CAMINO DEL SALVADOR (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)






Día 5º: Pajares - Bendueños (Erías): 16,06 Km



Todavía es de noche cuando estoy dispuesto para iniciar la marcha, no obstante, antes me permito tomar algo de desayuno abasteciéndome de las máquinas existentes en el albergue.

La noche ha estado pasada por agua, así que decido comenzar con equipamiento de lluvia.

También ha amanecido para Rita y Luc, a quienes dejo disfrutando de su desayuno, a quienes después de desear tengan de un buen Camino despidiéndome de ellos hasta nuestro próximo encuentro si el Camino lo permite.

Ya a la puerta del albergue, una profunda niebla invade las calles, lo que en parte me tranquiliza por la ausencia de lluvia, pero la visibilidad es bastante escasa.





Comienzo a caminar por la calle de Abajo, dejando atrás el albergue, a través de esta pequeña calleja en la que apenas distingo 100 metros al fondo por la densidad de la niebla.





Continuando las indicaciones de las flechas amarillas, paso ante la fuente de la Pría, recientemente restaurada, hasta llegar un poco más adelante hasta el solar que en su momento albergó el antiguo Hospital de San Miguel, acogiendo peregrinos durante los siglos XVIII y XIX.







La calle de Abajo desemboca finalmente en la carretera N-630, caminando por su margen izquierdo en la dirección que llevo durante apenas 100 metros, hasta desviarme a la izquierda por un camino descendente de pronunciada pendiente, de acuerdo con las indicaciones de las numerosas flechas amarillas existentes, incluso en los quitamiedos de la carretera.

La niebla comienza a abrir, lo que me permite descubrir el maravilloso paisaje que se abre a mis pies, ¡fabuloso!







Continúo descendiendo hacia el valle en dirección a la población de San Miguel del Río. El camino de tierra, a medida que se acentúa la pendiente, cambia la superficie por cemento rallado para mayor fijación de los vehículos, pero peligroso para el caminante, principalmente si está húmedo como en estos momentos.







Son las 08:30 cuando finalizo el descenso que desemboca en la población de San Miguel del Río, pequeño núcleo urbano en el que no se aprecia la presencia de persona alguna a estas horas de la mañana.

Su pequeña Iglesia Parroquial de San Miguel compone el patrimonio arquitectónico religioso del lugar.





Después de lo vivido, es cuando verdaderamente me cuestiono sobre lo que hubiese sido más apropiado, terminar la etapa en Pajares o haber evitado ese endiablado descenso y continuar directamente hasta San Miguel del Río, sin embargo, el agravante de esta opción es la carencia de alojamiento en esta aldea, lo que me habría obligado a continuar mínimo hasta Bendueños. Creo que también habría sido un exceso, aunque asumible si se inicia la etapa en Poladura de la Tercia.

Ya a la salida de la aldea, contemplo como las edificaciones de incrustan en la propia naturaleza sin romper la belleza del paisaje y formando parte de él.





Ahora son apenas 600 metros caminando por la carretera asfaltada que bordea la ribera del río Valgrande, hasta llegar a un desvío señalizado a la izquierda, donde se inicia un camino asfaltado en ascenso, salvando el cauce del río.







Recorro 500 metros por este camino hasta llegar a la pequeña aldea de Santa Marina, a cuya entrada se dispone de una fuente de agua con dos pilones que hacen la función de abrevadero.







Su pequeña ermita y alguna vivienda componen el núcleo de esta aldea, situada al final del ascenso que inicié, con un cómodo banco de madera donde realizar un breve descanso, frente a la ermita.







Aquí finaliza el camino, existiendo una portilla que se debe abrir y traspasar para continuar por la senda que se inicia, de acuerdo con la señalización de las flechas amarillas.





La vista desde este enclave nos ofrece una panorámica bucólica entre la niebla, el verdor de sus laderas y la pequeña aldea que aparece en el fondo del valle.





Una vez sobrepasado el portillo, accedemos a un recinto en el que las vallas delimitan “la despensa” de la que se abastece de alimento el ganado.







Ante mis pies se abre una senda de una belleza abrumadora, protegido el caminar, en este tramo, por una valla de madera que evitaría que cualquier resbalón nos llevase colina abajo hasta el cauce del rio.





Son 2,5 Km de indescriptible belleza por esta ladera en la que su vegetación, a través de alguna de sus aberturas, permite contemplar una panorámica general de donde nos encontramos, todo un disfrute.







Pero esta maravilla tiene un límite cuando al final del “túnel” formado por la vegetación, se comienza abrir para dar paso al siguiente núcleo habitado.





Se trata de la aldea de Llanos de Somerón, a la que accedo por su zona sur. Esta pequeña aldea, situada en un pequeño rellano de este valle, cuyos pocos habitantes se dedican a la ganadería y agricultura de manera singular, con el hórreo destacando en su arquitectura.





Son las 10 horas, así que aprovechando el buen aposento que me brinda el árbol de su plaza, decido descansar y tomar algo de alimento en esta fresquita mañana, interrumpido solamente por el paso de una persona que cuida su ganado, cuando aún no me he desprendido de mi pantalón de lluvia.





El escenario bien merece un momento de relajo para disfrutar del lugar, con un hórreo a mis espaldas y la fachada de su pequeña iglesia dedicada a Santiago de frente, con la sensación de que el tiempo se ha detenido por momentos.





Me dispongo a abandonar esta meseta para continuar el descenso que inicié esta mañana, aunque ahora por carretera asfaltada que de forma sinuosa me va encaminando en dirección al Puente de los Fierros.

Esta es una carretera poco transitada, pero eso no es motivo para despreocuparse, ya que la poca amplitud de su trazado no permite el más mínimo descuido, prestando atención al rumor de cualquier vehículo que pueda aproximarse.

Las laderas que me rodean, bien están convertidas en un vergel o sus pastos sirven de alimento al ganado existente.







Continúo el descenso por esta estrecha vía, a la vez que me recreo en el maravilloso paisaje, vislumbrando entre la vegetación, al otro lado del cauce del río Pajares, el trazado de la carretera N-630.







Han sido 9,4 Km de esta carretera LE-12, que finaliza en la carretera N-630, al cruzar el puente que salva el cauce del río Pajares.







Mucha atención a este punto, pues antes de cruzar el puente, unos 50 metros antes, junto a un poste de hormigón del tendido eléctrico existente a mano izquierda, se inicia una senda que permite evitar el tránsito por la N-630, además de permitir regresar a un paisaje paradisiaco.

Mi error inicial fue continuar y cruzar el puente, no obstante, nada más iniciar el tránsito por el lateral de la N-630, tuve la suerte de encontrarme con un peatón que amablemente me informó de la singularidad de la senda que acababa de saltarme.

Este paisano, resultó llamarse señor Pino, de atlética presencia física, aunque ya octogenario según me manifestó, sintiéndose sumamente complacido cuando comenté que me dirigía hacia Bendueños, no reprimiendo sus elogios hacia la “rapaza” que regentaba dicho albergue y encomendándome sus más enfervorecidos saludos.

Haciendo caso a sus sabios consejos, retorno unos metros sobre mis pasos para volver a cruzar el puente y tomar la senda hacia el monte.

Mereció la pena, a pesar del sofoco que provocaba la excesiva humedad existente y la fortaleza de los rayos solares sobre la húmeda vegetación, por esta senda de pronunciada pendiente lateral y sus oportunos portillos para acceder a las distintas fincas.





Durante el trayecto de apenas un Km, puedo ir contemplando la proximidad, junto a la N-630 de la vía férrea y el apeadero de los Fierros, al fondo de la ladera.





Así llego hasta otra pequeña aldea, en esta ocasión se trata de Fresnedo, donde existe una excelente fuente de agua refrescante, aunque antes tuve que eludir las “embestidas” de un pequeño perro que se empeñaba en evitar que me acercase a la misma y me impedía el paso, hasta que finalmente su propietario, un vecino, hizo acto de presencia y calmó al chucho.







Una verdadera madeja de vegetación me continúa sorprendiendo por la ladera de esta montaña, con unas vistas excepcionales hacia cualquier lugar que me rodea.







En medio de esta inmensa explosión de la naturaleza, siempre es agradable encontrar la inconfundible “flecha amarilla” sobre un mojón de señalización con vieira.







Son 3 Km interminables como engullidos dentro de esta inmensa masa forestal, con múltiples enredaderas que brotan por todos sitios, en este escenario se sigue abriendo camino la senda, pasando ante algunos caseríos semiderruidos y abandonados.





Así llego hasta llegar a la ermita de San Miguel, a pesar de lo apartado de su ubicación, al menos su aspecto externo no denota abandono.





Aquí aprovecho para descansar y tomar alguno de los frutos que me brinda el cerezo allí existente con su amplio ramaje que cobija en parte la zona colindante.







En las proximidades de la ermita se encuentra también la Fuente de San Miguel, restaurada en 2008 y que rebosa de musgo por todas partes, aunque su maravilloso líquido es una alegría para el peregrino.







Continuo la marcha, descansado pero abrumado por este exceso de humedad, no obstante, aún me restan dos Km a través de esta masa forestal antes de llegar a la población de Erías, aunque ya la senda ha ampliado su tamaño convirtiéndose en una cómoda pista, no ausente de señalización y coincidente con un itinerario GR.







Apenas quedan 2 Km hasta llegar a la población de Erías, durante los cuales continúa esta cómoda pista por terreno cada vez más abierto a medida que me voy aproximando al núcleo urbano, cuya imagen puedo contemplar como si se tratase de un tapiz verde decorado por sus edificaciones.





Son las 14:00 horas cuando llego a Erías y me tomo unos minutos de descanso junto al antiguo lavadero público existente en el mismo centro, que está decorado con un muñeco tipo espantapájaros que a su vez hace de macetero.





En las inmediaciones observo la presencia de una vecina que me informa de la dirección hacia el albergue de Bendueños, distante 1,5 Km y que se encuentra fuera del trazado del Camino. Después de agradecer su información decido recorrer un poco algunas calles del pueblo, donde fieles a la tradición de los hórreos, en este caso paneras, mantienen perfectamente su existencia y buen estado de conservación.







Igualmente me acerco hasta las proximidades de su iglesia de San Claudio de Erías, que data del S.XVI, aunque con algunos vestigios de épocas anteriores.







Retorno al recinto del lavadero público cuando a los breves instantes se detiene un vehículo a petición de la vecina con quien había conversado inicialmente. La ocupante del vehículo resultó ser Sandra, la hospitalera del albergue, quien de inmediato se ofreció para llevarme. No obstante, observo que lleva en el coche a dos de sus hijas pequeñas, motivo por el que agradezco su gentileza, pero no quisiera molestar con mi presencia.

Ante su insistencia acepto la invitación y después de cargar la mochila en el vehículo paso a ocupar el asiento del copiloto.

Durante el trayecto me comenta que viene con las niñas de la consulta médica y que regresaba a casa, que como podré comprobar se encuentra ubicada unos centenares de metros antes del albergue. Ya estamos ante la puerta del Albergue Parroquial Virgen de Bendueños.







La amabilidad de Sandra es tal que en compañía de sus hijas me ha llevado hasta el albergue, donde de manera paciente me acompaña hasta enseñarme todas y cada una de las instalaciones del mismo, no obstante, antes de marcharse me comenta que ha preparado lentejas y que posteriormente volverá a traerlas.

Ante mi negativa a que tenga que regresar para traer las lentejas, me pide la acompañe en su vehículo y que yo regrese posteriormente con este sabroso plato.

Efectivamente, su hogar se encuentra a unos centenares de metros en la pequeña aldea previa al albergue, donde después de proporcionarme una enorme cacerola repleta de lentejas condimentadas en sus fogones, regreso dando un paseo hasta el albergue.

Frente al albergue se encuentra el Santuario de la Virgen de Bendueños, de estilo gótico, fundado en el año 905, construyéndose su estructura sobre los cimientos de un primitivo templo prerrománico. Siendo en el siglo XVI cuando se construyó sobre los anteriores restos el actual Santuario.





Compruebo que su puerta a estas tempranas horas de la tarde está abierta y como la curiosidad me puede, traspasé la misma y encontré que una persona estaba reponiendo la iluminación eléctrica, invitándome a pasar y visitar este modesto y pequeño santuario.





Retorno al albergue y como la previsión era que llegasen algunos peregrinos más, entre los que incluyo a Rita y Luc, decido tomar alguno de los alimentos que transporto y dejar las lentejas para la merienda cena.

Me acomodo en la amplia terraza existente en la planta baja de la parte posterior del edificio, desde donde se pueden contemplar unas espectaculares vistas que hacen que mi sencilla degustación culinaria sea un verdadero disfrute.







Además, la tarde está cerrada en nubes, aunque todavía no llueve, así que, me dedico a disfrutar de este lugar con encanto y acomodarme en el albergue, en mi litera con “dosel”…





La decoración es muy peculiar y simpática, como la propia Sandra, con el acceso al piso inferior a través de una pequeña escalera de caracol.







En la planta baja, se encuentra la cocina, mesa comedor y aseos, al igual que la salida a la amplia terraza mirador, todo con este peculiar estilo desenfadado.





En el trascurso de la tarde llegaron Rita y Luc, con lo que poco a poco cobraba nueva vida el albergue, recibiendo posteriormente la visita de Sandra, que había “delegado” sobre mis hombros la maravilla de sentirme “hospitalero” temporal.

Nos anticipó que estaba preparando unas fabes para cenar, lo que me dejó totalmente abrumado, puesto que yo había conservado las lentejas con ese objetivo.

Antes del anochecer llegaron otros tres peregrinos, una chica italiana (Alessia) y otra francesa, finalizando con un peregrino alemán. ¡Ya estamos todos!

Hoy había un oficio religioso en el Santuario, así que no me lo perdí, porque no es habitual la coincidencia.

Antes de anochecer apareció nuevamente Sandra, en esta ocasión nos traía las anunciadas fabes y una excelente ensalada, además de la surtida variedad de alimentos y bebidas de que ya disponíamos en el albergue por voluntad de Sandra.

Ante tanta abundancia y excelente comportamiento, había olvidado preguntar por el costo del alojamiento y tan fastuoso banquete (solo llevaba unas decenas de euros), aunque para mí, la amabilidad, cariño y dulzura de trato que Sandra mostraba, ya era impagable, pero aún me dejó totalmente sorprendido cuando de una forma impecable me indicó, al entender que yo no disponía de dinero en metálico, que nunca puso precio al alojamiento y que no me preocupase, pues solo admitía los donativos voluntarios y anónimos que cada peregrino pudiera depositar en una cajita existente al efecto.

Después de compartir con nosotros un buen rato, nos dejó disfrutando de la tranquilidad del lugar en este idílico escenario y su asombrosa hospitalera.

Ya entrada la noche nos dispusimos a compartir la cena, dando buena cuenta parcialmente de la abundante ensalada y algo increíble, casi todos desconocían las fabes pero dieron buena cuenta de las lentejas totalmente. ¡Buen provecho!

Cerramos la noche con una agradable sobremesa participando todos en la limpieza del menaje utilizado, poniendo a buen recaudo en la nevera el exceso de comida aportado por Sandra.





La jornada, al menos para mí, ha sido corta en kilómetros, pero intensa en emociones, realmente es una etapa para disfrutarla por su belleza, no exenta de dureza, pero merece verdaderamente la pena dedicarle todo el día.

El colofón estuvo en este acogedor albergue y su extraordinaria hospitalera, a quien deseo toda clase de bondades en compañía de esa maravillosa familia, su dedicación, excelente humor y predisposición hacia el peregrino, yo me atrevería a decir que hacia los seres humanos es todo un ejemplo. ¡¡Muchas gracias Sandra y familia!!





Mi sugerencia: Etapa preciosa para disfrutar y conocer el Albergue Parroquial Virgen de Bendueños y Sandra: su alma





Albergues de la Etapa y otros alojamientos:

Bendueños (Erías):
-Albergue Parroquial Virgen de Bendueños
    Localización: Bendueños, Erías (a 1,4 Km del Camino)
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 674 67 17 06
    Desayunos y cenas (llamar con antelación)
    En caso de que esté cerrado, el punto de recogida es en Erias, en el propio Camino
    Inaugurado en Septiembre de 2015