CAMINO SANABRÉS (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)






Día 1º: Granja de Moreruela - Tábara: 26,02 Km





Mi hora de salida es la habitual, bastante temprano, comenzando a amanecer a la puerta del albergue, aunque todavía está el alumbrado eléctrico urbano. A partir de hoy, dejamos al caminar con carácter general la orientación norte para inicialmente tomar la dirección oeste.

Giro a la izquierda por la esquina del albergue y junto a la iglesia, por la calle del Dr. Damián González Galindo.

La vecina iglesia Parroquial de San Juan, del siglo XIX, construida con sillería procedente del Monasterio Cisterciense de Santa María de Moreruela





Amanece antes de abandonar el núcleo urbano, lo que permite caminar ya sin ningún problema. Una vez recorrido el primer Km, es necesario pasar bajo la autovía A-66 y claramente encontramos la señalización con la importante información de la ruta elegida: Por Orense.





Una amplia y cómoda pista se abre bajo mis pies, hasta que 600 metros después, en un cruce de pistas, se debe tomar la segunda a la derecha, tal y como indica la señalización.







Se incorpora en este tramo, además de la señalización habitual, una especie de prisma rectangular de granito, con la imagen del peregrino y la inscripción que dice: “Camino Sanabrés Vía de la Plata, Fundación Ramos de Castro para Estudio y Promoción del Hombre, Amigos del Camino de Santiago, Vía de la Plata Zamora/España”.







Ahora una larga recta se abre ante mis ojos, con el suelo de tierra color rojizo, que con suaves ascensos y descensos me conduce a través de estos campos de siembra en ocasiones entrecortados por encinas.







En esta inmensa recta en que las confluencias con otras pistas están perfectamente señalizadas, se prolonga durante 1,8 Km sin perder la orientación noroeste. Antes de finalizar la recta, dejo en el margen izquierdo el vallado y la puerta de acceso a la Dehesa de la Guadaña.





Pocos metros más adelante, después de pasar el arroyo de Posa, sale un desvío a la derecha en dirección noreste, señalizado tanto con flecha amarilla sobre cartel como con mojón de granito, comenzando un ascenso que se prolongará durante 700 metros.





Ahora ya en descenso, recorremos un trayecto en el que dejamos a la derecha una explotación minera.







Mientras tanto, por el margen izquierdo, un espeso bosque cerrado de matorrales y encinas da cobijo a una abundante presencia de conejos como puedo apreciar durante el trayecto.

Al cabo de los metros indicados, un nuevo giro de 90º, ahora a la izquierda, señalizado con flecha amarilla y mojón granítico







Este último desvío conduce hasta el arcén de la carretera ZA-123, después de otros 500 metros, ahora en descenso, con una curva a la derecha y una leve subida para salir ya a la carretera asfaltada.







Ahora se inicia el recorrido por el arcén de la ZA-123, por su margen izquierdo en dirección oeste (es decir a la izquierda).

Desde el borde de la carretera se puede ver la grandeza del cauce del río Esla aguas abajo, en dirección a la presa de Santa Eulalia.





Según avanzo aguas arriba por el arcén de la carretera, me voy aproximando al Puente de Quintos que permite salvar el cauce del río Esla.





Construido en el año 1920, con cien metros de mampostería que conforman los 9 arcos que lo soportan con 10 metros de luz.

La excelente climatología y la tranquilidad de estas tempranas horas, me animan a contemplar su cauce desde una de las “guardas” existentes en el puente.







La imagen del cauce del río aguas abajo, encajonado entre los tramos de cerrado monte bajo, es una imagen espectacular, máxime si se considera que una de las opciones para continuar el Camino es bordeando la margen derecha por una estrecha senda.





Continúo caminando a través del puente en dirección a la pared de piedra que hay la salida del mismo, donde gira la carretera hacia la derecha para rodearla.







Como es habitual ya me ha adelantado la pareja balear que me aconseja sea cuidadoso con la señalización si decido hacer el recorrido por la zona de monte lateral del río.

Aquí tengo que tomar la decisión, desde luego el paisaje y la climatología animan a desviarse nada más pasar el puente y tomar la senda que se abre a la izquierda.





Hay dos posibles opciones, tomar por esta senda cruzando el monte o continuar durante casi 3,0 Km por la carretera ZA-123 hasta llegar al cruce en dirección a Santa Eulalia de Tábara que nos devolverá al trazado del Camino.

La primera opción es demasiado tentadora, dadas las espectaculares vistas y la excelente climatología, así que definitivamente abandono la carretera y me pongo a caminar por la senda.





El puente va quedando a mis espaldas. En ocasiones el recorrido se vuelve abrupto, máxime si como en mi caso se lleva una pesada mochila, es recomendable ser prudente para evitar cualquier incidente o resbalón.







Continuando en ocasiones a escasos metros del margen del río, la senda estrecha y con abundante vegetación de monte bajo es tan bella como peligrosa.







Según avanzo por la senda, observo como más adelante caminan Mª Carmen y Jesús con su equipamiento rojo que destaca sobre el verde del monte.







Mientras tanto el sol en su salida fulgurante crea reflejos sobre las aguas del río que llegan deslumbrar como si de un espejo se tratase.







Un poco más arriba de mi nivel, ya puedo apreciar como un peregrino extranjero que me ha adelantado, está a punto de coronar la cima caminando bajo el ramaje de una encina.







Finalmente llego a la cima, ha sido un bonito paseo, aunque no exento de tramos conflictivos y a veces peligrosos, desde luego con climatología adversa debe evitarse.

La vista es sensacional, se puede apreciar el tramo del río Esla con la presa de santa Eulalia que pone freno a sus aguas.

He necesitado media hora para recorrer los 1,4 Km que separan el puente de Quintos de la cima.







Son las 09:00 horas y quedo sorprendido de tanta belleza, hasta tal extremo que continuo por un tiempo caminando por este borde por una senda que pienso me conducirá después de una vaguada hasta la senda que diviso al fondo.

Gran error, porque cuando descubro que estoy equivocado, ya he caminado y descendido bastante, encontrándome rodeado de arbustos de media altura, muy espesos, que me cierran el camino por todas partes, haciendo además imposible el retorno.

Después de varios tropiezos y alguna caída controlada, me decido a caminar con la orientación que debía seguir, en dirección a una zona que puedo visualizar libre de espesura, en campo abierto.

Después de una hora de ir luchando contra los ramajes de las innumerables especies vegetales que cubren el suelo y sus rígidos troncos, sobre los que debo pisar para vencerlos y seguir progresando, consigo salir a una pista libre de arbolado. Resulta ser efectivamente la ruta del Camino que abandoné al lograr la cima.







Debo considerarme una persona con suerte, puesto que en primer lugar he logrado salir de esta ratonera y sin ningún rasguño, solo descubro que he perdido el reloj en unos de esos “enganches” con los arbustos. Jamás había vivido una situación similar y a partir de ahora mucho me cuidaré de experiencias similares abandonando el Camino señalizado.

Intento, ya en campo abierto, descansar unos instantes y serenarme, incluso deshaciéndome de la mochila, disfrutando del retorno a lo conocido. Compruebo lo maravilloso que es disfrutar del horizonte abierto.







Va a ser el mediodía cuando llego a Faramontanos de Tábara, pequeña población que se ubica entre la montaña y la llanura. Aquí decido descansar y tomar un suculento desayuno que me permita olvidar los momentos vividos o al menos considerar lo importante que es poder disfrutar de esta libertad.







Me encuentro con el Bar Boya, dicen que las “penas con pan son menos…”, así que me tomo un buen bocadillo de jamón con tomate y una refrescante cerveza, agradeciendo a la propietaria la información sobre las posibilidades gastronómicas de la zona, algunas incluso, fuera de la ruta del Camino. Gracias por la amabilidad y excelente atención, permitiéndome regresar al Camino con fuerzas renovadas.

El Camino discurre por el centro de la población, de ahí que me pueda permitir el poder contemplar el edificio de su Iglesia de San Martín, del siglo XIII, aunque de la época románica solo se conserva una lápida de consagración situada junto a la portada meridional.







Continúo mi caminar, abandonando el núcleo urbano y a partir de ahora incremento mi ritmo con el fin de no llegar muy tarde a Tábara, pues no olvido la masificación vivida en Granja de Moreruela y me encantaría encontrar alojamiento, a ser posible en el Albergue de Peregrinos de Tábara.

Nada más dejar Faramontanos de Tábara en dirección oeste, me enfrento a una inmensa recta que se corresponde con la carretera ZA-123, pero por suerte, es una amplia pista sin asfaltar por la que camino durante 2,3 Km, al cabo de los cuales tomo una pista a la izquierda en un giro de 90º ahora en dirección sur.

Continúo en esta dirección sur durante 800 metros, momento en el que una nueva pista que parte hacia la derecha, por lo que debo girar ahora también 90º, pero recuperando la dirección oeste.

Otra nueva recta se abre a mis pies, en esta ocasión durante 2,0 Km, únicamente alterados por los apropiados desvíos que se deben realizar para salvar la vía férrea del tren Alta Velocidad mediante un puente elevado. Coincido con una pareja de peregrinos italianos a los que adelanto, pues ahora llevo prisa después del tiempo perdido.

Dese aquí, prácticamente me encuentro a 1,0 Km del núcleo urbano de Tábara, que ya puedo vislumbrar en la proximidad, caminando a través de huertos y fincas de frutales hasta llegar a la población.







Accedo a la población precisamente por la pista que desemboca justamente frente al edificio de la monumental Iglesia de Santa María de Tábara, desgraciadamente rodeada por vehículos en todo su contorno.







Se realizó la construcción sobre los restos mozárabes del antiguo monasterio de San Salvador, consagrándose esta iglesia románica en el siglo XII, de la que solo se mantiene la torre cuadrada y parte de los muros laterales. El resto del edificio es del siglo XVIII.







Actualmente este edificio acoge el “Centro de Interpretación Los Beatos”, en el que una parte de su exposición se centra en la descripción de “Scriptorium de Tábara” que pertenece a la Alta Edad Media y que estaba dentro del monasterio Mozárabe.

Aquí se pueden contemplar los facsímiles del Beato de Tábara, el Beato Morgan, el Beato de Gerona y el Beato de las Huelgas. Hace más de 1.000 años se copiaron e iluminaron en Tábara algunos de los más bellos códices de la Edad Media.

Esta iglesia fue cerrada al culto en 1925 hasta el 8 de diciembre de 1991. En 1931 se catalogó como Monumento Histórico y más recientemente ha sido declarada Bien de Interés Cultural.

Continúo en dirección al centro, cruzando la carretera N-631, coincidiendo este día de la semana con la presencia de mercadillos ambulantes.

Después de consultar el itinerario me desplazo hacia el Albergue de Peregrinos de Tábara donde soy cordialmente recibido y atendido por su hospitalero José Luis Almeida quien ayuda a despojarme de la mochila y disfrutar de agua fresca y abundante, agradeciendo este agasajo y el ofrecimiento que me hace para lavar la ropa.

Una vez registrado, sellada la credencial y asignada la correspondiente litera, todavía he podido elegir en planta baja, me encamino de nuevo al centro de la población para disfrutar de una comida caliente.

Después de consultar a varios nativos sobre el lugar, me dirijo al Hotel Restaurante El Roble (también tiene albergue), donde coincido con los tres “chicos” vascos y la pareja balear.

Después de la comida, reposo durante un buen rato en la terraza del bar, todavía con la ropa de “faena” en la que el pantalón muestra las señales de mi extravío por el monte cerrado. Aquí disfruto de una infusión y un buen orujo blanco.







Como este restaurante / albergue de El Roble se encuentra casi esquina a la plaza Mayor por donde debo pasar camino del albergue, a mi paso por esta plaza me sorprendo al contemplar la estatua de una persona, junto a la que hay una placa de piedra tallada en la que se ha esculpido: “Tábara a León Felipe”.

Efectivamente, se trata del poeta nacido en esta población allá por el año 1884, aunque a los dos años de edad su familia se desplazó a otra población debido a la profesión de su padre (notario), comenzando así una constante migración. Su verdadero nombre es León Camino Galicia de la Rosa.







Ahora he vuelto a recordar que en su momento comenté a Montse que no existía en Tábara nada relacionado con este poeta, como puedes observar estaba “errado”, la memoria gasta malas pasadas.

En esta misma Plaza Mayor también se encuentra la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, popularmente conocida como el Convento, construida en el año 1559 formando parte de la Casa – Palacio del marquesado de Tábara.







Es temprano, son las 17:00 horas y como la idea era no regresar muy tarde al albergue, ya que el hospitalero nos ha invitado a una cena comunitaria, inicio el camino de regreso desde la Plaza Mayor.

El albergue se encuentra situado en la zona suroeste de la población, lo que no evita que ocupe la parte más alta, así que comienzo a ascender por la calle Vistahermosa, dejando unos metros después a la izquierda un edificio singular, se trata del “Moderno Salón de Baile”, hoy denominado La Taberna de Mani.







Continúo ascendiendo hasta llegar a la callejuela Sol por la que tomo a la derecha para así salir a la plaza del Sol. Aquí continúo por la calle Calvo Sotelo hasta llegar hasta una fuente con abrevadero, se trata de la denominada fuente de la Cañada situada en una bifurcación de calles.







En esta bifurcación tomo por la derecha de la fuente, para continuar por el denominado camino Sotillo, de acuerdo con la señalización que me dirige al albergue, hasta que después de 350 metros llegaré a las puertas del mismo.

Se van incorporando nuevos peregrinos, compartiendo alojamiento con Mari Carmen, Jesús y Montse, que ocupa la litera baja continuación de la mía, en la que mi cabeza es la continuación de los pies de la litera anterior, así que invierto mi posición.

En esta ocasión, hasta el momento somos todos españoles, excepto un holandés con quien ya coincidí en Zamora.

Después de un rato de descanso y compartir con los demás peregrinos el tendido de la ropa que el hospitalero José Luis amablemente nos ha lavado, me dedico a repasar mis notas y compartir la experiencia de hoy con Montse, Jesús y Mari Carmen en el jardín exterior del albergue.

Quedan plazas vacantes, pero la sorpresa es cuando aparece un grupo de peregrinas y un peregrino, que aún esperan a otras dos, bueno realmente las primeras no eran peregrinas, eran “turigrinas”, ya que traían una furgoneta gestionada por un varón que se adelantaba al albergue o recogía a las “turigrinas” en cualquier punto de la etapa, incluso desde el inicio. No critico esta forma de hacer el Camino, pero si sugeriría que respeten el alojamiento de los peregrinos que realmente hacemos el Camino y se hospeden en lugares privados, dejando los albergues de peregrinos para los peregrinos, aunque en esta ocasión hubiese plazas suficientes.

A tempranas horas, ya nos tiene José Luis (el hospitalero) perfectamente equipada la mesa y preparada la cena. Somos cinco peregrinos españoles y un holandés, el resto corresponde al grupo de “turigrinas” que comparten el para ellas acontecimiento social y singular.

Somos once o doce comensales incluyendo al hospitalero, la cena compartida se compone de una sopa de fideos y posteriormente un arroz con verduritas, muy de agradecer porque no solo es el valor gastronómico sino la voluntad y predisposición del hospitalero para hacernos compartir uno de los mejores momentos del día.

Finalizamos la cena con flan de crema de café y una buena colección de botes de orujo con los sabores más variados, elaboración casera y por cortesía de José Luís.

En estos momentos José Luís nos sorprende con una puesta en común en la sobremesa, dándonos a elegir a cada uno de los peregrinos una tarjeta de las que al azahar obteníamos de una caja, se tratan de reflexiones elaboradas por José Luís y que debemos leer y comentar cada uno de los peregrinos, aquella reflexión que ha tocado en suerte.

En mi caso la reflexión de Almeida dice: “Quién te dedica su tiempo, te está regalando lo mejor que posee”. (Who gives you of his time, is giving you the best he has got).

Cada uno de los peregrinos va leyendo y comentando “su” reflexión, hasta que descubrimos que Montse y yo compartimos la misma, cuestión de azahar y coincidencias del Camino, a pesar de encontrarnos distantes en la mesa, así que cedí a Montse la lectura y reflexión que compartí plenamente.

Algo increíble el variado surtido de orujo de diferentes sabores que mantenía José Luís bien fresquitos en la nevera y como si de una obligación se tratase, algunos nos propusimos apreciar el sabor de cada uno de ellos e incluso repetir. Excelente José Luís, gracias.

Colaboramos en la preparación de la mesa para el desayuno de la mañana siguiente y una vez equipada la mesa, continuamos de agradable sobremesa algunos peregrinos, conociendo la personalidad de José Luís “hospitalero” y “escritor”, tan enamorado del Camino desde su nativa tierra asturiana, hasta que el destino y circunstancias de la vida le trajeron por tierras zamoranas, cuando una lesión le impide continuar la vida peregrina, dedicándose a la vida hospitalaria.

En su faceta de escritor, tiene numerosas obras publicadas tales como Sentimientos Peregrinos, Santuario, El Secreto Mejor Guardado y Añoranzas. Gracias de nuevo José Luis por tu incansable actividad y dedicación, convirtiendo este humilde albergue de Tábara en una referencia de los Caminos.







Y llegó la hora de retirarse a descansar, una gran sala en calma, salvo algunas de las “turigrinas” que necesitarían un ayudante de cámara para para subir a su litera o para localizar la bolsa de aseo, creo que como experiencia siempre es positivo vivirla, pero nunca confundir un albergue con instalaciones privadas hosteleras, planteando exigencias fuera de lugar. La noche terminó serenándose y se pudo descansar.

Mi sugerencia: Mucha atención al recorrido de ascenso por la ladera después del Puente de Quintos y a la señalización.



Albergues de la Etapa y otros alojamientos:

Tábara:
-Albergue de Peregrinos de Tábara
    Localización: Camino de Sotillo, 22
    550 metros al suroeste del centro urbano
    Propiedad: Municipal; Gestión: Asociación peregrina "El Espíritu de Santi"
    Tel.: (+34) 980 590 015 - Ayuntamiento / (+34) 637 92 60 68
    Inaugurado en 2003 y Renovado en 2008

-Albergue y Hotel Rural El Roble
    Localización: Calle Prado, 3
    En el centro urbano
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 98 059 03 00 / (+34) 650 629 969

-Hostal Galicia II
    Localización: Carretera Villacastin
    900 metros antes del centro urbano
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 980 59 01 36