CAMINO DEL SALVADOR (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)






Día 4º: Buiza - Pajares: 24,11 Km



La noche había comenzado con amenaza de lluvia, sin embargo, cuando me levanto, todavía de noche, la oscuridad es profunda por la ausencia momentánea de la luna, ya que las nubes lo impiden.

Todavía con luz eléctrica en las calles, cuando son las 06:50 horas, inicio la etapa a través de las calles del pueblo con un pronunciado ascenso, que ya no finalizará hasta superar las Forcadas de San Antón. Hay que tener en cuenta que durante los 3,6 primeros Km hay que subir una cota de 490 metros, siendo los iniciales los más pronunciados del ascenso.

Según camino en dirección a la iglesia Parroquial de los Santos Justo y Pastor, por la calle de la Iglesia, al llegar a la altura de la misma, existe la opción para evitar las Forcadas de San Antón y el ascenso a Pajares, tomar a la derecha en dirección a Villasimpliz, Villamanin y Villanueva de la Tercia, hasta retornar al Camino en Arbás del Puerto. Sin embargo, esta opción discurre parcialmente por algunas asfaltadas, incluida la N-630, pero en caso de climatología adversa o peligro de nieve es de obligado uso, aunque no sea la ruta tradicional, pero permite caminar por cotas inferiores de climatología más benigna y de fácil acceso a lugares poblados.

En mi caso, al llegar ante la fachada de la iglesia, decido caminar por la ruta tradicional, así que tomo a la izquierda, junto a la fuente de fría agua allí existente, recordándonos la necesidad de ir provisionado de este líquido básico.

Tengo la precaución de no abandonar el núcleo urbano hasta que la visibilidad diurna es notoria, con el fin de evitar sorpresas desagradables con las señalizaciones y lo escarpado del terreno, ya que debo abandonar la pista de salida del pueblo que al fondo comienza a despertar.





A pesar del aspecto que ofrece el cielo cerrado por las nubes, todavía no llueve, de manera que inicié la etapa sin hacer uso de la ropa de lluvia, pero soy precavido y la llevo preparada.

La senda se va estrechando entre matojos, que me irán acompañando según se va ascendiendo hacia la formación rocosa.





La belleza de la orografía es espectacular, a pesar de la neblina que por momentos me envuelve. Ya Buiza apenas se distingue en el fondo del inmenso valle.







El cielo ha terminado por cerrarse y un fuerte aguacero comienza descargar, lo que me obliga a detenerme y usar al menos la capa de lluvia, permaneciendo guarecido unos instantes, pues se trata de tormenta que se irá apaciguando. La senda se torna pedregosa en su ahora más suave ascenso.







El Camino discurre entre formaciones rocosas, ya en las proximidades de la cima, con la espectacular vista del valle.







Van a ser las 08:00 horas cuando corono la cima de esta formación rocosa con sus 1.482 metros, las Forcadas de San Antón. Por suerte dejó de llover.

Atrás queda la vertiente sur con su acceso a las Forcadas.





Este punto, aunque no es la cota más alta de la etapa, ofrece unas imágenes espectaculares de sus dos vertientes.

Al fondo se encuentra la vertiente norte, junto al poste de señalización del Camino del Salvador.





Ahora se inicia un descenso a través de una pista, con algunas piedras sueltas, que va discurriendo entre matorrales y pinos silvestres.







Después de 1,4 Km de descenso, junto a una caseta de obra, nada más sobrepasarla y perfectamente señalizado, hay que abandonar la pista por la izquierda para ahora adentrarse en la ladera del monte por una pequeña senda.







El trayecto a través de esta senda y las Hoces de Rodiezmo, bordea circularmente la colina a media altura, disfrutando de un espectáculo maravilloso, ahora sin lluvia que perturbe mi caminar ni tampoco la visión.







La naturaleza y el recorrido, de los más espectaculares por los que he caminado a lo largo de los diferentes Caminos, sigue sorprendiéndome con su singular encanto que la madre naturaleza ofrece con toda su intensidad, vislumbrándose al fondo del valle la imagen de la población de Rodiezmo de la Tercia.





La senda continúa descendiendo en dirección a la pista que me conducirá hacia San Martín de la Tercia.

Ya en este trayecto puedo ir observando la singular señalización que se usa por esta zona para que se pueda visualizar perfectamente a pesar de la dificultad orográfica y de la vegetación. Es una imagen similar a una piruleta de limón, en la que el caramelo ha sido sustituido por la imagen de una vieira metálica.





Solo han sido 1,5 Km a través de esta bonita senda, cuando me incorporo a una pista con suelo bastante embarrado debido a las recientes lluvias, pero perfectamente transitable, pudiendo contemplar en la lejanía la imagen de la pequeña aldea de San Martín de la Tercia.







Han sido 2,4 Km a través de esta pista, cuando accedo ya al pequeño conjunto de casas de San Martín de la Tercia, a cuya entrada a mano derecha queda un gran pilón alimentado por una fuente, posible abrevadero de animales en su momento. Su pequeña Iglesia Parroquial de San Martín de Tour, en la que destaca su afilada espadaña, está fechada en 1.832.





Esta aldea de paso, casi deshabitada en la actualidad, aunque no obstante, tengo la suerte de encontrarme con una vecina de avanzada edad, quien me explica la posibilidad de continuar por carretera hasta Poladura de la Tercia o tomar el Camino de los Arrieros y cruzar el Arroyo de Lamoso.

Me decido por esta segunda opción por evitar el asfalto, tomando el camino que me conduce, después de cruzar unas zonas valladas electrificadas con un sencillo hilo conductor, que delimita la zona de pasto del ganado y cuyo correcto funcionamiento “comprobé” personalmente con una pequeña descarga eléctrica al rozar el hilo.







Apenas 750 metros por esta pista denominada Camino de los Arrieros, al llegar al depósito de agua para suministro de la aldea, unos metros antes del mismo hay que desviarse a la derecha, tomando ahora una senda que baja hasta el puente de tabla construido en 2012, sustituyendo al antiguo pontón existente y así salvar el Arroyo de Lamoso.





Existe la posibilidad de obviar la visita a San Martín de la Tercia, tomando el desvío existente a la izquierda, 1 Km antes de llegar a esta aldea, y que conduce directamente al depósito de agua de la misma, antes de cruzar el Arroyo de Lamoso. En mi caso tuve curiosidad por visitar San Martín de la Tercia y elegí la opción de mayor recorrido.

Hecha esta pequeña aclaración, 250 metros después de pasar el Arroyo Lamoso llego a Poladura de la Tercia, final de etapa para muchos peregrinos, antes de acometer el ascenso para superar la cota más alta del Camino y descender en dirección a Asturias.

A la misma entrada de la población, junto al Camino, se encuentra el Albergue Municipal en el edificio de las antiguas escuelas, a pesar de lo temprana de la hora, las 09:45, está abierto, accedo a su interior por si hubiese posibilidad de sellar la Credencial, pero efectivamente, no había nadie, aunque pude comprobar la existencia de máquinas expendedoras de bebidas y algo de alimentación.





Junto al albergue también se encuentra la Iglesia Parroquial de San Cipriano, construida en el solar del antiguo Monasterio del mismo nombre, de cuyas ruinas se aprovecharon sus piedras y muchos elementos decorativos, aunque poco se conoce de su historia.





Sin rastro de ninguno de sus habitantes, abandono esta aldea y tomo a la izquierda por la carretera LE-3503, cruzando el cauce del río Rodiezmo y después de 100 metros abandono el asfalto por la derecha, tomando un amplio camino.

Han sido 10 Km hasta Poladura de la Tercia desde que inicié la etapa. A partir de aquí comienza uno de los recorridos más bonitos y especiales de los existentes entre los distintos Caminos de Santiago, tanto por su belleza y escarpado del terreno, como por el trazado poco habitual en el resto. Hay que avanzar a través de los Montes Cantábricos, realmente no es alta montaña, pero sus características en invierno pueden provocar situaciones en que es totalmente inviable transitar, tanto por la climatología como por la absoluta soledad de su recorrido, siendo de obligado uso el trayecto hacia Villamanín.

Atrás queda Poladura de la Tercia e inicio esta impresionante ruta con la tranquilidad de ver el cielo algo más despejado y la ausencia de lluvia.





Inicio el ascenso hacia el collado el Coito, con la Peñas Chacara a la izquierda. El paisaje es todo un espectáculo.







En este primer tramo se continúa ascendiendo con algún que otro falso llano, con una perfecta señalización hacia la zona llamada las Golpegueras.

La senda continúa endureciéndose en este nuevo ascenso hacia el Collado de Los Eros, hay momentos en que se tiene la sensación de subir escaleras dada la excesiva pendiente de algunos tramos, aunque con la visión de la cresta escarpada hacia la que me dirijo.







Debo descansar cada instante, la mochila se hace sentir y la soledad es impresionante. Así hasta llegar a la Collada de Los Eros, en la cota de 1.400 metros, desde donde puedo contemplar la imagen de la Cruz del Salvador, todavía a unos 500 metros del collado, situada en el Alto de los Romeros ya en la cota de 1.470 metros.

Esta cruz fue colocada por Ender (José Antonio Navarro) y sus amigos allá por octubre de 2012, todo un símbolo de este Camino, tanto Ender como la Cruz.







Ya me encuentro próximo a la cota más alta del Camino, apenas 850 metros de suave ascenso durante los que disfruto de las bellas panorámicas y las estructuras rocosas junto a la “piruleta” de señalización.





Al alcanzar el Canto de la Tusa, con sus 1570 metros, es el lugar que realmente se convierte en el techo del Camino.

La vista que se abre ante mis ojos es verdaderamente espectacular, con el perfil de la cadena montañosa que se dibuja en el horizonte y las diferentes tonalidades del verde que cubre los campos.





Un fuerte viento racheado me acompaña, lo que me aconseja caminar con bastante precaución, ya que a veces se hace difícil mantener el equilibrio.

En el fondo del valle se vislumbran las edificaciones de la pequeña población de Busdongo, en cuya dirección caminaré apenas 100 metros.







Pasado este centenar de metros se toma a la izquierda por una pista forestal en ascenso, quedando a la derecha un edificio que alberga unas instalaciones radioeléctricas.







Al comenzar un nuevo descenso, ya se puede contemplar la primera visión de Arbás del Puerto, aunque todavía se han de salvar un par de valles.







En este primer descenso decido hacer un breve descanso para contemplar el paisaje plácidamente y tomar algo de fruta, aunque ya con la sensación de haber superado la orografía más dificultosa del Camino, sin olvidar la colaboración de la meteorología, ya que imagino que con lluvia o nevado debe ser toda una temeridad su travesía, salvo que seas experto en travesías de altura media, aunque para mi equiparable a la alta montaña.

Así me encamino hacia el valle Madera, descendiendo hasta vadear un pequeño riachuelo y así continuar por la pista que a lo largo del descenso vengo contemplando enfrente.

Aunque en la lejanía puedo vislumbrar el caminar de dos peregrinos que me preceden, hasta el momento no había tenido ocasión de encontrarme con nadie.

Remontando ahora por la pista hasta llegar de nuevo al valle ahora surcado por el arroyo de las Caballetas, serpenteando la pista por la majada.

Ahora, todavía en la distancia, puedo identificar a los dos peregrinos, se trata de Rita y Luc (los belgas). Abandono la pista por la derecha, para continuar por una pequeña senda que se abre paso entre matojos, aquí adelanto y saludo a Rita y Luc, ellos piensan continuar hacia Pajares, posible objetivo mío de final de etapa, pero no quiero desaprovechar la ocasión de visitar Arbás del Puerto con su Colegiata, que ya contemplo desde la proximidad.





Se accede a Arbás del Puerto a través de esta trocha que desemboca en el único lugar posible para salvar el incipiente cauce del río Bernesga, junto a un edificio que vivió mejores tiempos, ahora a pesar de su modernidad, con la necesidad de una urgente restauración.

Salgo al arcén de la carretera N-630, con bastante precaución, pues ahora no estoy habituado a la presencia tan frecuente de vehículos.

En la otra vertiente de la carretera, un centenar de metros a la derecha y más abajo, se encuentra el magnífico edificio de la Colegiata de Santa María de Arbás, donde hoy por suerte y ser festivo se encuentra abierto para poder visitarlo.





Esta edificación es una muestra del románico asturiano con el zamorano y el salmantino. Su estratégica situación motivó que allí se instalasen los agustinos que se dedicaron a la atención y protección de peregrinos y viajeros.

La época de mayor esplendor se produjo durante el siglo XII y primera mitad del siglo XIII. A su estructura se añadieron algunos elementos arquitectónicos en los siglos XVII y XVIII.

La oportunidad que se me brindaba la posibilidad de acceso a esta Colegiata, la aproveché para contemplar sus bellos rincones y distribución interior.







Ya próximas las 13:00 horas, abandono este bello monumento para continuar el ascenso a través de la N-630 en dirección al Puerto de Pajares, distante apenas 1,5 Km, siempre atento al incesante tráfico.

Ya en la cima del puerto coronado por la carretera, aparecen los carteles indicadores de los límites geográficos de las comunidades Leonesa y Asturiana, con la imagen a la izquierda de la edificación del que en su momento funcionó como Parador de Turismo.







Aún restan algo más de 5 Km para finalizar mi etapa en la población de Pajares, así que dado lo avanzado de la hora, decido hacer una parada para hacer la comida del mediodía en la Venta Casimiro, de reciente reapertura y que precisamente en el día de hoy comienza a servir comida cocinada.







La excelente fabada que como primer plato me permitió reponer fuerzas, la acompañé de una excelente merluza y postre, pues no debo olvidar que aún, si la climatología me lo sigue permitiendo, debo descender hasta el pueblo.





Finalizada la comida, es aconsejable continuar el camino por la vereda que parte de la parte posterior de Venta Casimiro, evitando así el tránsito por la carretera.

Apenas un Km campo a través en que la orientación la marca el sentido común en busca de la N-630 que he de cruzar para continuar camino, pero una valla cerrada me impide continuar, optando finalmente por salvarla por encima.





Salvado este obstáculo, cruzo la carretera con una precaución máxima, pues el paso coincide con una peligrosa curva de este descenso por carretera ya en vertiente asturiana.

Al inicio de la vereda se abre a la izquierda la posibilidad de desvío hacia San Miguel del Río, obviando así el paso por la población de Pajares, lo que obligaría a seguir trayecto puesto que no existe lugar donde pernoctar.

Mi opción es continuar hacia Pajares, así que continuo un empinado y peligroso descenso señalizado por “piruletas” y que en época de lluvias o nieves es recomendable no utilizar dada su peligrosidad. Me enfrento al mismo con toda la precaución a la que mi pesada carga me obliga, con el fin de evitar cualquier caída o tropezón desagradable.







El recorrido a través de brezo y retamas se torna, aunque en descenso, más agradable por su menor inclinación hasta adentrarme en un bosque de acebos y hayas.







Se abre el espacio a una pradera con unos bellísimos moradores, se trata de una manada de caballos libremente pastando con la consiguiente sorpresa que en mi provocan, aunque me parece recíproca.







La espectacular visión que se abre ante mí en el horizonte es realmente prodigiosa con su riqueza de tonalidades y el perfil de sus cordilleras.





Después de 1,4 Km desde que crucé la N-630 abandonado el Puerto de Pajares, llego hasta el camino AS-PR 93, donde tomo a la derecha para llegar al cabo de 1,2 Km hasta un portalón de acceso restringido a vehículos, que dejo tras de mí.





Inmediatamente tomo la senda que aparece a la izquierda que definitivamente me va a conducir después de 600 metros hasta la amplia pista que deberá dejar a las puertas de Pajares, aunque esta proximidad no me impide realizar un breve descanso para hidratarme, aprovechando la existencia de un banco metálico donde deposito la mochila cuando van a ser las 16:30 horas.







Diez minutos después estoy viendo perfectamente las edificaciones de Pajares y consecuentemente accediendo a la población por su principal Calle de Abajo, paralela a la carretera N-630, pasando ante la fachada de su Iglesia de San Miguel, reedificada en 1861.





En esta misma calle, unos metros más adelante, se encuentra el edificio del Albergue de Peregrinos de Pajares, pequeño edificio de dos plantas bastante bien equipado, aunque carece de cocina.

A estas tempranas horas, van a ser las 17:00 horas, me abren la puerta dos peregrinos que se me han anticipado, se trata de los belgas Rita y Luc, que ya descansan plácidamente.







Como en planta superior hay dos habitaciones con literas, me alojo en la que hay libre, permitiéndonos así algo más de intimidad, pues fuimos los únicos peregrinos del día.

Poco después se personó Marisa, la hospitalera, persona amable y encantadora que procedió a registrarnos, enseñándonos las instalaciones.

Marisa, con quien mantuve una conversación telefónica antes de mi llegada para indicar que me reservase plaza para cenar, me informó que lo había hecho en el bar El Mirador, detalle importante, pues los servicios de la población son mínimos y es conveniente realizar esta reserva previa, máxime hoy que es festivo.

Asimismo, también nos sugirió avisar al albergue del Santuario de Bendueños anticipando así la información de nuestra llegada al día siguiente, si teníamos intención de pernoctar allí.

Como esta era la previsión, contactamos con Sandra la hospitalera, a quien anticipamos la información de nuestra llegada y previsión de cena.

Durante la tarde se produjo la anécdota curiosa, aunque molesta, de la entrada y salida permanente de niños al albergue para hacer uso de las máquinas de productos de alimentación y de los servicios, hasta que en un momento determinado decidimos cerrar la puerta con el fin de poder descansar sin las molestias que ocasionaban con sus voces y juegos. No obstante, tuvimos que aguantar durante un buen rato sus “gruesas” palabrotas y golpeo de la puerta hasta que por fin desistieron.

La tarde se cerró en lluvia, con una tormenta importante, agradeciendo el estar ya en el albergue, pues el descenso desde el puerto con estas condiciones meteorológicas se habría convertido en un verdadero infierno además de su peligrosidad.

La pareja belga salió a cenar a una hora temprana, así que yo esperé hasta su regreso al albergue, dándome tiempo a visitar las sencillas calles de la población, una vez que hubo desaparecido la tormenta y regresado Rita y Luc.

Posteriormente me dirigí al Bar El Mirador, situado en la carretera N-630 que atraviesa la población, entre una copiosa niebla.





La cena fue agradable como único comensal del local, regresando al término de la misma al albergue donde ya descansaban los otros dos peregrinos, de manera que también me retiré a descansar pensando y deseando que la meteorología del día siguiente mejorase o al menos se mantuviese.





Mi sugerencia: Etapa reina del Camino: conveniente pernoctar en Poladura de la Tercia y evitar la continación de etapa con mala climatología





Albergues de la Etapa y otros alojamientos:

Poladura de la Tercia:
-Albergue de Peregrinos de Poladura de la Tercia
    Localización: Antiguas Escuelas de Poladura de la Tercia
    Propiedad y Gestión: Municipal
    Tel.: (+34) 639 23 14 43 / (+34) 626 14 30 10
    Inaugurado en 2010 y Restaurado en 2016

-Posada el Embrujo
    Localización: Calle El Parque, 4
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 659 03 02 82
    Posibilidad, previa reserva, de encargar comida o cena



Pajares:
-Albergue de Peregrinos de Pajares
    Localización: Calle de Abajo, s/n
    Propiedad y Gestión: Municipal (Ayuntamiento de Lena)
    Tel.: (+34) 645 93 00 92
    Inaugurado en 2008

-Pensión El Mirador
    Localización: Carretera General, s/n
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 636 93 30 69

-Posada Real de Pajares
    Localización: Calle General
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 600 33 02 41