CAMINO SANABRÉS (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)






Día 7º: Vilavella - A Gudiña: 13,39 Km





La noche ha trascurrido tranquila, pero nada más comenzar a amanecer ya estoy en pie. Preparado con mi mochila y equipamiento de lluvia bajo a desayunar a la cafetería, donde me conformo con lo que tienen, café con leche y algo de bollería industrial.

Al salir a la calle compruebo que llueve, así que no me queda más remedio que ponerme además del pantalón de lluvia, el chubasquero.

Desciendo por la carretera entrando en el núcleo urbano y tomando a la izquierda, de acuerdo con la señalización, por el lugar donde se encuentra la coqueta área de descanso y la fuente que visité la tarde de ayer.





El Camino discurre ante la fachada de la iglesia y el mojón que marca la distancia que resta hasta Santiago de Compostela, exactamente 241,811 Km según refleja el cartel metálico incrustado y que por suerte se mantiene, a pesar de los vándalos y amigos de los ajeno, aunque sea como trofeo de caza “turística”.





Continúo en dirección sur abandonando las edificaciones urbanas, accediendo a una senda rodeada de un verdor exultante y humedad hasta en el suelo, para evitar caminar por tierra encharcada, han tenido la fabulosa idea de enlosar el sendero con grandes placas de granito.







Después de abandonar el núcleo urbano y recorrer apenas 250 metros, llego al cauce del Regueiro da Vega do Pontón, que salvo a través de un sencillo puente de cemento.







El recorrido está lleno de belleza y el orbayo (esa especie de liviana lluvia gallega) ha dejado de caer, lo que permite apreciar mucho mejor el aspecto que ofrece la naturaleza, ascendiendo suavemente a través de estas placas de granito que se asemejan a las fichas de un dominó gigante.







Después del suave ascenso por este entorno repleto de vegetación y arbolado, la humedad favorece la aparición del musgo que tapiza las piedras que bordean el camino con un aterciopelado color verde.





Así hasta llegar a una clara bifurcación, donde la señalización indica abandonar el trazado del vial que continúa a la derecha, para seguir recto por la senda que por allí se abre.





Las soluciones para mantener la senda habilitada y permitir un tránsito sin problemas cada vez son más ingeniosas, en esta ocasión una especie de traviesas horizontales jalonan el camino junto a la valla electrificada que protege el recinto destinado al ganado.







Desde luego estos pastos resultan de lo más apropiado para el excelente ganado vacuno que se cría por estas tierras, buena muestra de ello es el ejemplar que tranquilamente pace por las inmediaciones.







Una portilla se hace notar al final de la senda enlosada y que de manera obligada hemos de traspasar según las indicaciones de las flechas amarillas.







Nada más sobrepasar la portilla una pequeña vaguada en la que se concentran nuevos humedales y el agua de algún arroyuelo cuyo cauce se puede salvar a través de una amplia losa que sirve de pasarela.





Por esta zona hundida de la vaguada, las aguas fluyen por doquier, llegando a convertir la senda en el cauce de las aguas que anegan el recorrido y que difícilmente se puede vadear.





Además, las aguas de arroyos y demás veneros se van concentrando en el cauce del próximo río Abredo, va describiendo meandros a lo largo de su recorrido, llegando en ocasiones a bordear la senda por la que camino.







Apenas 600 metros después llego a una pequeña explanada donde se halla el edificio de la Ermita de Nuestra Señora de Loreto, situada en pleno Camino de Santiago, en un paraje que dispone de una sencilla área de descanso con bancos y mesas de granito.





Según estoy en la zona de descanso, aprovecho la altura de las mesas para depositar un rato la mochila y poder contemplar el lugar descansadamente.

Me sorprende con su presencia un peregrino que camina en dirección contraria a la mía. Ya en la proximidad lo identifico como José, pareja de la granadina con quienes coincidí en Rionegro del Puente.







Nos saludamos y me aclaró la circunstancia de que caminase solo y en sentido contrario. Resulta que el acompaña a su pareja, pero no realiza el Camino, por lo que se desplaza en coche, en solitario, hasta el lugar donde ella tiene previsto finalizar la etapa.

Lógicamente como invierte menos tiempo en el recorrido, en lugar de estar esperando, comienza a caminar en sentido contrario hasta encontrarse con ella, regresando así juntos hasta donde dejó el coche. Después de compartir unos momentos, nos despedimos, pues al parecer ellos piensan dejar el Camino en esta etapa.

Continúo mi caminar y después de 200 metros, llego a la carretera OU-311 para nada más cruzarla, acceder al núcleo urbano de O Pereiro.





Me adentro en esta pequeña aldea y recorro su calle principal. Sin encontrarme con persona alguna llego hasta la fuente existente en su plaza Mayor, con varios pilones escalonados y construida en 1929 según la fecha que aparece en su frontal.





A escasos metros se encuentra su Iglesia Parroquial de San Pedro. Se haya como encerrada entre las edificaciones que la rodean, aunque puedo vislumbrar su espadaña que sobresale entre ellas.

Su perímetro está rodeado por lápidas de tumbas funerarias, con una pequeña escalera mediante la que se puede acceder, pero la puerta está cerrada, así que solo he de conformarme con una vista parcial.







Abandono la aldea en dirección oeste por una vía asfaltada. Después de 220 metros tomo una bifurcación a la derecha, entrando en una senda ascendente inicialmente amplia. Aquí el mojón indica los 237,315 Km que restan hasta Santiago de Compostela.







La senda se comienza a estrechar y para evitar las zonas húmedas del suelo, se han colocado unas enormes losas de piedra que facilitan el tránsito, evitando así la molestia que provocan estas zonas encharcadas al caminante.







Este pequeño humedal, a medida que lo voy dejando atrás, da paso a una zona rocosa algo más escarpada y manteniéndose el ascenso.







Ahora el paisaje se torna más inhóspito en lo relativo a la frondosidad de su vegetación, discurriendo la senda entre matorrales de monte bajo, pero que también tiene su encanto.







Desciendo hacia una pequeña vaguada en la que confluyen las aguas de los Regueiros do Porto y Dos Arandos conformando en su unión el Regueiro das Olas, cuyo cauce puedo salvar gracias a la pasarela construida al efecto.







Prosigo otro nuevo Km en suave ascenso por esta senda rodeada de matojos hasta llegar a la carretera OU-0953.







Al salir a la carretera tomo a la derecha, cruzando casi inmediatamente sobre la vía del ferrocarril.







Unas decenas de metros después, abandono el asfalto para caminar por la senda existente casi paralela a la carretera, según marca la señalización.

Aprovecho la existencia de un mojón para depositar la mochila sobre él y descansar unos instantes, mientras observo las bajas y densas nubes del fondo.







La brevedad de esta senda paralela a la carretera es solo de 170 metros, después de los cuales vuelvo a cruzar la carretera perpendicularmente.





Esta nueva senda se prolongará ahora campo a través durante 1,3 Km en moderado ascenso hasta llegar a la aldea de O Cañizo, prácticamente carente de servicios, cuyas edificaciones está bastantes diseminadas.

Sin embargo, mi paseo discurre por su vía principal, encontrándome al inicio con una nueva fuente de pilones que deja notar su falta de uso, aunque dispone de grifo para acceder al preciado líquido.





En mi tránsito por sus calles puedo apreciar la antigüedad y robustez de sus edificaciones en piedra, en las que el paso del tiempo deja su huella inequívoca en este húmedo ambiente climatológico.







Entre sus callejas diseminadas y los espacios de pequeñas parcelas intercaladas, destaca sobremanera la imagen de su iglesia en el conjunto de la aldea, que con sus tres naves refleja la mayor relevancia a nivel eclesiástico en otros tiempos.







Esta edificación de estilo barroco acoge la Iglesia de Santa María do Cañizo, cuya construcción puede situarse a mediados del siglo XVIII, con una sencilla pero cuidada fachada principal, aunque acogiendo dentro del recinto eclesiástico externo las tumbas y lápidas del campo santo a lo largo de su contorno.







Abandono la zona urbana en dirección noroeste tomando la senda que se abre a la izquierda, coronando escasos metros después el al Alto de O Cañizo, lugar en que se encuentra un sencillo cruceiro de piedra enmohecido por la humedad ambiental.





Solo 250 metros después me incorporo a la carretera N-525, ya en descenso en dirección a la próxima población de A Gudiña.





En el tránsito por el arcén de la carretera N-525, que se prolonga durante 850 metros, paso sobre la autovía de las Rías Bajas, desde donde ya se pueden distinguir las edificaciones de la cercana población de A Gudiña.







Nada más sobrepasar el puente, un mojón indica la inmediata salida por la derecha de la carretera N-525, en dirección a una senda que describirá un semicírculo rodando así el trazado de esta carretera, evitando así la peligrosidad de la circulación de vehículos y seguir caminando por el asfalto.

Este semicírculo bordea unas instalaciones industriales de producción de energía eléctrica mediante placas fotovoltaicas solares, retornando de nuevo al trazado de la N-525, después de 650 metros, pero ya convertida en vía urbana de la población de A Gudiña, con aceras laterales que al menos nos aíslan del asfalto y nos protegen del tráfico rodado.







Es el mediodía cuando ya he accedido al área urbana, encontrándome con un puesto de venta de unos los productos gastronómicos más típicos de estas tierras gallegas, el pulpo. Se trata de un puesto ambulante de los denominados “pulpeiros” que recorren la geografía gallega ofreciendo este atractivo y tradicional producto.







Dado temprano de la hora y puesto que hoy he decidido finalizar la etapa en esta población, me dirijo hacia las instalaciones del Albergue de Peregrinos de A Gudiña (perteneciente a la Xunta de Galicia), que se encuentran a 150 metros a la derecha de esta vía principal de la población coincidente con la N-525.

Después de pasar por el túnel que salva las vías del ferrocarril, a la derecha se encuentran las instalaciones del albergue.





Cuando llego al albergue compruebo que ya se me adelantaron tres peregrinos, además de un numeroso grupo ruso compuesto por cinco chicas, un chico y dos bebes, que van realizando el Camino en bicicleta, llevando incluso un carrito adosado a una de las bicicletas para el bebé más pequeño.

También tengo ocasión de conocer a Isabel, hospitalera que comparte la gestión con otras dos personas como nuevo equipo. Su reacción ante la presencia de los bebés, fue marcharse y retornar momentos después con una buena caja repleta de juguetes infantiles, ¡un gran detalle!

Después de escoger la litera que estimé más apropiada y asearme, acomodándome en la primera litera existente, según se accedía a la sala de literas ubicada en la primera planta, al igual que los aseos.





Mientras recorro las instalaciones del albergue y alrededores, efectúan su llegada los peregrinos holandés y alemán, quienes después de descansar unos minutos optan por proseguir la etapa dado lo temprano de la hora.

Aprovecho para informarlos de la existencia del “pulpeiro”, personaje singular en Galicia, como propuesta por si les apetecía tomar algo de comer, concretamente pulpo (octopus).







Decido salir a dar una vuelta por la población, pues he de comprar algunos productos de aseo y algo de comida, así que me encamino hacia la cercana calle principal donde encuentro, según entro en la N-525 (rúa Beato Sebastián de Aparicio) a mano derecha, un establecimiento “multifuncional” donde puede uno proveerse de cualquier cosa.

Lo gestiona Miguel, sabio gallego, con quien mantuve una cordial conversación, pero sobre todo escuchando y aprendiendo de sus vivencias, relatándome de manera pormenorizada su primer contacto con un área urbana como Madrid, con motivo de su incorporación al servicio militar, varias décadas atrás.

Toda una aventura para un joven procedente de la pequeña aldea de A Venda da Teresa (durante la etapa de mañana debo pasar por ella), hoy día sin habitantes, dedicado permanentemente a las faenas agrícolas y cuidado de los animales.

Así me relató tanto su paso por los ejércitos como su posterior trabajo en una factoría de automóviles de Madrid, recordando de manera singular cuando acompañado de otra persona debió acceder por primera vez a un desconocido habitáculo denominado ascensor.

Con el tiempo regresó a esta su tierra, donde definitivamente se estableció, pero ya en A Gudiña, regentando desde hace decenas de años este singular negocio en el que se pueden encontrar artículos regionales, de regalo, perfumería, paquetería, juguetes, alimentación, frutería, confección y moda, ¡toda una oferta multiservicios!

Por mi parte retorné al albergue con algo de alimentación para la etapa de mañana y complementos de aseo, tales como un pequeño bote de colonia con dosificador, especial para peregrinos y un peine. Disfruté de una personalizada atención obteniendo todos aquellos productos que necesité, sin necesidad de desplazamientos como obligatoriamente me sucedería en cualquier gran superficie comercial. Aquí todo prácticamente al alcance de la mano.

Como se me hacía tarde, tras mi visita al establecimiento de Miguel, desde el albergue me desplace de nuevo hasta la N-525 (rúa Beato Sebastián de Aparicio), ahora hacia la izquierda, retornando a la ruta de entrada a la población, concretamente hasta el restaurante Oscar, establecimiento recomendado por Miguel y algunos clientes de su establecimiento con quienes coincidí.





Desde luego afluencia de comensales tenía, así que tuve que esperar en la barra degustando unas cervezas. Hay que tener en cuenta que las impresionantes obras que se están realizando para la construcción de la vía férrea para Alta Velocidad, también suponen un considerable incremento del personal ambulante necesario, lo que incrementa el nivel de negocio en toda la zona.

Aunque la espera mereció la pena, disfrutando inicialmente de un excelente caldo gallego.







Cabrito asado como segundo plato, además de un postre unas natillas caseras, todo ello regado por cerveza y vino de la tierra, completaron el excelente menú del que disfruté.





Después de tan sensacional comida, decido caminar un rato para conocer algo más de la población, así que me dirijo por esta su calle más transitada en dirección oeste, comprobando como el “pulpeiro” de Carballiño está recogiendo su instalación portátil para proseguir su andadura por las poblaciones gallegas.

Esta población de A Gudiña, con todo tipo de servicios, incluida estación de ferrocarril, tiene una población que supera el millar de habitantes.

Apenas 350 metros caminando por la rúa Beato Sebastián de Aparicio (N-525), llego hasta la plaza de la Iglesia, lugar en que se encuentra la iglesia de San Martiño, edificio del que data su construcción en el siglo XVII, con una fuerte presencia del románico rural gallego. Destaca su fachada construida de manera llamativa como una especie de frontón.

En el arco de medio punto de la portada figura la cifra 1.619 como fecha de construcción. Asimismo, en el frontal hay una hornacina con una imagen de la Piedad flanqueada por dos blasones del condado de Monterrei y coronado todo el frontal por un cruceiro.





La suerte me obsequia con la posibilidad de acceder por una pequeña puerta lateral al interior del templo, lo que me permite, caminando a través del camposanto que rodea el edificio, entrar para contemplar la sencillez y mimo con el que se mantiene.







Desde aquí me dirijo después de unas decenas de metros a la inmediata Plaza Mayor, presidiendo el centro de la misma un bonito cruceiro.







Camino ahora a través de la rúa Mayor en dirección al albergue, siendo esta una calle paralela a la de Beato Sebastián de Aparicio (N-525) y que será la ruta de salida para la etapa de mañana. Según voy avanzado por ella llego a la altura del edificio de otra iglesia, situada a mano izquierda de esta rúa Mayor.

Se trata de la iglesia de San Pedro, cuya construcción data del siglo XVIII, con una sencilla portada rematada por una espadaña con dos arcos gemelos que acogen sus correspondientes campanas.







El motivo de que esta población disponga de estos dos monumentos, es debido a que el pueblo perteneció eclesiásticamente a dos diócesis, la de Astorga y la de Orense, hasta el siglo XX en que se unificó.

Aquí no he tenido la misma suerte que en San Martiño y su acceso está cerrado, así que no puedo visitar su interior, otra vez será.

Regreso al albergue y me encuentro con Vladimir, quien no ha olvidado su promesa de invitarme a una cerveza, haciéndome entrega de una lata de tan preciado líquido, tal fue su insistencia que no me quedó otra opción que aceptar y agradecer el presente.

He tenido noticias de Merche que prevé terminar en A Gudiña y puesto que hay literas sobrantes, intento preservar una en las proximidades de la mía para cuando llegue.

No hubo más incremento de peregrinos, excepto Montse que finalmente llegó, coincidiendo con la presencia de otras dos personas que colaboran con Isabel en la gestión del albergue, procediendo a efectuar el registro y cobro por pernoctar en el albergue. Montse no tuvo necesidad de usar la litera puesto que le asignaron la habitación que había en la planta baja, a la que se accedía a través de la sala de descanso.

Una vez finalizadas las gestiones administrativas y ya bien entrada la tarde, en compañía de Montse, salí a dar un paseo por la población, aprovechando para realizar una merienda cena, lo que nos permitió comentar las incidencias de las etapas que llevamos sin coincidir, así como la ausencia hasta ahora de los “chavales” vascos, a quienes tampoco hemos vuelto a ver ninguno de los dos. Regresamos al albergue antes de las 22:00 horas, observando la animada reunión que mantenían en la sala de descanso el grupo de rusos que viajaban en bicicleta. Nos retiramos a descansar.



Mi sugerencia: Merece la pena la brevedad de la etapa, disfrutando del recorrido y final en A Gudiña, con todos los servicios.



Albergues de la Etapa y otros alojamientos:

O Pereiro:
-Pensión Restaurante El Cazador
    Localización: Ctra Nacional 525 Km. 123
    1,0 Km al norte del Camino, junto a CN-525
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 988 42 55 96



A Gudiña:
-Albergue de Peregrinos Casa da Viúva
    Localización: Avenida Beato Sebastián de Aparicio, 40
    En pleno centro urbano
    Propiedad y Gestión: Xunta de Galicia
    Inaugurado el 27 de julio de 2021

-Pensión Restaurante Oscar
    Localización: Avenida del Beato Sebastián de Aparicio, 86
    Dirección coincidente con la CN-525
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 988 421 014

-Hostal La Madrileña*
    Localización: Avenida del Beato Sebastián de Aparicio, 146
    Frente a la estación de tren y coincidete con la CN-525
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 988 42 10 30

-Hotel Restaurante Suizo*
    Localización: Avenida del Beato Sebastián de Aparicio, 2
    Dirección coincidente la CN-525
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 988 42 10 66

-Hotel Restaurante El Relojero*
    Localización: Avenida Beato Sebastián de Aparicio, 15
    Dirección coincidente con la CN-525
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 988 59 40 33 / (+34) 988 421 001

-Hotel Restaurante Bruma II**
    Localización: Avenida del Beato Sebastián de Aparicio, 8
    Dirección coincidente con la CN-525
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 988 421 121