CAMINO SANABRÉS (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)






Día 8º: A Gudiña - Laza: 34,83 Km





La noche ha discurrido con una normalidad algo alterada, principalmente por la celebración de los “bicigrinos” rusos que se prolongó en la sala de la planta baja hasta bien entrada la noche, por lo que imagino que Montse “disfrutaría” de una buena noche de jarana.

En la planta primera, donde se ubicaban las literas, compartiendo sala con los bebés que tempranamente fueron acostados comportándose maravillosamente, sin embargo, los pequeñitos se vieron aquejados de una tos casi permanente que, aunque a mí no me molestase, me hizo dormir intranquilo solo pensando en la mala noche que estaban pasando estas criaturas.

Todavía de noche, abandoné el albergue, pasando por el túnel que salva la vía férrea y antes de salir a la carretera N-525, tomar la calle de la derecha, se trata de la Rúa Maior que tuve la oportunidad de recorrer durante la tarde de ayer.

Al llegar a la Plaza Mayor presidida por un cruceiro, surge la posibilidad de continuar el Camino por la ruta opcional hacia Verín o por la principal hacia Laza, según indica la señalización. En mi caso continúo recto para proseguir por la ruta principal en dirección a Laza.

Llego al final del adoquinado de la Rúa Maior prosiguiendo todavía por vía urbana a través de una calle asfaltada, mientras poco a poco voy dejando atrás las edificaciones, así hasta que después de 850 metros desemboco en una carretera asfaltada, a la que me incorporo tomando a la derecha para así continuar después en dirección oeste.





La etapa promete un recorrido espectacular, teniendo en cuenta que hasta Campobecerrros la altitud media es de 1000 metros, solo esperar que la climatología acompañe. El ancho de la carretera es bastante limitado, teniendo en cuenta además que carece de arcenes, aunque por suerte el tráfico es prácticamente nulo, lo que no nos debe hacer olvidar el mantener las precauciones necesarias.

Ya en el horizonte se llega a vislumbrar, todavía con las luces del amanecer, la existencia de nubes bajas, lo que hace considerar la altitud por la que transitamos.





Sin embargo, hacia la otra vertiente, hacia el suroeste, la panorámica es impresionante.







Prosigo mi caminar y después de 2,8 Km desde que me incorporé a esta vía asfaltada, corono el puerto del Espiño, segundo punto más alto de la etapa de hoy.







Desde la cima del puerto ya se puede apreciar la presencia inmediata de una pequeña aldea de la que solo me separan 350 metros en suave descenso. La altitud media se sigue manteniendo.

Ya accediendo a esta aldea de A Venda do Espiño, dos peregrinos me sobrepasan con una cadencia de paso muy superior a la mía, pero así es el Camino y cada cual debe encontrar su mejor ritmo.







Me desvío de la carretera para recorrer esta pequeña aldea sin que se aprecie presencia humana y lógicamente la total ausencia de cualquier tipo de servicio, retornando de nuevo a la estrecha vía asfaltada.

La densidad de las nubes bajas se va disipando poco a poco, pudiendo observar como ya me preceden cinco peregrinos, aunque iremos alternando las posiciones a lo largo del recorrido.





El recorrido y las bellas imágenes panorámicas que ofrece, junto a la bondad climatológica, hacen disfrutar al máximo de la naturaleza por estas tierras gallegas, a pesar del asfalto.





La siguiente aldea, separada apenas 2,7 Km de la anterior, se trata de A Venda da Teresa, lugar en el que abandono la vía asfaltada por la que voy caminando desde que salí de A Gudiña (creo que se corresponde con la OUR-CU-346), adentrándome en dirección a las edificaciones de esta pequeña aldea.







El estado de conservación de las edificaciones, es una muestra del abandono de las áreas rurales y la ausencia de persona alguna que allí se mantenga viviendo.







Atrás queda la aldea y ahora el camino continúa por una cómoda pista que se va abriendo paso a través de esta tierra despoblada y su pobre vegetación, siendo uno de los factores determinante de esta situación la altitud a la que nos encontramos.







En suave ascenso a la salida A Venda da Teresa por esta cómoda pista, una vez recorridos 500 metros, una sorprendente panorámica con las aguas del Embalse de Portas a la derecha del sentido de marcha, muestra un pequeño ejemplo de su grandeza.

En estos momentos vuelvo a coincidir con los peregrinos que me preceden, pues no han querido privarse de la contemplación de las vistas.





Al coronar este pequeño alto, yo también decido realizar un breve descanso y contemplar la vaguada que acoge la caja de este embalse.

El color de sus aguas aparece de un azul profundo y luminoso, acorde la intensidad que muestra el color de los cielos, a la vez que las nubes han descendido hasta la superficie de las aguas, como si la naturaleza hubiese invertido su ubicación natural.





Siempre con la magnífica visión de las aguas del embalse a mi derecha, ahora en suave descenso, llego después de 1 Km de pista hasta un vial asfaltado que se ha segregado de la OUR-CU-346 y que me conducirá hasta otra nueva aldea.







Se trata de la aldea A Venda da Capela, a cuya entrada una señalización indica la existencia de al menos una sencilla estación ferroviaria (entiendo que apeadero), porque el lugar no dispone de ningún tipo de servicio.





A la salida de la aldea, unas viejas y abandonadas edificaciones, frente a las cuales existen unos bancos de piedra y una pequeña fuente de agua.







Van a ser las 9 horas cuando decido efectuar un descanso en este lugar tranquilo y con el soporte apropiado para depositar la mochila.

En las proximidades, hacia, la hondonada, sobresale y se puede ver la techumbre de la estación de ferrocarril.





Consumo algo del alimento que transporto, además de la refrescante cerveza que Vladimir me había regalado el día de antes y que solo con la temperatura ambiente consigue un punto ideal para su degustación.

Abandono la tranquilidad del lugar y solo 250 metros después salgo por la izquierda de la vía asfaltada, de acuerdo con la señalización, para tomar una pista en suave ascenso.





La senda se torna pista, desde la que puedo seguir observando la panorámica que ofrecen ambas vertientes del camino con la cola del embalse a la derecha y la zona de monte a la izquierda, a medida que avanzo entre las jaras, tomillos y matorrales.







Continúo por la pista durante un total de 900 metros hasta retornar a la vía asfaltada por la que camino en dirección oeste, ahora durante 1,5 Km hasta llegar a la aldea de A Venda do Bolaño, cuando van a ser las 09:50 horas.







Desde la entrada a la aldea, la visión del valle que acoge las aguas del embalse es impresionante, llegando prácticamente a visualizarse hasta la zona del muro de la presa, al final de la inmensa masa de agua.







La vía asfaltada recorre la aldea de A Venda do Bolaño por su única y principal calle.

Aunque se carece de servicios, al menos he podido apreciar la presencia de una persona, además de la existencia de unos apartamentos rurales y unas edificaciones más cuidadas.







Atrás queda la aldea de Bolaño mientras continúo caminando por esta pista asfaltada en suave ascenso, hasta que después de 800 metros, comienza un pronunciado descenso, momento en el que hacen acto de presencia un troceado grupo de “bicigrinos” hasta que reconozco a sus componentes.

Se trata de la familia rusa y los bebés con quienes había pernoctado en A Gudiña. Ahora la pendiente del descenso los ayuda durante unos metros de descanso en el pedaleo.







Pero el descenso es breve, al menos en mi caso como peregrino de a pie, puesto que después de 1,8 Km de descenso, un mojón y flechas me indican el desvío hacia una senda que parte a la izquierda, en plena Serra Seca.

Entiendo que los “bicigrinos” deben haber continuado por carretera, pues el trazado de la senda no se ve el más apropiado para la “caravana rusa”.







Asciendo por la senda durante 1,2 Km a través de esta zona de monte y matorrales bajos hasta llegar al punto más alto de la etapa de hoy, 1134 metros.

Aquí, en la cima, cuando van a ser las 10:45 horas de la mañana, el sol comienza a dejarse sentir con mayor intensidad, decido realizar un nuevo descanso para desprenderme de algo de ropa y disfrutar del momento.







La panorámica desde esta privilegiada atalaya es sensacional, ya que la limpieza de la atmósfera y la ausencia de nubes permite una visión hasta perderse en el horizonte a través de montes y valles en dirección suroeste.







Después del breve pero reconfortante descanso, continúo caminando en dirección oeste, ahora iniciando un fuerte descenso, con la visión al fondo de Campobecerros como población a la que debo dirigirme y las obras de la infraestructura que se está realizando para el ferrocarril de Alta Velocidad.







Debido a estas obras del ferrocarril, el trazado del Camino ha necesitado experimentar variaciones, debiendo enfrentarnos a un pronunciado y resbaladizo descenso con piedra suelta que lo hace peligroso, de ahí que sea necesario prestar atención en cada paso. Hay que tener en cuenta que se descienden 240 metros en un intervalo de 2,7 Km.

Durante mi pausado descenso puedo observar cómo tras de mí hace su aparición, en lo alto de la cima, otro peregrino que va a iniciar también el descenso.





Se trata de Lino, el peregrino italiano con quien ya he coincidido en alguna que otra ocasión.

Desde luego su destreza descendiendo es de admirar, pero yo prefiero continuar con suma prudencia pues en estas pendientes es difícil retenerse, lo que se agrava aún más por el peso de la mochila que transporto.





Un nuevo desvío señalizado me incorpora a una pista de menor pendiente, en la que ya se observan las rodadas de vehículos, posiblemente relacionadas con las obras del ferrocarril.







Un par de centenares de metros más y se retorna a la vía asfaltada ya casi a la entrada del área urbana de Campobecerros, aunque algo desdibujada por los accesos a las obras ferroviarias.

Junto a la fachada de una edificación situada después de sobrepasar el Regueiro de Valcovo, se ha instalado una señalización del Camino donde se informa de los 176 Km que aún restan para llegar a Santiago de Compostela.







En la curva inmediata posterior y sobre el montículo de relleno realizado por el movimiento de tierras que generan las obras, una especie columna circular da soporte a una imagen religiosa que a modo de cruceiro nos indica hallarnos en la ruta del Camino.







Son las 11:30 horas cuando accedo a la pequeña población de Campobecerros, que, con su centenar de habitantes, nos da la bienvenida la pequeña estatua de Santiago incrustada en la fachada de su Iglesia de la Asunción.





Esta pequeña población dispone de la mayoría de los servicios de los que cualquier peregrino pudiera tener necesidad, tales como alojamiento y algún lugar donde comer. Inicio el recorrido por sus sencillas, pero bonitas calles.





Discurre mi recorrido y la señalización del Camino a través de sus cuidadas edificaciones y estrechas callejas.







Va a ser el mediodía, así que como considero temprana la hora y todavía me encuentro con ánimos de continuar la etapa, decido hacer un breve descanso para tomar algún tipo de refresco y así proseguir hacia Laza.

Accedo al establecimiento Casa Nuñez, donde coincido con Lino, el italiano, que también ha tomado la misma decisión que yo.

Ha sido un rato de descanso reconfortante, así que reinicio la etapa abandonando este local de bien estar y mejor comer.







A las puertas del establecimiento, la carretera se abre ante mí con el mojón del Camino que señaliza la dirección hacia Laza.







A través de la carretera OU-114, comienzo a caminar dirección Laza con un progresivo ascenso que rápidamente me ofrece ya una visión de la población de Campobecerros, atrás, al fondo del valle.





Se mantiene el ascenso durante 1,2 Km, al cabo de los cuales se corona un pequeño puerto y se inicia el descenso en dirección a Portocamba, distante 1,5 Km, siempre continuando por la carretera OU-114.





Esta pequeña aldea de apenas dos decenas de habitantes, a las orillas del río Camba y de la antigua línea de ferrocarril, se mantiene a pesar de los rigores de la despoblación.







A mi paso entre sus edificaciones me veo obligado a descansar y proteger la rozadura que se está produciendo en uno de mis pies, ya que la dureza del asfalto termina pasando factura.

Reinicio mi andadura, ahora en ascenso por esta carretera OU-114 durante 600 metros, hasta llegar a un alto en que se encuentra ubicada una gran cruz de madera. Durante 9 Km se descenderán 530 metros de nivel.

En este punto hay que tomar el desvío de la izquierda, unos metros antes de la cruz, siguiendo las indicaciones de las flechas amarillas y el mojón del Camino existente al inicio de la pista forestal, así como la indicación de pista peatonal en dirección a Eiras – Laza. (Atención: existen otros mojones blancos, en la margen derecha de la carretera, aunque de mayores proporciones y de reciente instalación, que corresponden a señalización de las infraestructuras ferroviarias, por lo que hemos de obviarlos).





Ya desde la pista forestal, en ascenso durante 600 metros, nos iremos adentrando en la espesura de este tupido monte repleto de pinos por doquier, por el que iniciaremos la andadura en dirección oeste.

Se pueden contemplar las espectaculares vistas de la construcción de los gigantescos viaductos de las infraestructuras ferroviarias del tren AVE.







El recorrido a través de este gigantesco pinar, después de los primeros 600 metros, se mantiene en permanente descenso, serpenteando por las laderas de la montaña durante 4,0 largos Km, sin ninguna otra compañía que la soledad y silencio de este bosque de pinos.

En ocasiones puede tornarse interminable, así que lo mejor es tomar con tranquilidad el recorrido e ir bien provisionado de líquido.





Después de 4,6 Km a través de esta maravilla de la naturaleza y una larga hora caminando por estas pistas de inmejorable estado, se llega a la pequeña aldea de Eiras, un pequeño oasis dentro de esta inmensidad.





Lo definía como pequeño oasis porque efectivamente, en esta singular y apartada aldea existe un Punto de Apoyo al Peregrino creado por la asociación Ultreia.

Situado a pie de Camino, se encuentra un sencillo rincón en el que poder descansar sentado unos instantes y disfrutar de algún liquido o sencillo alimento, detalle muy especial. ¡¡Gracias!!







Después del apetecido descanso, termino de cruzar la aldea y a la salida hay una zona de descanso con bancos y mesas de madera, además de una fuente.

Continúo en la misma dirección por esta carretera de sierra, estrecha y asfaltada, siempre en descenso hasta el final de etapa.

Sin embargo, el recorrido, a pesar del asfalto, discurre a través de un inmenso bosque de pinos por donde la carretera va serpenteando.

La vegetación y los pinos llegan hasta la misma carretera, caminando con cuidado en aquellas zonas en las que se han acumulado las hojas de los pinos, finas agujas bastante resbaladizas.

En una de las rectas puedo comprobar como Lino, el peregrino italiano, camina por delante de mí.







Inmediatamente después de localizar a Lino, veo que se detiene para refrescarse en un gran pilón de agua abastecido por un caño que aporta un buen caudal.

Después de confirmar la intención mutua de finalizar en Laza, el continúa su marcha en tanto que yo decido tomar un breve descanso en este refrescante lugar, distante ya 2,2 Km de As Eiras.







Reanudo la marcha y 15 minutos después aprecio que la pendiente del descenso se sigue manteniendo, pues todavía no he llegado al fondo del valle, pero ya puedo observar una panorámica que me aporta información del recorrido que me puede restar.







Salvo este claro excepcional, la vegetación es tan espesa y abundante que apenas permite ver más allá del recorrido de la carretera, aunque en ocasiones su trazado tenga algún que otro desconocido tramo recto de apreciable longitud.





Después de 4,8 Km desde que salí de As Eiras y algo más de una hora caminando, abandono esta carretera serrana por la derecha para retornar, ahora ya por pista de tierra, un centenar de metros en dirección norte hasta llegar al puente que me permite salvar el cauce del río Cereixo.





Nada más cruzar el cauce del río continúo por esta pista de tierra apenas unas decenas de metros que me llevan a desembocar en la carretera OU-112.

Tomo a la izquierda en dirección suroeste a través de una larga recta, al menos a estas horas y después de lo prolongado de la etapa, así me lo parece, a pesar de que solo tiene 600 metros y ya puedo visualizar al fondo las edificaciones de Laza. Son las 15 horas algo pasadas.







Me dirijo directamente al punto en que he de registrarme para acceder al albergue, concretamente las instalaciones de Protección Civil, que se encuentran ubicadas en un lateral del edificio de la Casa do Concello.







Coincido en la oficina de registro con Lino y otros dos peregrinos más, Horacio (portugués) y Ani (luxemburguesa), de manera que nos esperamos todos hasta finalizar el trámite en el que nos asignan a cada uno la habitación compartida concreta que hemos de ocupar, en mi caso me acoplan en la habitación azul, Una vez cumplimentado este trámite los cuatro nos dirigimos hacia el albergue.

El edificio del albergue, propiedad de la Xunta de Galicia, se encuentra a unos 350 metros de esta Casa do Concello, en dirección norte. Se trata de un edificio moderno con una amplia parcela que lo rodea.







La habitación azul dispone de 8 plazas distribuidas en cuatro literas. La comparto con una pareja alemana, Lino (italiano), Rose (holandés) y su acompañante alemán.

Otras de las habitaciones la ocupan al completo la “expedición rusa” de bicigrinos acompañados de los dos bebés. Además, hay otros cuatro o seis peregrinos de distintas nacionalidades.

Nada más tomar posesión de mi litera y dejar colocada la mochila, me dirijo al centro de la población para intentar tomar algo de alimento en cualquiera de los establecimientos existentes, dado lo tardío de la hora.

Encuentro el bar A Picota, en la plaza de A Picota, en pleno centro de la población, donde todavía consigo que me preparen un bocadillo, dejando para la cena el tomar algo caliente.

En esta plaza se puede contemplar una de las casonas que todavía mantienen rasgos de otras épocas con sus troneras en la planta baja.







Nada más comenzar a descender por la rúa A Picota, a escasos metros de la plaza del mismo nombre, se encuentra el edificio que acoge el Punto de Apoyo, de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago. Sin embargo, en esta época el centro se encuentra cerrado.







También en las proximidades de esta plaza de A Picota, a menos de un centenar de metros, se encuentra la Iglesia de San Xoán. Se trata de una edificación renacentista del siglo XVIII (1701).

Destaca su torre cuadrangular de amplia base y soportada por arcos de medio punto, ocupando su parte superior el campanario y coronada dicha torre por una cruz de piedra. Como es tradicional en Galicia, el cementerio rodea el perímetro de la iglesia.







Regreso al albergue en el que aparte del ambiente creado por la “expedición rusa” y los dos bebés, la mayoría de los peregrinos extranjeros se han situado en la parcela en la que disfrutan del fabuloso sol que luce esta tarde.

Después de asearme, me retiro a mi habitación “azul” a descansar un rato, la etapa ha sido larga y el cuerpo lo necesita y me lo demanda.

Como las habitaciones clasificadas por colores están situadas a lo largo de un largo pasillo con una zona acristalada desde donde se divisa la parcela, los bebés rusos disfrutan del lugar y la tranquilidad, yo tengo la puerta de mi habitación abierta por lo que recibí varias visitas de los bebés ofreciéndome un paquete de sábana de papel de las literas que yo agradecía y se marchaban sonriendo, puesto que no hablaban y si decían algo, era balbuceando alguna palabra, imagino que sería en ruso…

El amigo Horacio, el portugués, inicialmente quedó muy sorprendido, pues entendió que le habían asignado la única litera vacante en la habitación en la que estaban los rusos, luego comprendió que había sido un error suyo en la identificación.

Antes de atardecer, me encamino de nuevo al centro de la población, recorriendo también la parte baja de la misma donde si sitúa el comercio y además será la vía de salida para la etapa de mañana. Aprovecho para hacerme de algunas viandas y unas botellas de agua.

Ya anochecido regreso a la plaza de A Picota para tomar una cena caliente en el bar del mismo nombre.

El comedor se encuentra en la planta primera del establecimiento, donde coincido con Rosé (el holandés) y el alemán que están compartiendo mesa. Además, hay una amplia mesa ocupada por la “familia” rusa incluidos los bebés.

La cena fue agradable, degustando unos espárragos con ensalada, carne de ternera estofada y flan, todo ello en grandes cantidades.

Una vez finalizada la cena inicio el camino de retorno al albergue, donde después de actualizar mis anotaciones decido retirarme a descansar, el resto de mis compañeros de sala ya están en su litera.



Mi sugerencia: Para disfrutar del recorrido aconsejable pernoctar en Campobecerros.



Albergues de la Etapa y otros alojamientos:

Campobecerros:
-Albergue da Rosario
    Localización: Calle Cardenal Quiroga, 9
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 988 30 89 43 / (+34) 650 530 547
    Inaugurado en Octubre de 2014

-Casa Nuñez
    Localización: Rua Campobecerros, 2
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 988 07 76 24 / (+34) 608 887 835



Laza:
-Albergue de Peregrinos de Laza
    Localización: Rúa do Toural, s/n
    Previamente hay que pasar por la Casa do Concello (Protección Civil) para registro y llaves
    350 metros al norte de la Casa do Concello
    Propiedad y Gestión: Xunta de Galicia
    Tel.: (+34) 988 42 21 12
    Inaugurado en 2002

-Pensión Blanco Conde
    Localización: Estrada de Cerdedelo, 24
    A la entrada del núcleo urbano y 120 metros al sur del Camino
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 609 78 71 78