CAMINO SANABRÉS (pulsar sobre cualquiera de las imágenes para ampliarlas)






Día 9º: Laza - Vilar de Barrio: 19,62 Km





Comienzo la jornada todavía de madrugada, saliendo del albergue con las primeras luces del día.

He de dirigirme a la sede de Protección Civil para depositar la llave que me entregaron al efectuar el registro, en el buzón allí existente.

Las calles están solitarias, encaminándome después a través de la plaza de A Picota, en dirección a la salida de la población, pasando ante las puertas del bar en el que anoche cené.





Continúo por la rúa A Picota hasta llegar al cruce de calles en el que se ubica un bonito cruceiro.





Desde el cruce de calles siguiente puedo observar en la paralela, la carretera OU-113, la situación del bar Descanso do Peregrino, pero todavía no está abierto al público.

Prosigo por la rúa do Cruceiro para desembocar después de 550 metros en la carretera de Vilar do Barrio OU-113.

En esta carretera, sin apenas arcén, hay que caminar por aquel lado que mayor amplitud y seguridad permita ahora en dirección noroeste. Solo 800 metros de andadura y aparece una bifurcación a la derecha que tomo momentáneamente, de acuerdo con la señalización del Camino, abandonando esta carretera más principal para retornar a ella de nuevo después de 210 metros.

Este pequeño desvío me permite pasar por el puente sobre el río Támega, cuyas aguas discurren acordes con la tranquilidad de la mañana entre la maraña de vegetación.







De nuevo sobre el asfalto de la carretera OU-113 por la que seguiré caminando durante 1,5 Km hasta llegar a la entrada de la población de Soutelo Verde, con la esperanza de encontrar algún establecimiento abierto donde poder desayunar.







Mi esperanza de encontrar algún establecimiento abierto donde desayunar se desvanece después de cruzar la población, por la que continúo otros 150 metros después de abandonar la zona urbana, hasta llegar a una bifurcación a la derecha, perfectamente señalizada con mojón y flechas amarillas, abandonando así la carretera OU-113 para dirigirme en dirección a Tamicelas.







Se trata de una pista sin asfaltar que continúa durante 2,3 Km en dirección noroeste, hasta que unos metros antes de llegar a las puertas de esta aldea, ya se pueden visualizar sus edificaciones, hay una fuente de agua con dos grandes bancos de piedra adosados en sus laterales. Bonito lugar para efectuar un descanso y refrescarse.





En mi caso continúo caminando, pues todavía son las 08:00 horas y la temperatura es más bien fresquita. Dejo a la derecha el desvío que accede a la aldea de Tamicelas para iniciar aquí el ascenso a través del monte Travesa, una de las elevaciones orográficas pertenecientes al conjunto que conforma el monte Requeixada.





El desvío va bordeando este sencillo núcleo urbano que queda a mi derecha, permitiéndome no obstante poder visualizar su capilla dieciochesca, con su pequeña Virgen de piedra dentro de la hornacina existente sobre su puerta de entrada y bajo la espadaña que acoge una campana.







Aquí se inicia verdaderamente el ascenso a través de este inmenso bosque de pinares con una amplia pista forestal que hace las delicias de cualquier caminante. Decido descansar unos instantes y desprenderme del chaquetón, pues la subida se prevé fuerte.

En esta ocasión no he querido aprovechar la existencia de un mojón de señalización para depositar mi mochila, deseo respetar las señales depositadas por otros peregrinos en su cara superior.







Retomo de nuevo la andadura cuando como una exhalación, ya en pleno ascenso, se aproxima un peregrino totalmente vestido de negro al que identifico al pasar. Se trata del coreano que también ha pernoctado en el albergue de Laza y al parecer bastante conocido del italiano Lino.







Poco después, continuando el ascenso, en el que ya se va dejando notar el desnivel a salvar, dos nuevos peregrinos me adelantan, en esta ocasión se trata de la pareja alemana con quien he pernoctado en la habitación azul del albergue que también caminan a buena velocidad.





Poco a poco va quedando atrás el valle de Támega, recorrido por el río del mismo nombre, nacido allá por Alberguería y que verterá sus aguas después de 145 Km de recorrido al río Duero; los últimos 95 Km de su recorrido lo hace por tierras portuguesas.





En la parte media del recorrido en ascenso hasta Alberguería, el desnivel se endurece. En este trayecto coincido con otro peregrino, se trata de Horacio, peregrino portugués que inicia hoy realmente el Camino con un equipamiento tanto en el vestir como en los medios que lo complementan, por su pulcritud y planchado, parece recién salido de un desfile de modelos.

Caminamos durante un intervalo de tiempo juntos, indicándome que este es su bautizo como peregrino, así que ¡bienvenido! Después de fotografiarnos en recuerdo del encuentro, Horacio continúa su esta primera etapa. ¡Buen Camino!







En esta primera parte del ascenso, se recorren desde Tamicelas 2,3 Km al cabo de los cuales se salva un desnivel de 220 metros.

Ahora se llega a una pequeña meseta ascendente que suaviza un poco el ascenso, afrontando así los 2,7 Km que restan hasta coronar la mayor cota antes de llegar a Alberguería, volviendo a salvar ahora un desnivel de 165 metros.

La pista se estrecha en ocasiones por la densidad de pinos que nos rodean por esta cuerda del monte, encontrando incluso algunos pinos caídos que llegan a obstaculizar el paso, algunos de pequeño volumen, pero con gran envergadura, cruzando totalmente la pista.





Continúa el ascenso, recrudeciéndose en ocasiones los obstáculos con la caída de nuevos pinos, obligándome incluso a deshacerme de la mochila para poder salvar el obstáculo.

Estas situaciones deberían estar algo más controladas, con independencia del pequeño inconveniente que suponga para los peregrinos y que queda como anécdota, creo que es mucho más preocupante y necesario mantener estas vías libres para su uso en caso de incendios o de emergencias sanitarias.

Como se puede apreciar por el estado del ramaje bastante reseco, la situación no es reciente, prolongándose a lo largo del tiempo con el peligro que supone en caso de incendio.







Después de 5 Km de ascenso desde la aldea de Tamicelas, se corona la cima y se desemboca en la carretera OU-113.





Ya en esta carretera asfaltada, se toma a la derecha en dirección noroeste, para continuar en dirección a Alberguería a donde se llegará después de recorrer 1,0 Km.





A la entrada de la población, siguiendo las indicaciones del Camino, tomo la primera calle a la izquierda que me conduce hasta las puertas del bar El Rincón del Peregrino, gestionado por Luis, su propietario.







Son las 10:00 horas y al fin encuentro un bar abierto, así que accedo al mismo en el que tengo el placer de conocer a Luis, hombretón sencillo, serio y amable.

Atiende a mis requerimientos alimenticios, sirviéndome una cerveza y un huevo duro cocido, a lo que añado un buen plato de chorizo. El escenario tiene su encanto peregrino.







Todo el establecimiento está recubierto de conchas de vieira en el que cada peregrino deja a su paso su mejor dedicatoria, ¿cientos? ¿miles? ....







Con la llegada de Lino (el italiano), compartimos mesa durante el desayuno, a la vez que me comenta el casi inmediato abandono del Camino, pues las fechas que tenía previstas tocan a su fin y debe regresar a su tierra.







Después de la consulta efectuada por Lino, relacionada con las posibles opciones de localizar un taxi para desplazarse hasta la ciudad en prevé iniciar el retorno a su país, Luis comenta puede solicitar un taxi telefónicamente o proseguir hasta Vilar de Barrio, donde habrá disponibilidad de este medio. Nos despedimos y Lino se marcha.

Luis hasta la fecha gestionaba el albergue de que dispone en esta misma calle, frente al bar, aunque en estas fechas no está abierto, ya que condicionantes por parte de organismos oficiales impiden su apertura.

Me ofrece visitar las instalaciones del albergue para que al menos pueda conocerlo, aunque no pueda hacer uso del mismo.

Se trata de un espacio único, en el que se respira por todos sus poros, grietas y maderas, el espíritu peregrino que prima sobre cualquier otra cosa, desde la sencillez del rincón dedicado a la cocina con el menaje apropiado.







Su sencilla zona de literas, sin más razón que acoger y dar descanso al peregrino, aquí, en medio de la nada.







O el humilde y diminuto cuarto de aseo, pero suficiente para cualquier peregrino que como tal se precie.







Además de las continuas alusiones a símbolos del Camino y la peregrinación, tales como conchas firmadas por peregrinos. Desde luego se respira un entorno mágico y especial en el que prima el espíritu peregrino, ante todo.







Abandono las instalaciones del albergue dejando algo de mí en ellas, con el sentimiento de que acabo de conocer algo grande y la impresión de que esto no se consigue comerciando, sino con mucho esfuerzo y dedicación desinteresada. Pero la “burrocracia” no entenderá jamás estos sentimientos…

Ya en las instalaciones del bar El Rincón del Peregrino, Luís continúa impertérrito y como incrédulo ante los acontecimientos que le están sucediendo.

Pocos lugares tan emblemáticos como este he visitado a lo largo de los siete Caminos que he recorrido hasta la fecha, creo que con los dedos de una mano podría identificarlos, pero la burocracia es inflexible, no solo no colabora ni ayuda a subsanar esas deficiencias administrativas que con una autoritaria aplicación de la normativa técnica, con su infalibilidad, denuncia, ejecutando el inmediato cierre de las instalaciones, privando a cualquier peregrino de algo que perdura tanto como los Caminos.







Gracias Luís por los momentos compartidos, tu espíritu siempre me acompañará en el peregrinar, es algo de lo que la burocracia no me podrá privar. Espero y deseo que esa sordera y ceguera administrativa no impida tu buen hacer y estar, muchas gracias por todo y ¡Buen Camino, peregrino!

Dejo el lugar, pero allí también queda algo de mí, al conocer la existencia de personas como Luís.

Avanzo por esta calle que me lleva ante las puertas de la iglesia del lugar. Se trata de Santa María de Alberguería, cuya construcción data del siglo XVII. Al parecer en este mismo lugar, en otros tiempos, existió una posada y hospital de peregrinos.





Continúo callejeando por donde las flechas me van encaminando hasta así llegar a una plazoleta presidida por un “rollo” jurisdiccional de piedra (columna de piedra en la que se aplicaba antiguamente justicia, colgando o exponiendo en este lugar los cuerpos de los ajusticiados), recientemente repuesto en su lugar original, ya que se encontró en una finca particular en la que se usaba como elemento de cierre, devolviéndolo sus propietarios de forma desinteresada.





Finalmente abandono esta sencilla pero histórica y bonita aldea en la que aún se mantienen algunas edificaciones graníticas como muestra de su arquitectura rural.







Atrás queda Alberguería y sus símbolos, comenzando a caminar por una pista en suave ascenso, continuando en dirección noroeste, a través del monte Talariño.

Después de 1,3 Km, cruzo perpendicularmente una estrecha carretera asfaltada que conduce hasta la localidad de Paradiña, a la vez que da acceso a una próxima planta de fabricación de hormigón.







Prosigo durante 1,3 Km por la pista que ahora discurre a través de matorrales bajos, continuando paralela a la carretera OU-113, que llegaré a cruzar perpendicularmente.







Antes de proseguir el ascenso nada más cruzar la carretera, ya en la otra vertiente, aprovecho para realizar una breve parada de descanso, junto al mojón y placa de piedra en la que se han tallado varios símbolos del Camino.





Continúo el ascenso, aunque ahora solo faltan 800 metros para llegar al punto más elevado de la etapa, con sus 966 metros, este alto está coronado por una enorme cruz de madera.





Ahora tomando la vía que se abre a la izquierda de la cruz, comienza el descenso por una amplia senda rodeada de vegetación.







Solo son 500 metros de este primer descenso hasta desembocar de nuevo en la carretera OU-113.

Ya por el asfalto de esta carretera, que tomo a la derecha en dirección noroeste, se continúa durante otros 500 metros para abandonarla ahora por la izquierda.







Aquí se abre una amplia senda que continúa en descenso serpenteante, hasta desembocar de nuevo en otra vía asfaltada. En el trayecto se pueden apreciar mensajes dirigidos al peregrino y que dan aliento para seguir caminando.







Después de 2,8 Km desde el inicio del descenso junto a la gran cruz de madera, se desemboca finalmente en la carretera OU-1104, en la que tomaremos hacia la derecha, manteniendo la dirección noroeste.





Ahora ya continuando por esta carretera y después de recorrer 850 metros accederemos a la población de Vilar de Barrio.





Durante de un breve recorrido por calles de la población por las que me va dirigiendo la señalización del Camino, puedo contemplar algún hórreo en el itinerario.







Finalmente llego hasta las puertas del Albergue de Peregrinos de Vilar de Barrio, situado en la zona noreste de la población al pie de la carretera OU-1103 (avenida de San Fiz como área urbana).





Me recibe la hospitalera, Noemi, que me toma los datos de registro y a quien abono el importe del alojamiento.

En la primera planta hay dos salas con literas, yo me alojo en la sala de la izquierda y puesto que está totalmente vacía, ocupo la última del extremo opuesto a la entrada.







Después de asearme y dejar preparada la litera, puedo apreciar la llegada de dos nuevas peregrinas que se ubican en la misma sala.

Desciendo a la planta baja y consulto con la hospitalera la posibilidad de encontrar algún lugar donde poder disfrutar de una buena comida casera. Me sugiere entre otros lugares, el establecimiento situado en las inmediaciones del albergue.

Abandono el albergue y me encamino directamente a este establecimiento de difícil identificación, pues todo el aspecto es de una vivienda particular, excepto una pequeña placa existente en la parte superior de una de las puertas.





Efectivamente, se trata de Casa Carmiña, según reza la placa (regalada a su propietaria por unos amigos, porque con anterioridad no había nada) fundada en 1932, pero entonces gestionado el establecimiento por sus padres denominándose “Casa Camilo”, ofreciendo también alojamiento.

Después de abrir la puerta del establecimiento con mucha cautela, ante la duda de que fuese una vivienda privada, porque no me había apercibido de la existencia de la placa dada su altura y tamaño, descubro una pequeña mesa rectangular, entrando a mano derecha, en la que estaban sentados comiendo una señora y un señor algo más joven que ella.

Enseguida la señora, creo que ante mi cara de asombro como de haberme equivocado y respondiendo a mi pregunta, se levanta y me invita a acceder a una mesa próxima para prepararme la comida, se trata de Carmiña.

Insisto en que continúe comiendo, yo no tengo prisa, aunque sean casi las 14:30 horas, pero no hay forma, me indica que estaba compartiendo mesa con un cliente habitual. Así que le sugiero que me facilite una cerveza y espero tranquilamente a que termine de comer.

Cada vez me siento más sorprendido y encantado, porque con toda su voluntad, prudencia y caminar pausado, regresa después de diez minutos con la cerveza y un inmenso plato de tapas mientras decido la comida.





Contacto con Montse que me dice encontrarse ya en el albergue de Vilar de Barrio, por lo que le comento donde estoy para comer, quedando en esperarla.

Comento a Carmiña la próxima llegada de una peregrina con quien voy a compartir mesa, así que intento transmitirle mi interés en que finalice su comida, ya que voy a esperar a la llegada de Montse. Creo finalmente lo he conseguido.

Mientras disfruto de la cerveza y las tapas, no puedo abstraerme al encanto del lugar y su propietaria, mantiene el sabor y el embrujo de otros tiempos en decoración y mobiliario, junto a la calidez y dulzura de Carmiña, se hace de querer y enamora.







Con la llegada de Montse, exhausta de la etapa que iniciaba en Campobecerros, aunque por su bien ha decidido salvar un tramo de la macro etapa haciendo uso del transporte público. Gracias a ello podemos compartir esta comida, mientras tanto Carmiña se reactiva en su ánimo de atención profesional, solicitando Montse una cerveza antes de comer.

Ya comento a Montse la singularidad del lugar y que al menos en 10 minutos, que en su estado parecerán una eternidad, no tendrá el placer de degustar tan preciado líquido.

Se cumple el pronóstico ante la ansiedad de Montse, pero este lugar tiene sus tiempos y hasta que Carmiña no aparece con su correspondiente bandeja de tapas, no llega la cerveza. La comprensión y relajación de Montse se hace notar, conociendo además que hoy libra la persona que habitualmente colabora con Carmiña, es domingo, pero ella prefiere seguir atendiendo peregrinos.







Esta dulce y bella Carmiña con el encanto que la madurez de los años premia a algunas personas, manifestándolo tras las gafas en sus ojillos profundos y también en sus gestos y sus pausas, nos ofrece las viandas de que dispone.

Montse se decide por una ensalada y yo por unos suculentos callos con garbanzos, lo que no evita que nos aporte como segundo plato un macro filete de ternera para cada uno.







Finalizamos la comida cómo y en la cantidad que pudimos, aceptando la cariñosa reprimenda de Carmiña por no finalizar tan suculento menú.

En la sobremesa disfrutamos de su compañía durante unos buenos momentos descubriéndonos su frustrada posibilidad de dedicarse a la enseñanza y aunque nunca pensase en dedicarse plenamente a la hostelería, como hizo durante su juventud por motivos y raíces familiares, en estos momentos reconoce que esta es su gran ilusión, ayudando y compartiendo su tiempo con los peregrinos.

Son las diecisiete horas y entendemos que ha llegado el momento de retirarnos un rato al albergue, aunque con la promesa de regresar al atardecer para compartir con ella otro momento del día. No obstante, nos “obligó” a llevarnos las tapas que nos había preparado y una tripa de chorizo gallego para que nos alimentásemos en el Camino.







Ya en el albergue, el número de peregrinos se ha incrementado, incluso parte de ellos se han instalado en la sala de la derecha, incluida Montse, también ha llegado el coreano que esta mañana me adelantaba ascendiendo al monte Travesa.

Aprovecho la disponibilidad de lavadora / secadora de pago en las instalaciones del albergue para poner al día el lavado de mi ropa. Después de descansar un rato y recuperar la colada, salgo a la población para identificar la ruta de salida de la etapa de mañana.

Desciendo por esta avenida de San Fiz (coincidente con la OU-1103) hasta llegar a la plaza de Toural, centro de la población, donde podemos encontrar un par de establecimientos hosteleros.

Nada más pasar la plaza para continuar por esta avenida de San Fiz, vía de salida en dirección oeste para la etapa de mañana, encontramos el edificio de la Iglesia de San Pedro Fiz.

Se trata de una construcción del siglo XVII, del arquitecto portugués Alonso Martínez, con fachada de granito, característica del rural gallego y la hornacina para la estatua del santo titular.





Ya entrada la tarde regreso de nuevo al albergue colocando en la mochila la colada ya seca y saliendo en compañía de Montse a hacer una nueva visita a Carmiña.

Este atardecer tiene tres nuevos clientes, son peregrinos del albergue a lo que informé de la existencia de este establecimiento, se trata de Rosé (el holandés) y el alemán, así como un tercer peregrino italiano, quienes me confirman la excelencia del lugar y el voluminoso menú.

Ya indicamos a Carmiña que después del banquete del mediodía nuestra humilde naturaleza no tiene capacidad para un atracón similar, así que nos conformamos con un par de cervezas.

Una vez atendidos los otros tres peregrinos en sus apetencias culinarias, tuvimos la satisfacción de disfrutar de la compañía de Carmiña y compartir su tiempo durante el anochecer, no obstante, cuando estábamos dispuestos a regresar al albergue, hizo acto de presencia Noemí, la hospitalera, con quien continuamos compartiendo el coloquio. Nos surgió la duda de el cómo y porqué una chica hondureña había fijado su residencia junto a su hija, todavía en edad infantil, por estas tierras tan lejanas de la suya. Pero después de la conversación mantenida, llegamos a la conclusión de que la vida nos depara situaciones reales de lo más insospechadas, aunque no por ello irrealizables y positivas, como también sucede con Carmiña.

Ya entrada la noche, después de despedirnos de Carmiña y agradecer el bonito atardecer vivido en su compañía. Para mí ha sido una nueva experiencia, no reñida con la edad, en la que prima la satisfacción de la persona y sus ideales. ¡Gracias Carmiña!

Nos retiramos al albergue en compañía de Noemí, la hospitalera y su hija, que va a finalizar los temas administrativos del día y revisar el correcto estado de la situación en el mismo. Después de expresar nuestra satisfacción por haberlas conocido, nos retiramos a descansar a nuestras respectivas salas, donde prácticamente la totalidad de los peregrinos están ya descansando, salvo el italiano y el coreano.



Mi sugerencia: Disfruta y paladea el ascenso a través del monte Requeixada



Albergues de la Etapa y otros alojamientos:

Alberguería:
-Albergue El Rincón del Peregrino
    Localización: Lugar Albergueria, 85
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 988 984 904 / (+34) 628 832 269
    Inaugurado en Marzo de 2011 y CLAUSURADO EN 2019 (consultar situación)



Vilar de Barrio:
-Albergue de Peregrinos de Vilar de Barrio
    Localización: Avenida de San Fiz, 35A
    En el centro de la población y 85 metros de la Casa do Concello
    Propiedad y Gestión: Xunta de Galicia
    Tel.: (+34) 988 468 484 / (+34) 628 35 39 14
    Inaugurado en 2002

-Casa Rural A Casa do Adelino
    Localización: Camino de Vilar, 37
    A la entrada de la población, 70 metros al norte del Camino y a 600 metros al sureste de la Casa do Concello
    Propiedad y Gestión: Privada
    Tel.: (+34) 609 63 57 62