El Camino Del Norte - Etapa 3

EL CAMINO DEL NORTE (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)

3º Día: Pasajes de San Juan – San Sebastián (Orio):
¡¡Esto es el Camino!! y a lo largo del día veremos como una cosa es la previsión y otra es la realidad. En principio definimos esta etapa bastante corta con el fin de conseguir un tiempo extra que nos permita, en mi caso conocer una gran ciudad como San Sebastián, y en ambos casos disfrutar tranquilamente del entorno y su gastronomía, así como poder integrarnos con un mayor número de peregrinos, cosa que hasta la fecha ha sido algo difícil. Pero el transcurso del día irá marcando su evolución caprichosa.

Iniciamos la jornada utilizando la motora que nos trasladará a través de la ría a la otra orilla para acceder a Pasajes de San Pedro. Desde aquí emprendemos el recorrido hacia la bocana de la ría, en lugar de bordear Pasajes de San Pedro y continuar el recorrido sin poder apreciar las maravillas de la costa desde las alturas. Por este motivo, al llegar al faro de señalización de la bocana de la ría, comienza un ascenso mediante escaleras, varios cientos, con unas vistas maravillosas de la ría y Pasajes de San Juan enfrente.

Aunque el día está nublado y con intención de mojarnos, todavía aguantamos sin necesidad de nuestro “uniforme de lluvia”, así que disfrutando del ascenso y de las cámaras fotográficas,

conseguimos coronar la cima y el final de las escaleras, encontrando una pequeña área de descanso decorada con una enorme hélice de barco. Estas escaleras nos siguen haciendo tomar conciencia de la necesidad de llevar en la mochila “solo lo imprescindible”.

Aquí comienza a incrementarse la lluvia, obligándonos a usar los chubasqueros y ya con esta indumentaria llegamos hasta el faro de la Plata, un edificio situado en un enclave realmente precioso y unas vistas únicas, pero la lluvia nos impide el detenernos de manera adecuada.

Continua la marcha a través del monte Ulía, prendados de los paisajes, en algo se debe notar nuestra procedencia de zonas cálidas y no tan dadas a este verdor y frondosidad. En plena travesía del Ulía, observamos una edificación en pleno monte con un bonito aspecto de hotel – restaurante que en principio confundo con la ubicación de un albergue juvenil Ulía que aparece en la información de la etapa. Pero nuestra sorpresa se acrecienta cuando observamos a una personas que desde la lluvia nos invitan acceder a esta edificación, lo que nos parece una buena idea ya que al menos nos permitirá descansar un poco de la continua lluvia que estamos recibiendo.

Nuestra sorpresa es que ya en su interior encontramos dos peregrinos, ambos alemanes que entendemos como padre e hijo, a los que nos alegramos de conocer y con los que compartiremos el desayuno. Suponiendo que estamos en un establecimiento hostelero, ante la pregunta de que nos apetece tomar, por mi parte solicito algo de comer y una cerveza, sin embargo me indican que no se sirven bebidas alcohólicas ya que esto no es establecimiento hostelero, sino una panadería y que nos ofrecen de lo que tienen para compartir sin nada que abonar por nuestra parte, solo una contribución económica voluntaria si así lo estimamos posteriormente. Creo que los alemanes si lo entendieron y degustaron unas maravillosas hamburguesas con café con leche. Por nuestra parte nos “atrevimos” a sugerir unas infusiones, nos ofrecieron mate, con unas pastas y tostadas con algo de mantequilla y mermeladas, así como una melaza de algarrobas, productos que también compartimos con los alemanes.

La persona que nos atendió tan amablemente, Ohevi, español de raíces catalanas pero que ha recorrido y vivido en medio mundo, después de comentarnos que realmente son una Comunidad llamada Las Doce Tribus y por el resto de personas que observamos, eran de lo más variado respecto a su nacionalidad. Ohevi se esmeró en contarnos su forma de vida y subsistencia, así como la existencia de una tienda en San Sebastián, establecimiento que quedamos en visitar puesto que estaríamos todo el día conociendo dicha ciudad. Realmente nuestra charla fue derivando a la fabricación del mate, su importación y lugares de distribución, realizando varias catas de este producto, bueno, realmente hicimos un curso teórico práctico de urgencia sobre el mate y su degustación. Cuando decidimos marcharnos, aportamos una pequeña contribución económica y para nuestra satisfacción había dejado de llover.

Continuando el descenso del monte Ulía y esta vez, por nuestra distracción del camino ante la animada conversación del acontecimiento vivido, nos plantamos dentro del Albergue Juvenil del Monte Ulía y ante la aclaración de la persona responsable para acceder al edificio que nos reorienta sobre la ruta adecuada para conseguir llegar a Donostia.

Desde luego, además de acompañarnos la ausencia de lluvia, en estos momentos pudimos disfrutar de las maravillosas vistas de la costa y de la ciudad de San Sebastián con sus excepcionales playas durante el descenso del monte Ulía. La entrada a la ciudad la celebramos nuevamente con ambiente lluvioso.

Como ya habíamos detectado que nuestras mochilas, especialmente por su peso, contenían cosas de las que podíamos prescindir sin que se resintiese nuestro estado del bienestar, pensamos durante la etapa la necesidad de pasar por una oficina de correos y remitir a nuestro domicilio todas aquellas “cosas” innecesarias, así que ese era nuestro primer objetivo: localizar una oficina de correos.

Después de deambular por varias calles, sin perder de vista el mar, localizamos la oficina de correos en la que fuimos capaces de prescindir y empaquetar tres kilogramos de “cosas” que nuestras espaldas agradecieron efusivamente. Como en todos sitios hay gente maravillosa, en la oficina de correos no podía ser menos y además de ayudarnos a empaquetar los elementos sobrantes de manera adecuada, seguramente por mi acento, detectó una de las personas mi natural procedencia sureña y como además se declaró como un entusiasta admirador de Paco de Lucía, llego a pensar que por empatía, identificó mi forma de hablar como idéntica a la del citado compositor y guitarrista gaditano, aspecto que a mi personalmente no me desagradó, aunque realmente nunca me había fijado en esta semejanza.

Una vez cumplido nuestro objetivo primordial optamos, dada la hora, es el mediodía, por degustar algunos pinchos con chacolí tan afamados en Donostia, fueron excelentes y destaco sobre todo el champiñón y el foie (delicatesen favorita de JB), cumpliendo con nuestro segundo objetivo y mientras tanto decidimos nuestro alojamiento entre albergue o pensión/hostal. La información que nos aporta la chica que nos atendió en la degustación gastronómica, nos decidió para desplazarnos hasta el Albergue La Sirena para dejar las mochilas, asearnos y volver tranquilamente para ya de una manera mas seria disfrutar de la gastronomía vasca.

Así que manos a la obra, recorremos y disfrutamos de la Playa de la Concha y su maravilloso entorno

y al final de la misma localizamos las flechas amarillas que nos deben encaminar al Albergue, pero el tiempo transcurre y el recorrido también en pleno ascenso por escaleras y zonas de transito peatonal y de los 100 metros que en algún momento un cartel señalaba, ya los habríamos quintuplicado y las flechas amarillas mantenían su señalización. Una vez coronada toda la zona de ascenso, decidimos preguntar en un caserío próximo con aspecto de hotel, pero resulta ser un domicilio particular y nos encaminaron a un hotel próximo. Se trata del Hotel Leku Eder, lugar en que se nos vuelve a atender fenomenalmente, desde luego cada vez estoy mas convencido que la idoneidad de un lugar está en un porcentaje elevadísimo en función de la sensibilidad de la persona que te atiende, en este caso fue la amabilidad de Leyre, eran ya pasadas las tres de la tarde, y entiendo que después de ver el aspecto de cansancio que presentábamos, nos ofreció todo lo que nos apeteciese, un poco de agua, descansar en cualquiera de las salas existentes e incluso alojarnos en el hotel, no obstante Leyre, nos indicó que habíamos dejado San Sebastián unos 6 km atrás y una de las opciones era regresar en autobús, pues ya estábamos en le monte Igueldo. Ante esta perspectiva y el cansancio acumulado me siento incapaz de regresar y repetir la hazaña al día siguiente, así que de acuerdo con las amables indicaciones de Leyre proseguimos hasta un restaurante próximo donde reponemos fuerzas y decidimos continuar el camino hasta un camping próximo en el que también podemos alojarnos o continuar camino según nuestro estado físico.

Acierto pleno, después de tomar unos chorizos a la sidra en el Ostatu Mesón Buenavista, ubicado en el número 56 de este Paseo/Carretera de Cristobal Balenciaga, recomendado por Leyre y analizado el trazado decidimos continuar andando hacia Orio, además el tiempo ha cambiado y tenemos sol, ¡¡fenomenal!!!

El recorrido hasta Orio es precioso, por la senda primitiva entrando en la sierra de Mendizorrotz a través de pistas

y sin perder de vista el mar Cantábrico con un recorrido entre prados, caseríos y pinares, verdaderamente encantador y relajante, además con la colaboración meteorológica.

La bajada a Orio es también para disfrutarla sin agobios y las vistas excepcionales que el paisaje nos sigue ofreciendo.