman mis temores, pues tendría que haber salido a la carretera para pasar por el único bar disponible hasta el final de etapa, así que con
algún desanimo pospongo la hora de utilizar los poquitos víveres que aún transporto cuando paso por el mojón que me señaliza los ciento ochenta y seis kilómetros
que aún me restan hasta Santiago de Compostela.

Próximo a A Ponte de Arante, observo como a la parte de abajo, por la carretera, camina Eduardo, el peregrino francés con quien coincidí en el albergue de Ribadeo,
pero seguimos rutas distintas, el continuará por carretera.
Una pequeña bajada cruzando dicha carretera y me hallo en el pequeño núcleo urbano de A Ponte de Arante frente a la coqueta Ermita de Nuestra Señora da Ponte.

A partir de aquí comenzó una fuerte subida que poco a poco me irá internando en el bosque de Vilamariz. La subida inicial es realmente pronunciada, pero el ascenso no
cesa aunque algo más suavizado, pero se prolongará a lo largo de cuatro interminables kilómetros durante los que se salva un desnivel de doscientos sesenta y
cinco metros.

La subida me “agobia” por momentos, pues no se ve el final y a cada recodo se vislumbra como el ascenso continua, así que a la hora del mediodía decido hacer uso
de los víveres que llevo y tomarme un buen tiempo de relajo a lo que ayuda el propio paisaje, pero continuo sin ver el final del ascenso . Hay que mirar la parte
positiva, el cielo ha abierto y no hay síntomas de lluvia, lo que habría convertido el recorrido en un verdadero infierno.

Hay que seguir andando como engullido por un interminable bosque de eucaliptos hasta que finalmente corono la cima y comienza un suave descenso que me llevará a tierras
del Concejo de Barreiros. La belleza del paisaje es espectacular y continúo descendiendo hasta el primer núcleo urbano habitado que resulta ser Villamartín Pequeño.

Aquí ante la belleza del paisaje y el cansancio acumulado, a pesar de ver por donde discurre el Camino, paso por entre las viviendas y coincido con una señora
dedicada a sus faenas agrícolas que me indica un pequeño atajo que me lleva por su propia finca hasta un lavadero comunal situado en un lugar con encanto,
aprovechando las aguas del riachuelo que por allí se “duerme” lleno de la raigambre de sus mejores épocas en que su uso era habitual.

Después de unas escaleras que me ascienden por el lateral del lavadero hasta desembocar en una pequeña explanada en la que se encuentra la iglesia de San Juan
Degollado, decido hacer un nuevo pero breve descanso a la puerta de la misma iglesia.

En este caso no hay sorpresa, pues se visualiza perfectamente el recorrido del Camino, así que continúo el descenso hasta cruzar el río Puerto Bragán y aquí comienza
un nuevo y breve pero muy pronunciado ascenso hasta Villamartín Grande que casi acaba con las pocas fuerzas que aún me quedan, ¡¡como echo de menos mis buenos y
completos desayunos…!!

Superado este nuevo ascenso, prácticamente en el alto de Villamartín Grande se encuentra la pequeña Capilla del Carmen, en el centro de un diseminado grupo de
viviendas por donde solo pude comprobar la existencia de una persona, posiblemente dado lo avanzado de la hora los restantes habitantes estarían dedicados a dar
buena cuenta del alimento del mediodía.

A partir de aquí mi ánimo toma nuevas fuerzas cuando ya en descenso puedo contemplar una amplia vista del valle en el que se encuentra Gondán y algo más al fondo
San Xusto, objetivo último de mi etapa de hoy puesto que pienso que el albergue de Gondán puede que aún esté cerrado y no hay ningún punto de avituallamiento
cercano, al menos en esta época.

Mis presagios se confirman cuando llego al albergue de Gondán, son las catorce horas y el local está cerrado, aunque existe un cartel informativo con el teléfono
de contacto, pero decido no hacer uso del mismo porque mi problemática principal es encontrar algún sitio donde poder alimentarme y aquí desgraciadamente tampoco
hay nada en estas fechas, así que después de descansar junto al albergue, decido continuar ¡¡ya veo el final…!!
Como detalle curioso del albergue es conveniente indicar que las letrinas se encuentran fuera del edificio, en la parte posterior de la parcela, en un casetón
con cinco puertas y adosada a uno de los laterales una pila para lavar ropa.

Por fin llego a San Xusto, el albergue es el edificio de una escuela de los años sesenta con un pequeño jardín delantero. En su puerta figura la misma nota informativa
que en Gondán observando que la puerta está cerrada, por lo que después de llamar me encamino al bar La Curva donde me aseguran que el albergue está abierto aunque
la puerta esté entornada. Como es el único sitio donde poder tomar algo de alimento, consulto hasta que hora está abierto el comedor, pues me gustaría al menos dejar
la mochila en el albergue. Al no existir problema para proceder de esta manera, regreso nuevamente al albergue (efectivamente, la puerta estaba entornada, pero
no cerrada) en el que se ha habilitado exclusivamente la primera planta, pienso que era la vivienda del maestro, porque las literas están distribuidas por habitaciones
en función de su amplitud, así como la cocina y aseos. En mi caso como soy el único peregrino, me decido por una pequeña habitación que solo dispone de una litera
y espero poder disfrutar en ella como habitación de uso individual.
Me encamino de nuevo al bar La Curva en el que junto al viejo local se ha construido un nuevo edificio con una gran sala destinada exclusivamente a comedor y aquí
comenzó uno de los momentos de mayor disfrute del día, hoy tenía verdadera necesidad de saciar mi sed con unas cervezas tal y como hice. En cuanto al menú, realmente
casero, pero esplendido, me decidí por unas lentejas que estaban riquísimas, así se lo hice notar a la dueña del local que amablemente me atendió después de haber
consumido dos platos del enorme perol que me habían llevado a la mesa y posteriormente dos grandes filetes de lomo de cerdo a la plancha con patata y pimientos que
hacía tiempo no los había comido de tal calidad en la materia prima y excelente punto de hechura. Un postre posterior, infusión y licor terminaron con mi copiosa
comida que me dejó realmente nuevo.

En el comedor había otro peregrino, el brasileño con quien coincidí la noche anterior en Ribadeo, que va haciendo la etapa de hoy en transporte mecanizado con el
objetivo de continuar con ese mismo medio hasta Lourenzá.
Regreso de nuevo al albergue que se encuentra escasamente a doscientos metros y… ¡¡hay un peregrino!! Resultó ser mi ya conocido y singular compañero de encuentros
anteriores, Philippe el francés, quien me comenta que va a descansar un poco y como la tarde es larga piensa continuar hasta Lourenzá o Mondoñedo, no obstante le
informo de donde yo había comido aunque a estas horas tendría que tomar algo en el bar porque debido a la hora que es, el comedor estaría cerrado.
Creo que debió pensarlo después de descansar un rato en una de las habitaciones de la casa – albergue y definitivamente decidió pernoctar allí, de manera que se
marchó al bar.
Yo continué descansando en el albergue hasta bien entrada la tarde para dirigirme a última hora hasta el bar La Curva nuevamente. Allí coincidí de nuevo con Philippe
y tomamos algo de cena temprana antes de irnos a descansar, en mi caso me conformé con una ensalada y un vaso de leche.
Después de charlar con la hija de los dueños que nos atendió durante nuestra suave cena, se incorporó a la tertulia el propietario del establecimiento que regresaba
de sus faenas agrícolas y resultó que conocía a Philippe de épocas anteriores.
Me informó sobre la idoneidad del recorrido para el día siguiente comentándome que el estado del monte no era el más apropiado por lo que me sugería hacerlo por
carretera.
Ya de regreso al albergue dejé prácticamente organizada mi mochila en mi habitación de "uso individual" con el fin de ponerme en Camino al día siguiente en cuanto
la primera luz del alba lo permitiese.
Albergues de la Etapa y otros alojamientos:
Vilela:
-Albergue de Peregrinos de Vilela
Localización: Aldea de Vilela, 6,5 km después de Ribadeo (antiguo edificio escolar)
Propiedad y Gestión: Concello de Ribadeo
Tel.: (+34) 982 128 689 / (+34) 649 075 449
Rehabilitado en 2010
-Albergue A Pena
Localización: Carretera Vilela - Cubelas, Km. 7
Propiedad y Gestión: Privada
Tel.: (+34) 982 13 76 29
Inaugurado en 2018
San Vicente de Covelas:
-Pensión Casa Domingo
Localización: Junto a la carretera LU-133
Propiedad y Gestión: Privada
Tel.: (+34) 982 137 449
Villamartín Grande:
-Habitaciones Tentempé Peregrino
Localización: Villamartín Grande, 9
Propiedad y Gestión: Privada
Tel.: (+34) 610 451 518 / (+34) 647 823 378
Gondán:
-Albergue de Peregrinos de Gondán
Localización: Junto a un merendero en Gondán
Propiedad y Gestión: Concello de Barreiros
Tel.: (+34) 985 64 50 86 / (+34) 650 21 83 26
San Xusto:
-Albergue Refugio de Peregrinos de San Xusto
Localización: O Corveiro, s/n (junto al Camino)
Propiedad y Gestión: Municipal
Tel.: (+34) 982 14 40 72 (Bar La Curva)